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Cuando de comedias se trata, no soy una persona fácil de complacer. Estoy en la edad en que recién comienzo a relajarme con las comedias de Judd Apatow; sin embargo nunca le di chances a los productos de Seth MacFarlane, como The Cleveland Show, American Dad o Family Guy. ¿Conservadora? Puede ser. Sin embargo en Ted, la opera prima de McFarlane en el séptimo arte, encontré una comedia que me hizo reír hasta llorar y quedarme sin aliento.
Ted, cuenta la historia de cómo John Bennett pidió a los 8 años que su regalo de navidad, un tierno Teddy Bear, se convirtiera en su mejor amigo. Dicho y hecho, Ted cobra vida. Bajo la promesa de “best thunder buddies for life” el vinculo que une a John y Ted dura por los siguientes 25 años de vida, en los que ambos, ya adultos, prefieren evitar las responsabilidades y seguir en un estado de inmadurez absoluto.
Pero John (Mark Wahlberg) tiene una hermosa novia Lori (Mila Kunis) que, a pesar de querer mucho a Ted, necesita que se aleje de su novio para que éste madure de una vez por todas. Es que estos dos amigos son tan inseparables como holgazanes; viven bajos los efectos de las drogas, miran “Flash Gordon” cuantas veces pueden y no tienen nada por qué preocuparse realmente.
Una trama sencilla hasta lo descripto, entonces ¿por qué habría de considerar Ted como una de las mejores comedias vistas en años? Sencillo. A pesar de no ser simpatizante del humor televisivo de MacFarlane, la aplicación de ese condimento fue exactamente lo que hizo que Ted me resultara desopilante. El personaje de Ted es una mezcla de ternura e insolencia en su máxima expresión, que combina a personajes como Stewie y Alf, en un ambiente que venera a grandes iconos de los años 70-80, como Indiana Jones, Garfield, Tintin, Star Wars, Flash Gordon y E.T.
Ted no podría haber sido más creíble sino fuese porque el mismo MacFarlane es quien le da la voz al oso, que a veces hasta posee más expresividad que el resto de los actores. Sin embargo, el oso sin su mejor amigo, Wahlberg, no podría ser tan bueno (o malo). Es que el actor quien no tiene muchas comedias en su filmografía, aún cuando demostró ser muy bueno en The Other Guys (2010), se encuentra muy cómodo en su papel de eterno adolescente, que adolece la idea de poder perder el amor de su vida o tener que separarse de su eterno mejor amigo.
Además Marky Mark trabaja muy naturalmente con la idea de un objeto que será animado por CGI. La mayor parte del mérito es del guión y de MacFarlane, por grabar su voz en cada escena, detrás de cámara y no en post producción, lo que ayuda a la interacción que tiene con Wahlberg y el resto de los personajes. ¿La prueba? Yace en una de las mejores peleas que verán entre un oso y un hombre.
Párrafo aparte, otra buena decisión del director fue elegir a Giovanni Ribisi para interpretar al “villano” de la comedia, con una personificación que combina lo ridículo con lo tétrico. Aún cuando su papel es pequeño, siempre es un placer ver la gran capacidad actoral de Giovanni.
Siendo políticamente incorrecta, tan honesta como irreverente, Ted y su director se dan el gusto de criticar sin escrúpulos a todo aspecto estúpido de la vida norteamericana. Sin miedo a pasarse de la raya, incluso con chistes referentes al 11-S, Ted exprime chistes de cada situación con una insolencia y vulgaridad que traspasa fronteras.
Ted no es cualquier comedia. Su clave del éxito está en su originalidad que parte de animar lo inanimado, mezclar el humor chocante con la ternura de una verdadera amistad, y añadir pequeños detalles que hacen al todo, como el relato de Patrick Stewart (cuidate Morgan Freeman!), los constantes flashbacks, la adhesión de efectos sonoros que solo funcionaban en televisión. Es trascendental y creativa por sobre todas las cosas.
Sin ser una admiradora del humor de MacFarlane, hay que reconocerle que como director, escritor e intérprete tiene una gran capacidad por igual. Su humor acido en este caso es realmente excéntrico, acompañado por una narrativa muy inteligente que no descuida sus subtramas y que fluyen al igual que la amistad de Ted y John, y su amor por Lori. Con Ted ha logrado una comedia que va a permanecer y a pertenecer a esta generación, haciendo reír a todo el mundo sin excepciones, inclusive hasta los más conservadores.
Gracias a algún Dios con resaca existe en este mundo un creativo director y guionista como Seth MacFarlane. Es que sin él en la TV o el Cine, no habría excusas para reírse de la discriminación, las discapacidades o lo escatológico (Esa frase en lenguaje Ted sería algo así como «reírse de los judíos y de la puta mierda maloliente en el living»)
El cine necesitaba un personaje y una película como Ted, que nos salven de las comedias moralistas de Adam Sandler, que nos recuerden por momentos a las grandes parodias como The Naked Gun o Airplane y que le enseñen a Jim Carrey que un texto desopilante es mejor que una cara graciosa. A su vez, lo caricaturesco de la historia logra su cometido. Cumple con las moralejas necesarias, no traiciona al espectador con el final y le convida de su bendita droga a cada momento. Absolutamente todas las líneas que enuncia ese fucking oso son graciosas.
John (Mark Wahlberg) y su hermosa (?) novia Lori (Mila Kunis) sobran. Para los fanáticos de Family Guy este peluche marihuanero quedará en la historia de los íconos culturales. Agresivo, desopilante, ocurrente, libidinoso, drogado, algo nerd o miedoso, irritante, sucio y mejor amigo. Todo lo que se necesita para no crecer y ser feliz.