Lejos de Arnold o Danny Glover, la película no se define completamente por músculos o status estelar de primera fila. Hay grandes nombres, entre ellos: Sterling K. Brown, Thomas Jane, Olivia Munn, Keegan Michael-Key, entre otros, pero «El Depredador» se concentra en absorber fuerzas de grupos y no de un individuo que define al resto del elenco. El punto fuerte de esta película es la química entre todos estos diferentes actores (en especial «Los Loonies«).
Quinn Mckenna (Boyd Holbrook) es un sniper en una misión por America del Sur. En plena asignación un vehículo espacial cae del cielo, su conductor escapa y mata a toda la unidad de Mckenna. Por casualidad de la vida Mckenna noquea al conductor espacial, roba sus pertenencias y las envía a un apartado postal; accidentalmente todas las cosas espaciales robadas terminan en manos de su hijo autista Rory (Jacob Tremblay), el pequeño las activa y esto atrae el interés de un cazador (depredador) que se dirige a la tierra. Mckenna mientras tanto es puesto en un asilo junto a «Los Loonies» (Thomas Jane, Keegan Michael-Key, Alfie Allen, Trevante Rhodes y Augusto Aguilera) y emprende un plan para rescatar a su hijo del Depredador.
Fred Dekker (Monster Squad, House) muestra una idea directa, sangrienta y sin filtros de lo que es la caza intergalactica en papel y lapiz. El Depredador es una película sangrienta que adjunta la violencia con el humor de una manera efectiva sin golpes bajos y a pura diversión. Decapitaciones, viseras, suicidios, explosiones, amputaciones, todo lo que se buscaba ver en una película de Depredador lo tenemos y con lujo de detalles.
Un fan service de pies a cabeza The Predator (título en inglés) se adentra aún más en la mitología de los Yautja sin desparramar una sobredosis de información innecesaria. Estos seres espaciales son cazadores, disfrutan el desafío y buscan perfeccionarse con cada cacería, esto es lo escencial que se plantea en el camino de la película; hay diferentes extensiones de la afromencionada «perfección» y la demostración de búsqueda – al menos en esta película – no va a lograr satisfacer a todos, no obstante Dekker y Black saben definitivamente que rumbo tomar a futuro.
De todas formas no todo brilla, The Predator sufre por errores de continuidad notorios: lentes de sol que aparecen y desaparecen, posturas que se modifican con el corte de cámara y cambios en la utilería son algunas de las cosas que se pueden apreciar en esta secuela, son muchos y no pasan desapercibidos no obstante aunque llamen la atención no afectan al disfrute total de la experiencia.
La claridad de los momentos se muestran de una forma fina y sin complicaciones, recuerda mucho a la época dorada del cine de acción de los 80’s. La mano habil, casi bufona, de Shane Black posibilita que este tipo de películas se disfruten sin compromisos y la gente pueda pasar un damn good time en el cine. Tal vez faltan frases clásicas pero el espíritu rebelde señoras y señores, está bien presente.
El Depredador ofrece todo lo que todo fan de la saga quiere y también logra encontrar esa sensación de integridad a la hora de desarrollar algo nuevo sobre una esencia escrita sobre piedra. Con gran química del elenco (Thomas Jane sorprende como comic relief y Trenvante Rhodes funciona muy bien en el género de acción) más la explosión de violencia necesaria, esta película llego en el momento justo. Con El Depredador los good old 80’s están de vuelta. Divertida de principio a fin. Valoración: Muy Buena.