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Los años noventa nos trajeron algunas de las mejores series de la historia, especialmente en el género de las sitcoms, con variados y diferentes tonos de humor, pero arraigados en valores familiares y de momentos únicos que recordamos hasta hoy. Como parte de la generación que siguió a sus personajes desde algún rincón del living de su casa, elegí de cinco de las series que más marcaron esa infancia:
Seguramente sólo los que hemos nacido a fines de los ochenta o principios de los noventa recordamos esto: Will Smith protagonizó una serie antes de ser la estrella de Hollywood que es hoy. En esa serie, el flacucho con cara de nene y boca enorme, era un chico pobre que se va a vivir a la casa de sus acaudalados tíos, en el lujoso Bel Air. Las diferencias de esos estilos de vida y las situaciones cómicas que se generan en la convivencia diaria son los ejes de esta historia. Y si, ya desde entonces rapeaba nuestro amigo Will.
Centrada en las vivencias de una familia con tres hijos varones, Home Improvement era una de esas series en las que se mezclaba el humor más ingenuo, con leves dosis de ironía. La particularidad radicaba en que la única mujer en la serie era Jill, la madre que se dedicaba a quedarse en casa a cuidar a los niños, mientras Tim, el padre, conducía un programa de televisión sobre herramientas, hecho por y para hombres fanáticos de los trabajos de taller.
Aunque Tim era quien mandaba dentro de la pantalla chica, en su casa Jill tenía siempre la última palabra. Con su estilo moral y contenedor, la madre lograba mantener la estabilidad de la familia: sin duda, las series que abarcaban temáticas familiares en aquellos años, funcionaban de un modo un tanto distinto a las actuales.
Home Improvement fue un trampolín para Tim Allen, quien también deslumbró con su voz interpretando a Buzz Lightyear en Toy Story, y a Jonathan Taylor Thomas, quién, durante el tiempo que duró la serie, fue dueño de un renombre que luego se desvanecería.
Otra favorita: Full House marcó gran parte de mi infancia en Estados Unidos, y muchas más en otras partes del mundo. Siempre recuerdo con nostalgia los créditos «Everywhere you go (everywhere), there´s a heart…» con el Golden Gate de fondo. En este caso, la familia estaba integrada por un padre soltero, con tres hijas: una adolescente, una que se asomaba a la pubertad y una pequeña que a través de la serie fue creciendo hasta terminar también en la misma edad de su entonces hermana del medio. La bebé era nada menos que Mary Kate Olsen (quien intercambiaba roles con su hermana Gemela, Ashley). Ya por aquel entonces, nos entretenían con sus muecas y gags.
No obstante, las Olsen eran solo parte del gancho. También estaban el tío Jesse, el comediante de la familia y el personaje de John Stamos, un joven pretty face con todos los ingredientes necesarios para hacer derretir a cualquier chica: estilo, facha, excelente voz y encanto. Las que no estaban enamorados de Mister Tanner, estaban secretamente locas por Stamos.
Nueva York en los años noventa, una familia de ascendencia británica encabezada por un padre soltero que produce obras teatrales en Broadway. Un día llega al hogar una niñera con cuerpo escultural, fresca, natural, con voz nasal y risa contagiosa. Su estilo torpe pero familiero contrasta notoriamente con lo estirado y hermético de los Sheffield. Se amiga con el mayordomo, Niles, e inmediatamente se convierte en una amenaza para C.C. Babcock, la gringa pretendiente del Sr. Sheffield.
Si le sumamos a esto la familia extendida de Fran, su mamá, su abuela y su hermana (verdaderos ejes en la comedia), describimos la vida de La Niñera. Entrañable, estridente, llamativa y siempre dando la nota, Fran Drescher prácticamente se perdió en su propio personaje, al punto que la mayoría hoy la recuerda solo por esa adorada sitcom.
Una de las propuestas verdaderamente dramáticas de la tele de aquel entonces, protagonizada por cinco jóvenes hermanos de distintas edades, forzados a afrontar la vida solos, luego de que sus padres mueren en un accidente automovilístico.
Mientras la primer temporada se enfoca en analizar cómo cada miembro de la familia afronta el duelo, el resto de la serie logra que el espectador por distintas emociones. Así, Party of Five se convierte en una serie que trasciende, por animarse a explorar el aspecto más vulnerable del ser humano.
En los seis años que duró, se pudo ver a un joven y barbudo Matthew Fox, el hermano mayor. Varios años después, lo recordaríamos por ser una de las caras más emblemáticas de LOST. Por acá también pasaron Jennifer Love Hewitt, la intermediaria entre fantasmas y sus asuntos pendientes, y Lacey Chambert, una niña violinista que, aunque cueste creerlo, años más tarde sería Gretchen Wiener en Chicas Pesadas.