Te recomendamos:
Quienes creíamos haber visto todo de George Clooney, estábamos equivocados. En The Descendants, una historia basada en la novela de la autora hawaiana Kaui Hart Hemmings, el director de The Ides of March se libera de las presiones que le pone Hollywood (tal vez es el actor mas buscado de los últimos tiempos) y recrea un protagónico maravilloso, el de un tipo que bien podría ser el vecino.
Clooney deja de ser Clooney en The Descendants. Desconocido, subvalorado, explora sus cualidades humanas y esta más cerca de ser el tipo simple que dice ser.
Como si fuera un preso, Matt King lleva una vida poco feliz y rutinaria en la mismísima isla de Hawaii. A partir del accidente de su esposa Elizabeth, por el que queda en coma, Matt descubre la infidelidad de la mujer poco antes del accidente, que lo tendrá atrapado y no lo dejará liberarse, mientras ella se está muriendo. Mientras tanto, tendrá que hacerse cargo de sus hijas y la problemática relación que tiene con ellas. La historia, lo pone en un momento definitivo, cuando deberá decidir que hacer con miles de hectáreas de la isla que le han sido heredadas. Además de sus problemas, también tendrá que lidiar con la familia de su esposa, la suya y el tercero en discordia. Con todo, Matt decide emprender un viaje que lo puede regresar a la vida y darle paz a los suyos. ¿Podrán salir adelante entre todos?
Alexander Payne (Sideways) traduce en la pantalla grande una historia trágica, con símbolos del cine más simplista pero rescatando a su vez la belleza del escenario y con un reparto que se luce. El guión adaptado, labor de la dupla Nat Faxon-Jim Rash que recreó con éxito la novela Los Descendientes, no deja de ser simple pero efectivo al mismo tiempo, tanto que termina por tocar el costado más sensible del ser humano.
Sencilla no es sinónimo de vacía, más bien todo lo contrario. The Descendants transita por una historia original y que puede dar lugar a múltiples interpretaciones. Sin fisuras. Lo que no se puede negar de ninguna manera, es que The Descendants es una oda a la vida en cualquiera de sus formas.
Las actuaciones sorprenden y, a pesar de no tener un número fuerte salvo el de Clooney, resultan reveladoras. Punto a favor para Shailene Woodley, una joven preciosa que, dicen, es parte del futuro de Hollywood. Su papel como Alex King, la hija mayor de Matt (Clooney), es el de la típica adolescente rebelde que se envalentona frente al dolor pero termina necesitando el abrazo de papá. Atrae a todos con su belleza y el papel le calza a la perfección.
Scottie (Amara Miller), la más chica de las hijas, es graciosa desde su inocencia y tierna desde el principio. Es la que más sufre y por momentos brilla con sus actuaciones cuando papá Clooney está devastado. Sid, el novio de Alex interpretado por Nick Krause, salva la película en momentos en que puede tornarse un poco cansina. Es el que está necesitando el lugar, una familia.
Clooney sublime, demuestra su madurez actoral con una papel de padre de familia, inexperto, abrumado, que peca de ingenuo pero que siempre tiene buenas intenciones. Un hombre bondadoso pero que no conoce más allá de sus posibilidades hasta que le pasa lo peor. Sus pasajes de locura, su vulnerabilidad, imperdibles. A veces es tan quedado que se vuelve divertido para el espectador.
Partir desde el dolor como condición inherente. La vida en Los Descendientes
Tragedia, momentos felices, decisiones importantes, cruciales. Todo convive, todo va de la mano en The Descendants. Vale la pena rescatar (a pesar de que la novela original del libro transcurra allí), que la trama suceda en Hawaii. La isla es el contraste perfecto entre la paz del lugar y los líos internos en los que se mete , más por su pasado que por la traumática situación que vive. Eso si, hay que destacar que todo pasa en un equilibrio justo. No es la película relajada que deja que todo pase, pero tampoco es un drama constante, sino que encuentra momentos y sensaciones.
Es esa maldita tristeza contenida que tan bien canaliza Matt King (George Clooney), a veces porque su entorno no le permite relajarse, otras por su brillante interpretación del tipo que parece que viviera despreocupado y en una burbuja. Por momentos, parece que estuvieramos asistiendo a una terapia familiar.
The Descendants trata el dolor desde otra óptica. Expone bien los miedos y al final da la sensación de ser un diamante en bruto que recala en la belleza del caos familiar, de las miserias de una familia que se presume de clase media pero que con una fortuna se ve enredada en un drama existencial.
¿Cómo ser feliz?
La pregunta ronda durante toda la película. Basta ver las distintas escenas en donde por un momento, esa felicidad que tanto aprecian sus protagonistas aparece en los momentos límites. El odio, el egoísmo, el resentimiento, la liberación, la reconciliación, la sonrisa, la familia. El amor. Y muchos de los valores del ser humano están en juego en The Descendants. No hay vueltas, la historia se sabe como termina aunque lo imperdible y lo enigmático está en como podrá encarar la vida Matt King, la propia y la de la gente que ama.
Una de las grandes virtudes de The Descendants, tal vez sea poner en el tapete las discusiones sobre la fidelidad en el matrimonio. Es una película difícil y puede volverse un riesgo para las parejas -y familias- más conservadoras. También es una critica indirecta a la sociedad de consumo, y termina por rescatar los verdaderos valores de la vida.
Hawaii tiene un protagonismo imprescindible en todo el asunto. La historia le da una nueva oportunidad a la tierra, rescata los valores humanos, que resultan una enseñanza colateral después del drama de Clooney. En Los Descendientes todo se recicla.
El montaje, dirigido por Michael Kent, es espectacular y la fotografía no se queda atrás, luciendo el lugar donde pasa todo, tanto que permite apreciar el contexto y olvidarse por un rato de todo lo que le pasa a Matt. The Descedants competirá en cinco categorías el próximo 26 de febrero, en los Premios Oscars (Mejor Actor, Mejor Director, Guión Adaptado, Montaje y Película). Por las mismas razones que puede ganarlos todos también puede quedarse sin nada, aunque hace todos los méritos para cumplir con lo primero.
Por lo menos Clooney se lleva aplausos, sonrisas y lagrimas. Habrá que ver como se levantan ese día los miembros de la Academia, aunque la suerte parece estar echada.