Fotos gentileza prensa 33 Mar del Plata Film Fest
Domingo 11, Mar del Plata muestra por qué es una ciudad costera. Viento y olas indomables alejan al turista de la costa, las remeras del día anterior dieron paso a las camperas. Cada vez que hojeo los catálogos de los festivales, al ver el nombre del director Albert Serra sigo de largo. El catalán, endiosado por cierto sector de la crítica, no es santo de mi devoción. Circunstancias ajenas a mi voluntad me tuvieron presente en una de las salas del Cine del Paseo para ver su última obra. Roi Soleil, para aquellos que desconocen su filmografía, tentaba como una película histórica con pompas y ceremonias. Se sabe que Serra no es Visconti, hasta podría decirse que sus propuestas minimalistas tienen un presupuesto en números negativos.
Con planos fijos (el primero de cinco minutos), con la misma luminosidad, sin diálogos ni banda sonora, registra en apenas más de una hora una perfomance realizada en una galería de Portugal. Un único personaje, el rey Luis XIV, se arrastra por el suelo, gime, se queja por su dolor de estómago, toma una medicina y alimenta su gula con masitas mientras el público lo observa. Una imagen decadente de una monarquía esplendorosa que termina en la soledad, el abandono y el rechazo. En mi fila de seis butacas fui el único que llegó hasta el final pese a la brevedad del film. Tómalo o déjalo.
En el cine teatro Colón se dio cita el agregado cultural de la embajada de Alemania para presentar la retrospectiva de Wolfgang Staudte, considerado el maestro de cine alemán de postguerra. Rotation, del año 1948, época en la que filmaba en la DDR, describe el deterioro y destrucción de una familia con el surgimiento del nazismo.
El film que abarca 20 años hasta la finalización de la Segunda Guerra Mundial, refleja la vida de un imprentero apolítico al cual las circunstancias lo ponen contra la espada y la pared. Cine crudo sin concesiones, emparentado con el neorrealismo, presenta la nación germana como Roberto Rossellini en Alemania año cero. Una obra aleccionadora y antibélica de un director que merece ser descubierto.
Del Colón me dirigí raudamente al museo Castagnino para ver la muestra “100 años de Ingmar Bergman en Argentina” con afiches de sus películas, recortes de diarios y revistas, programas de cine, fotos del gran director y de las actrices de sus películas que pasaron por esta ciudad en las primeras muestras. Un aporte más del festival.
La Sección Competencia Internacional puede ser un deleite como hace dos años cuando grandes obras competían por el premio mayor, o bien un calvario. Chuva é cantoria na Aldeia dos Mortos, film que representa a Brasil dirigido por la brasilera Renée Nader Messora y el portugués João Salaviza, si bien obtuvo el Gran Premio del Jurado en la sección Un Certain Regard del último Cannes, no me atrapó con su propuesta cuasi documentalista sobre un joven indígena de la comunidad de Pedra Branca.
Muy a tono con el énfasis humanista que se le quiere dar a la muestra, la organización del funeral del padre del protagonista permite observar las costumbres, tradiciones y misticismos de su tribu. Al no estar preparado para su destino, huye a la ciudad donde se enfrenta a las trabas y contratiempos propios de una urbe contemporánea. Impregnada de naturalismo, con actuaciones inexpresivas (varios de los diálogos son tomados en planos generales) tanta cotidianeidad y rutina sumadas a una cadencia monótona del lenguaje indígena pueden llegar a saturar. Para recomponerme asistí al concierto ofrecido por la Banda Sinfónica Municipal en el Radio City titulado “La música en el cine”.
Un hombre y una mujer, La bella y la bestia, Star Wars y dos segmentos dedicados e Ennio Morricone y Michel Legrand fueron parte de un espectáculo que reconfortó mi espíritu. Fin de un día multifacético, en el cual si tuviese que poner un resultado futbolístico a las películas vistas, diría que perdí 2 a 1.
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