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Still Alice, perder contra la enfermedad

Por Josefina Chalde

“I’ve always been so defined by my intellect, my language, my articulation and now sometimes I can see the words hanging in front on me and I can’t reach them and I don’t know who I am. And I don’t know what I am gonna lose next”. – Alice

Alice intenta explicarle a su hija Lydia, qué se siente padecer una enfermedad como el Alzheimer. En sus días buenos, puede parecer una persona normal, pero en los malos, todo empieza a derrumbarse. Para ella, una profesora de lingüística de tan sólo 50 años, ser diagnosticada con Alzheimer equivale a perder todo aquello que la define, como dice su frase más arriba. El mundo como lo conoce comienza a desaparecer, al igual que Alice, primero lentamente, luego a una velocidad arrolladora.

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Basada en el libro escrito por Lisa Genova, Still Alice retrata el deterioro de una persona que sufre esta enfermedad, enfocándose en cómo lo sobrelleva el enfermo y también, aunque en menor medida, aquellos que lo rodean: la familia.

Acá no hay lugar para la lucha, porque la enfermedad no admite pelea y esperanza alguna. Alice se va convirtiendo en una extraña, y la realidad que la rodea se vuelve extraña para ella.

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La película intenta, por momentos sin mucho éxito, escaparle a los golpes bajos y al melodrama sensiblero típico de films con estas temáticas. Sin ir más lejos, hace poco se estrenó esa fórmula para el llanto fácil que fue The Theory of Everything, donde también se retrataba una enfermedad degenerativa, en ese caso el ALS, y donde los clichés estaban por todos lados. En comparación, Still Alice sale bastante airosa: los tiene, sí, pero no abusa de ellos.

Más allá de eso, cuando la película culmina, uno tiene la sensación de que faltó un poco más. No es que la película sea mala pero podría haber profundizado en algunas cuestiones, por ejemplo, en la familia de Alice y cómo les afecta la situación. Está claro que todo estaba dispuesto para el lucimiento de la-ahora-ganadora-del-Oscar Julianne Moore, que se roba la película de principio a fin, con una actuación maravillosa, delicada y conmovedora; pero el resto del elenco revolotea a su alrededor (tanto como el guión se lo permite) sin participaciones relevantes.

De los tres hijos, la única que tiene un rol más o menos importante es Kristen Stewart (Lydia), que interpreta a la más «rebelde», la que se alejó para estudiar actuación y con la que Alice menos relación tiene. Es ella quien termina haciéndose cargo de su madre y la acompaña luego de ser diagnosticada (las pocas escenas que hay entre ambas son de lo mejor del film), al igual que Alec Baldwin, en el rol de John, esposo de Alice y padre de los chicos, que está a su lado en todo momento.

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Puede que no sea uno de los mejores films sobre el tema (vean Iris con Judi Dench y Away From Her con Julie Christie), pero Still Alice vale la pena por la tremenda performance que brinda una gran actriz como es Julianne Moore.

 

Josefina Chalde

Estudiante de Cine. Amante de la música internacional. Un buen libro, un buen disco y una buena película es todo lo que necesita. Londres es su lugar en el mundo.