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«Bienvenido a un nuevo mundo de Dioses y Monstruos», esta es la carta de presentación que Dr. Jeckyll (Russell Crowe) le ofrece a Nick Morton (Tom Cruise) en The Mummy (La Momia), la primera película de la nueva línea Dark Universe (monstruos clásicos revitalizados) de Universal. Alex Kurtzman –Transformers, Cowboys & Aliens– nos presenta una película que revitaliza el deseo de presenciar a los monstruos clásicos de una forma precisa sin vueltas de rosca y dándole un enfoque que sin dudas, es controversial. Desde los tiempos de Boris Carloff hasta Arnold Vosloo invocando tormentas de arena contra Brendan Fraser, la momia es un personaje místico que representa una amenaza absoluta hacia toda alma que se cruza con su maldición.
En esta nueva etapa de resurgimiento del horror nos encontramos con una momia sexy que recurre al método de ex-novia psicótica para atraer al personaje de Tom Cruise hacia un destino que al fin del trayecto, no está nada mal. Esto no es culpa de la hermosa Sofia Boutella, que con sus dotes de danza mezclado con actuación manifesta una momia correcta para lo que la película quiere presentar. Ahora bien, esta nueva momia resulta demasiado sexy y cuando esos 107 minutos terminan uno se va a preguntar, ¿por qué Tom Cruise se resistió tanto a esto?
Sacrificando el horror por la acción, el inicio del Dark Universe de Universal vuelca atención absoluta en las escenas con contenido desenfrenado. Un accidente de avión, persecuciones en coche y a pie, escape de monstruos bajo el agua son un par de ejemplos que el nuevo vehículo de Tom Cruise ofrece al público; todo esto, toda escena de acción descontrolada e implacable que se ve en el film resulta adecuada por el simple hecho que el proyecto ofrece lo que promete: pochoclear y despejarse la cabeza, clásico en las películas de Cruise.
Con un guión flojo por donde se lo mire, cuesta tomarse la película como una “revolución” nueva del horror. La acción es buena pero en este caso el sentido de misterio por descubrir la tragedia se suplanta por un espacio de superficialidad absoluta. Estamos viendo acción, estamos viendo pequeñas dosis de horror pero todo esto se siente vacío y sin impacto, tenemos un ligero guiño a American Werewolf in London pero no logra alcanzar el mínimo pico de genialidad que las escenas homenajeadas del film de Landis transmitían; ni la gran presencia de Crowe como un nexo a futuros proyectos ayuda a rescatar de la ineficiencia del film para lograr un futuro «gran» interés en otro proyecto de este «mundo de Dioses y monstruos».
Hay que destacar el trabajo realizado de Tom Cruise. Absolutamente profesional y entregado en cada proyecto que realiza, el actor de 54 años -increíble pero cierto – se siente erróneamente casteado en su papel, el staff de casting podría haber elegido cualquier otro actor, 20 años más joven que podría haber cumplido sin dificultad alguna el rol de Cruise… PERO, y sin dudas es un gran pero, si el film tiene alguna chance de generar éxito el gran responsable de ese objetivo es, sin dudas: Tom «mi nombre es éxito» Cruise. Las cosas podrían haber resultado muchísimo mejor con el uso de otro guión que refleje más tragedia, horror y perdición. Una película que con ser vista una vez, es suficiente.