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#SeriesRecomendadas: Episodes y la redención de Matt LeBlanc

Por Victoria Barberis

Matt LeBlanc en el rol de Matt LeBlanc. No parece haber nada nuevo hasta ahí, después de todo, ése es el papel que ha interpretado durante la mayoría sus apariciones en televisión: desde el mujeriego y tonto Joey Tribbiani en Friends, pasando por la extensión de su personaje en el efímero spin off de esa serie. Siempre se trataba de caracterizaciones lineales, a las que la audiencia poco podía pedir.

Más que una oportunidad para redimirse y posicionarse en un nuevo lugar de la pantalla chica, Episodes le dio la chance de reírse de su propia suerte (y de que todos nos riéramos de él, aunque esta vez, sin tanta culpa). Algo así como lo que le pasó a James Van Der Beek cuando se interpretó a sí mismo en Don’t Trust the B*tch in Apartment 23; pero desde una perspectiva un tanto más seria y madura. La comedia de Showtime le abrió a Matt LeBlanc la única puerta que parecía creíble y prometedora, la única que a un actor de escasa trayectoria, le daría un empujón considerable en su carrera.

Producida por David Crane (uno de los co-creadores de Friends), Episodes cuenta la historia de Sean y Beverly, un matrimonio británico que, tras ganar un premio BAFTA por su exitosa comedia llamada Lyman’s Boys, se muda a Hollywood con intenciones de adaptar su producción para el público norteamericano. Claro que, entre un estilo y otro, hay diferencias abismales. En este punto, Episodes introduce su primera ironía sutil, mostrando lo difícil que es ajustarse a la industria estadounidense, donde la premisa parece ser vender, vender y vender.

Allí es donde se encuentran con un gran obstáculo que terminaría desmembrando su idea original y arruinando su feliz matrimonio: ése obstáculo es precisamente Matt LeBlanc. El actor principal de Lyman’s Boys estaba encarnado originalmente por Julian Bullard (a su vez, interpretado por Richard Griffith, mejor conocido como el malvado tío de Harry Potter), pero a criterio de los productores, resulta más vendible para su audiencia un nombre como el de LeBlanc. A partir de ese momento, las cosas comienzan a salir mal (muy mal) para Sean y Beverly.

Quien pretenda seguir Episodes, deberá saber que no se trata de una comedia convencional: no abundan los gags, los chistes hechos (bueno, un poco) o la explotación absurda de los personajes. Se trata de una serie con más ingenio que presupuesto, con más trabajo de guion que fanáticos empedernidos.

Aunque su popularidad asciende debido a que la intervención del ex actor de Friends no es otra copia forzada de sí mismo. O quizás en parte, pero al menos no oculta nada, no finge ser algo que no es. Se muestra como un fracasado y casi olvidado comediante que nunca llegó a las grandes ligas, pero no le importa; lo que es más, quiere que lo veamos de ése modo.

En este punto, la serie introduce su segunda crítica mordaz: eso que pasa con los actores que han sido durante años la cara de una sitcom de inmensa popularidad, a tal punto que el público no se siente capaz de repensarlos en otro personaje o en otro género. Es sabido que la sitcom es un formato traidor, porque lo da todo mientras se renuevan las temporadas y aumentan los espectadores, y después, el actor lleva para siempre la pesada etiqueta con el nombre de su único personaje reconocido.

Por momentos, esta comedia hace guiños a Friends (How can they do this? You are Joey!). En un capítulo de la segunda temporada, Matt llama a sus ex compañeros de elenco, buscando un cameo que dispare los niveles de audiencia, sin recibir respuestas favorables por parte de ninguno de ellos. Esto tiene su correlación con todas las veces que alguno de los seis amigos ha hecho este tipo de apariciones a modo de visita, apoyando los proyectos que han intentado sostener individualmente desde que finalizó la historia de los chicos del Central Perk.

Sí, puede sonar como Matt LeBlanc haciendo de Matt LeBlanc en una serie sobre cómo producir una serie. De hecho, la propia Showtime no tiembla al promocionar su producto de esta manera. Pero hay más elementos, hay un trabajo actoral y un guion que lo sostiene. Pero por sobre todo, se percibe esa idea de fondo de que se hace lo mejor posible, explotando los recursos existentes. Sin intentar disfrazarse de actor dramático o reinventarse como comediante, LeBlanc y compañía echan mano al inteligente recurso del absurdo, de la versión exagerada de uno mismo y le saca provecho, al punto que esta idea le valió al protagonista un Globo de Oro en el 2012.

Entrado en años, oxidado por el paso del tiempo y con varias virtudes aún intactas, Matt no se despide para siempre de Joey, sino que lo toma, lo recicla y lo vuelve a sacar a la luz. Por suerte y para alivio de los televidentes, lo sabe hacer con agudeza y dignidad.

Victoria Barberis

Es periodista de profesión y escritora de corazón. Es "seriéfila" y una aficionada a las sagas. Su pluma a veces es sarcástica, pero siempre divertida.