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Las Aventuras de Tintín: El Secreto de Steven Spielberg

Por Milly Sur Bianchiman

Millones son los ejemplos de directores, actores e historias que están destinados a reunirse en el universo cinematográfico. Las historias de Tintín siempre significaron el retrato de la aventura y el misterio, y Steven Spielberg siempre encontró la fórmula justa para retratar estas cualidades en toda su filmografía. Entonces, no era de extrañarse que el proyecto de filmar Las Aventuras de Tintín y Milú pasara por la mente de Spielberg. Pero tratándose de él, no podría ser una película simplemente dibujada, o una con actores de hueso y carne. No. Las Aventuras de Tintín tendrían que ser retratadas de forma única, y en la tecnología de captura del movimiento, el director encontró su solución. Solo un experto de los efectos como Peter Jackson (El Hobbit) podría entender y destilar la magia que se necesitaba para dar vida al personaje más famoso de los años 30 creado por Hergé.

¿Pero qué es lo que Spielberg tiene que hizo tan especial a Las Aventuras de Tintín: el Secreto del Unicornio? Bueno, muy a pesar de su larga trayectoria, este director siempre fue visionario en cómo contar las aventuras de sus películas y dado que, Tintín es un joven reportero, con mezcla de Sherlock Holmes e Indiana Jones, audaz, inteligente, con una amplia memoria y una rápida deducción de acertijos, solo bastaba con aplicar sus viejas técnicas utilizadas en las pelis del viejo cazafortunas Jones, para lograr entretenernos por completo.

Remarcando las historias y sus personajes para esta primera entrega cinematográfica de Tintín, la película logra capturar la línea gráfica del comic tan característica del viejo personaje sin interferir con las características artísticas de Steven y Jackson.  El ritmo secuencial, el suspenso y la fluidez, está lleno de guiños de ‘Atrápame Si Puedes’ (Catch Me If You Can con Tom Hanks y Leo Di Caprio), desde la composición musical de John Williams que desborda de jazz, pasando por el juego de policía y ladrones, hasta la presentación de títulos que juega con las líneas y siluetas usadas no solo en la vieja película del mismo director, sino es dibujos como la Pantera Rosa.

El trabajo de Weta y  Peter Jackson está por doquier. La excelencia de la animación recorre cada simple textura, cada fondo, cada tramado, y el resultado es tan real sin exagerar, que a veces parece que fuera algo más que una animación. Confundirse con un actor de carne y hueso en algunas escenas, es muy fácil.

Tintín y el Secreto del Unicornio no sería lo mismo sin su perro terrier Milú que se roba cada escena en la que aparece, o el capitán Haddock quien entretiene la historia, interpretado por el experimentado Andy Serkis, famoso por sus interpretaciones de Gollum en El Señor de los Anillos, King Kong o Cesar en la última de El Planeta de los Simios. No se puede encontrar a otro actor que exprese tanto con su cara como Serkis, y que sea un sello tan característico en cada película que filme (Jim Carrey no le llega a los talones).

El resto de los actores como Jamie Bell (Tintín) o Daniel Craig (el villano Sakharine) son irreconocibles y un tanto flojos a la hora de exteriorizar sentimientos, miradas y reacciones. Por otro lado, nos topamos con Simon Pegg (M:I 4) y Nick Frost (Arma Fatal, Paul) que interpretan fugazmente a los policías Hernández y Fernández (Thomson y Thompson) que dejan entrever mejor quienes son los actores que están del otro lado de la animación, pero aún así, sin igualar a  Serkis.

Mezclando la capacidad tecnológica de Peter Jackson y la habilidad narrativa para el cine de aventuras de  Steven Spielberg,  que maneja la cámara cual montaña rusa sin freno, Las Aventuras de Tintín: el Secreto del Unicornio resulta ser una película muy respetable, que captura la esencia del atractivo de Tintín desviándose libremente en lo narrativo, transformando cada línea spilbearna en algo palpable, memorable y sobre todo, animado por primera vez.

 

Milly Sur Bianchiman

Cinéfila. Cómic fan. Amante y defensora del hábito de leer y los animales. Detallista a ultranza. Apasionada de los recovecos del séptimo arte.