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Hace un año atrás, la moda híper realista que impuso la trilogía de Batman de Christopher Nolan motivaba notas y notas –entre ellas, una de este redactor– sobre la importancia de un personaje que, a pesar de ser humano, camina entre los semi dioses del universo historietístico de DC. Un año más tarde, DC/ Warner se le anima otra vez a su ícono más importante y la pregunta vuelve a surgir: ¿Cuál de los dos personajes es más importante?
Quizá en una primera instancia, todos los lectores dediquen tres segundos de su tiempo a decidirse nuevamente por el héroe encapotado pero el propósito de esta nota es otro; uno más ambicioso: la reivindicación de El Hombre de Acero, más conocido como Superman.
Y el cometido cuenta con una gran ayuda que es el estreno de la nueva película del personaje que este año cumplió 75 años de vuelo ininterrumpido a través de las viñetas y casi el mismo tiempo en otros medios.
Porque, hay que reconocerlo, ni siquiera el mismísimo Batman ha tenido tantas series de televisión y filmes animados como el azuloso, y desde ahora, también un segundo en la cantidad de película con actores ya que, contando la de Adam West y los seriales, el héroe de Gotham City supera al de Metrópolis por la cantidad de 10 a 7.
Pero ahora, la cosa puede ponerse un poco más equilibrada entre estos dos titanes.
Historia de acero
La historia de Superman comienza con una tragedia. A fines de la década de 1920, el comerciante Mitchell Siegel sufrió un infarto mientras asaltaban su negocio. Su hijo Jerome, más conocido como Jerry, debe hacerse cargo de su familia pero como lo de los negocios no se le daba tan fácilmente, optó por encarar una carrera de escritor de ciencia ficción, algo que lo apasionaba.
A los pocos años, Jerry finalizaba la secundaria mientras un primo le presentaba a un amigo al que le gustaba dibujar. La dupla tardó en entrar en confianza pero al poco tiempo, Jerry publicaba en el #3 de la revista Science Fiction (1933) la historia The Reign of the Superman (El Reinado del Súper Hombre) en la que un científico experimentaba con un hombre al que le otorgaba superpoderes. El sujeto usaba sus dones para el mal sin saber que el efecto del experimento no tenía una duración infinita y todo terminaba en el olvido, así como ocurrió con la historia de Siegel.
Pero los dos jóvenes no se rindieron y durante los siguientes cinco años continuaron buscando donde trabajar hasta que el editor Vin Sullivan los tomó bajo su tutela en 1938 y ellos, a cambio, le dieron a Superman que debutó en Action Comics #1 en abril de 1938.
El personaje, en sus inicios, era un sujeto mucho más combativo y reacio a mostrarse en público, y –bajo la pluma de Siegel- aprovechaba su anonimato para impartir justicia entre los pobres y ausentes en historias en las que no enfrentaba grandes complicaciones pero sí dejaba un sabor a justicia que encantaba a los niños de la época.
Siegel y Shuster fueron despojados del personaje a cambio de 130 dólares que para DC Comics se transformaron en millones de billetes de ganancias en las siguientes siete décadas. Recién en los años ´70, DC les concedió a Siegel y Shuster una pensión vitalicia de 20 mil dólares mensuales a cambio de una cesión total de derechos para poder hacer las películas protagonizadas por Christopher Reeve.
La historia de Superman, en tanto es un poco más feliz, y el personaje va construyendo a lo largo de los años una mitología que incluye una amplia galería de enemigos, una historia de fondo más sólida y, sobre todo, una serie de debilidades que lo convierten en un personaje más falible.
Su solidez como personaje queda demostrada cuando logra sobrevivir a las difíciles décadas del 1940 y 1950 en base a historias en las que su familia se vio agrandada con la aparición de su prima Supergirl y de miles de enemigos del espacio exterior, mientras el resto de los comics de superhéroes entraban en hibernación.
Debut y despedida
Tras dos décadas de sobre explotación, el personaje fue relanzado en 1986 de la mano del artista integral canadiense John Byrne quien logró equilibrar al todopoderoso Superman y lo transformó en un ciudadano de los Estados Unidos al hacer que el niño llegue al planeta Tierra en una cámara de gestación que lo hace “nacer” en la casa de los Kent.
