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Hay series que se roban las miradas en la primera aparición, hay series que por poseer una trama muy convencional, llegan a meterse en el corazón de un público masivo. Todos estamos pendientes de cuándo comienzan, cuándo finalizan y de qué pasó en la season finale. Y hay otras que coexisten en el poblado mundo de las producciones para TV casi en silencio, como si no estuvieran. Son las mismas que atrapan a un público muy selecto, aquel que no necesita de la prensa y de las críticas para encontrar un producto que se ajuste a sus preferencias.
Wilfred es una de esas comedias que sabemos que vale la pena ver cuando escuchamos los comentarios encontrados de los que se han animado a verla. Es una de esas series para odiar o amar, sin grises, sin términos medios. Se trata de una historia centrada en la amistad de un hombre y un perro capaz de hacer reír, pensar y sorprender. En el reciente estreno de su tercera temporada, esta comedia nos invita una vez más a darle una oportunidad, aun sabiendo que no es apta para todos. Humor inteligente, le llaman algunos.
Elijah Wood es Ryan Newman, un joven abogado que apenas puede sobrellevar su vida. Wilfred (Jason Gann) es el perro de la hermosa vecina, Jenna (Fiona Gubelmann). El problema es que mientras todos pueden ver a Wilfred como un perro común y corriente, Ryan se da cuenta de que él lo ve como a un hombre adulto en un disfraz de perro.
Es por esto que Ryan y Wilfred comparten momentos que van desde conversaciones sobre planteos existenciales; hasta momentos de ocio, tirados en un sofá tomando una cerveza (y muchas otras cosas). Todo adornado con lo absurdo, lo exagerado y lo políticamente incorrecto. Así de simple y complejo es el argumento.
Un poco alejada del mainstream, Wilfred encuentra comodidad para hablar de temas escabrosos y controversiales con una cuota de humor negro y diálogos sin censuras. De fondo (muy de fondo) aparece la pregunta que Ryan se hace a cada momento: ¿Qué es Wilfred? ¿Por qué solo él puede verlo?, una cuestión que parece ir resolviéndose lentamente, pero que en realidad, no importa. Aquellos que se acercan a esta comedia lo hacen por el momento preciso en el que Wilfred imparte su peculiar sabiduría a un desconcertado y temeroso Ryan, animándolo a cosas antes impensadas.
Los momentos de mayor caudal humorístico se dan cuando Wilfred solapa su naturaleza animal con su costado humano (razón por la que muchas veces, un pobre oso de felpa debe pagar las consecuencias). Podemos imaginar a este singular perro como una mezcla entre la retorcida inteligencia (y los problemas de adicciones) de Brian Griffin (Family Guy), y el pervertido y descarado encanto del oso Ted.
Es recomendable ver esta serie si se tiene conciencia de que se trata de un despliegue de escenas y diálogos violentos, que abarcan lo sexual y lo escatológico sin temores ni censuras. Es la expresión del humor negro llevado a otro nivel. Y luego de eso, no pasa mucho más.
Vale la pena quedarse por las interacciones entre un frustrado Ryan y un descarado Wilfred que fuma, piensa en sexo y bebe; pero que a la vez juega con una pelota de tenis y reclama salir a pasear, como un perro normal. Lo vale por lo bien logrado de las interpretaciones y por lo cómico que resulta el dúo en pantalla.
La serie sabe jugar con el perfil psicológico de cada uno, y con las ansias del espectador que acepta la premisa de ver a un enorme hombre con acento australiano en un disfraz de perro, a la espera de que se caiga el manto surrealista que develará si Wilfred es realmente otra de las inexplicables tragedias de la vida de Ryan.
Family Guy: no es para menos, ya que David Zuckerman, encargado de la adaptación del guion original y del showrunning de Wilfred, participó en la creación de la serie animada junto a Seth McFarlane.
Louie, basada en la vida del comediante Louis C.K., tiene mucho humor negro, sátira y elementos de comedia dramática.
My Name is Earl, mucho más que dudas existenciales y el descubrimiento del karma luego de una experiencia cercana a la muerte. Recomendable.
Weeds, comedia dramática que se emitía por la cadena Showtime y que abordaba, también lejos de las series más vistas, cuestiones como las adicciones y la muerte.
Los más convencionales, seguramente disfrutarán de las míticas Scrubs y Arrested Development, con tramas al estilo, un poco más livianas.