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Doce años después y una franquicia de 6 (próximamente 7, 8? y 9?) películas nos sigue manteniendo interesados en cuán rápido pueden ir los autos. Gracias al director-productor Justin Lin, quién aparto la serie de las carreras ilegales, Rápido y Furioso ha podido explotar los otros potenciales de sus personajes y sus autos, que las primeras películas no tenían.
Luego de Fast Five, los protagonistas tienen una vida de bajo perfil, que les permite disfrutar del dinero robado en Brasil. Un mercenario británico de nombre Shaw (Luke Evans, a quien pronto lo podremos ver en The Hobbit), que parece ser amigo de Batman (¿acaso vi otra versión del tumbler?), amenaza la seguridad nacional y para el agente Luke Hobbs (Dwayne ‘The Rock’ Johnson) y su equipo, les resulta imposible seguirle el ritmo y el rastro. Entonces, ¿qué mejor que llamar a los más eficientes y rápidos?
Pero, ¿cómo Hobbs se va a asegurar de que Dominic Toretto (Vin Diesel) y su equipo acepten el trabajo? La cuestión es que el código y la debilidad del team es la familia (“You don’t turn your back on family, even when they do”) y simplemente no pueden decir que no cuando se enteran que Letty (Michelle Rodríguez) está viva (esto se supo al final de Fast Five) y trabajando para Shaw. El plus para todos es que de atrapar al villano, obtienen el perdón que les permitirá regresar a casa. “Ahora trabajamos para The Hulk?” preguntan. HA! No, trabajan para The Rock.
Para ver estas películas uno sabe que puede poner su cerebro en off y solo dejarse llevar. Es tedioso comparar pero esta entrega está por debajo de Fast Five, película que lo tuvo todo: cerebro, corazón y mucha velocidad y acción. Las primeras dos cualidades (¿?) están algo ausentes, sobre todo la primera cuando la película pone a prueba las leyes de la física: los autos pueden evitar que un avión despegue, ¿en serio?
Ver Rápido y Furioso 6 vale la pena, porque con Justin Lin al mando, el mundo de la acción y las carreras parece nunca acabarse, inclusive en calles tan ceñidas como las de Londres. Su ritmo para mostrar la velocidad es envidiable, y la coordinación que genera en las grandes escenas, que incluyen camiones militares, tanques y aviones, peleas puño a puño, nunca dejan de sorprender al público, quienes responden con muchos ohhh o wow!
Pero por si acaso toda la masa muscular de Diesel y The Rock, con sus autos, no son suficiente, siempre se tiene una línea lista y casi improvisada para sacarte alguna carcajada con los personajes de Roman Pearce (Tyrese Gibson), piensa que están tras los pasos de sus “evil twins” y Tej Parker (Chris ‘Ludacris’ Bridges), quien tiene agendado a Hobbs como “The Samoan Thor”. Ellos son dueños de las mejores líneas en toda la película.
Mientras Paul Walker y Jordana Brewster son dejados al margen de la historia, Diesel y Rodríguez retoman esa rara atracción física que tenían varias películas atrás, y se convierten en de cierta forma en lo más relevante del film, por lo que si no se es muy devoto a toda la historia de la franquicia, puede llegar a aburrir.
Es inevitable decir que existe una mitología que solo le pertenece a RyF, e inclusive un mantra: “Ride or Die”. Esta sexta entrega mantiene el ritmo y la calidad de lo que ya hemos visto, justo como decía la canción de Limp Bizkit en la primera película: Keep rollin’, rollin’, rollin’… Con sus defectos de guión y todo, no podemos negar que como rara excepción, las películas mejoran con cada entrega, mientras Justin Lin sigue empujando el límite de lo que significa la mejor acción, más lejos que ningún director. Y en el caso de que el todo no sea suficiente, tenemos esa escena final en la que otro de nuestros pelados favoritos aparece con una gran frase y boom! Solo te deja queriendo más.