Pero tras esta exitosa reformulación, Byrne se fue de DC tras una dura discusión que generó una historia en la cual el personaje debe matar a tres kryptonianos malvados que desean destruir a la humanidad entera y que parecen ser invencibles.
El siguiente paso en la escala al estrellato fue la todavía recordada muerte del héroe, uno de los primeros hechos mediáticos de los que se valió DC para vender sus revistas y que había tenido otro punto álgido con Una Muerte en la Familia, una historia de Batman en la que el Joker se deshace de Robin.
La Muerte de Superman fue el primero de varios golpes de timón (El Reinado de los Superhombres, El Casamiento de Superman, etc ) con los que los responsables del personaje intentaron mantenerlo en los primeros puestos de las listas de ventas hasta que la transformación en un ser de energía pura probó ser demasiado para el fanático y significó un cambio total en los equipos creativos con miras al comienzo del nuevo siglo.
Pero la irrupción de la serie Smallville y el progresivo abandono de la continuidad por parte de la editorial DC provocaron una proliferación de “injertos” que terminaron por destruir todo vestigio de coherencia y alejaron a los lectores aún más. Después de una década de sufrir estas historias, la editorial decidió recomenzar la continuidad de todas sus colecciones en un evento llamado Los Nuevos 52, del que Superman no pudo escapar.
Por fortuna, el encargado de llevar adelante las historias del Hombre de Acero fue Grant Morrison que durante un año y medio reinició la mitología del personaje cuidando sí, la credibilidad de los hechos científicos pero también dando rienda suelta a su desbordante imaginación, como ya había hecho cinco años antes con la magnífica miniserie All Star Superman.
En esta nueva encarnación, Superman vuelve a estar soltero y sin padres, por lo que el foco está puesto en su sensación de aislamiento frente al mundo, un punto que también se explota a máximo en el nuevo filme.
Fase Uno: Review de Man of Steel
La nueva película de Superman, Man of Steel, propone un ejercicio a lo Grant Morrison,. Un borrón y cuenta nueva sobre lo hecho en los anteriores filmes del personaje. Un barajar y dar de nuevo. Lejos de lo que representó Batman, hace unos años, el foco de la acción no es la relación de un hombre y la ciudad que ama, sino la de un semidiós y el planeta que lo adopta como un hijo más.
Vuelve sí, el recuento del origen (con una enorme carga emotiva que prevalecerá a lo largo del filme) y un recuento de la historia del General Zod y una nueva intentona de reformar el planeta Tierra como en las anteriores entregas, cómo si esa fuera la única cosa que tienen en mente los kryptonianos, y las referencias bíblicas, con el hecho de la que la primera aparición pública de Superman ocurre a los 33 años a la cabeza.
Pero además, también hay mucha diversión, que va y viene como mazazos que golpean los sentidos del espectador una y otra vez para que no se duerma durante las dos horas y 25 minutos que dura el filme.
El Hombre de Acero (Man of Steel) toma lo mejor de ambos mundos: el de Christopher Nolan –productor ejecutivo en esta ocasión- y el de Zack Snyder, un genio de la acción que ya dio sobradas muestras de capacidad con las adaptaciones de 300 y Watchmen y que sube un peldaño más hacia la excelencia con esta nueva película.
En lo que sí han coincidido varios de los que ya han visto el filme es que se trata de la visión definitiva de Superman, una película que los fanáticos han esperado por años y que, por fortuna, se ha materializado en una época en la que los efectos especiales (los de WETA Digital, por supuesto) son capaces hasta de recrear la capa del personaje con un realismo sorprendente.
Y si todo va sobre carriles, en un par de años podría haber una película de la Liga de la Justicia que rivalice con la segunda entrega de Los Vengadores. Y si está hecha con la misma pasión que El Hombre de Acero, de seguro será el evento fílmico de ese año.
Pero, de momento, se puede disfrutar de este Superman que remite a la más tierna infancia, aquella en la que todos soñábamos con surcar los cielos como Christopher Reeve, el hombre que nos hizo creer que podíamos volar.