Te recomendamos:
La prostitución y especialmente el travestismo son temas pocos tratados en el cine, sobre todo en aquel proveniente de los Estados Unidos. Sin embargo, en estos últimos años la homosexualidad y transexualidad fueron noticia en todo el mundo. Desde que el mundo tomó una posición un poco más «tolerante», su cultura empezó a interesar a periodistas, cineastas, fotógrafos y agentes culturales. En Mar del Plata, el tema nos toca de cerca ya que, después de estrenarse en el Sundance Festival, llegó a Argentina el último largometraje de Sean Baker.
Como film de la industria indie un poco cómico pero más bien social, el director busca exponer una realidad bastante ajena a la mayoría de los mortales: desde la tarde hasta la Noche Buena, el transexual Sin-Dee Rella (Kitana “Kiki” Rodriguez) – que acaba de salir de la cárcel – recorre los suburbios «trash» del oeste de Los Angeles con el fin de encontrar a su proxeneta/novio. En el encuentro con su amiga Alexandra (Mya Taylor), Sin-Dee confirma el rumor de que «su» Chester tuvo una relación con una mujer durante su mes encarcelada. Ambas amigas salen a buscar revancha en el barrio donde viven y trabajan: el cruce de Santa Monica y Highland, zona de prostitución y tráfico de drogas.
Contestataria, violenta e impredecible, Sin-Dee trata de comportarse un poco más «adecuadamente» cuando está con su insegura amiga y compañera de trabajo sexual, quien necesita de su aprobación constantemente. Hilarantes, indignantes y ambulantes, van las dos con sus mezquinas minifaldas, viejos stilettos, panzas al descubierto y pelucas barbies tratando de sobrevivir al día a día mediante sus «transacciones comerciales».
Los caóticos episodios de la vida (maltratos, narcotráfico, abusos, infidelidad, escasez económica y sentimental) de estos transexuales son la trama de la película que tiene en su guión célebres frases tales como «how much meat they’ve penetrated to you today?» o local slang tales como put on blast, clutch o bounce.
Producida por los pioneros Duplass Brothers y filmada íntegramente con iPhones, Tangerine ignora en gran medida la tradicional narrativa vibrando bajo una brusca tensión y nueva energía que conmueve a todo espectador sin diferencias de géneros, clases o edades.
La película no sólo es una brillante representación de esa zona de LA, sino una visión esencial de la diversidad étnica y sexual que se está dando en diferentes partes del mundo. El resultado es un realismo de pop electrizante con actrices de autenticidad e intensidad únicas. Claramente, Tangerine está destinada a convertirse en un hito del cine independiente americano.
*Auspició este viaje a Mar Del Plata, Clase Turista.