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Dos amigos de la infancia se reencuentran después de muchos años y unen fuerzas en un negocio millonario y peligroso: el tráfico de armas con fines militares.
Esa es la premisa de War Dogs (Amigos de Armas), el nuevo trabajo de Todd Phillips, quien supo dirigir films como Old School (2003), Due Date (2010) y la trilogía The Hangover.
David Packouz (Miles Teller), encargado de narrar la historia, se gana la vida como masajista profesional pero no le alcanza para vivir como quisiera. Decide emprender un negocio de ventas de sábanas para geriátricos pero rápidamente se da cuenta de que no es rentable y que todas esas cajas terminarán apiladas en una habitación de su pequeño departamento.
La pronta llegada de un hijo y el reencuentro con su viejo amigo de la infancia Efraim Diveroli, quien convenientemente lleva una buena vida gracias al dinero que obtiene de la venta de armas, transformarán la situación de David, que se encontrará aliado a su mejor amigo en un negocio que les traerá tantos problemas como dólares.
War Dogs nos lleva al interior del negocio de la guerra para el Estado. Ambientada mayormente durante el año 2007, cuando el gobierno de George W. Bush llegaba a su etapa final, la película cuenta el ascenso y caída de estos dos jóvenes que firmaron un contrato multimillonario con el gobierno para enviar armas al ejército en Afganistán. El mismo gobierno que, ante las críticas de que siempre eran los peces gordos los que se llevaban los beneficios, comenzó a hacer más justo el sistema de licitaciones, permitiendo que empresas armamentísticas de poca monta pudieran tener las mismas chances de prestar servicios que el resto.
Todo resulta más sorprendente y, también ridículo, si se tiene en cuenta que el film está basado en hechos reales, más precisamente en un artículo publicado en la revista Rolling Stone y escrito por Guy Lawson, que luego se transformó en libro, titulado Arms and the Dudes.
Durante varios pasajes del film es imposible no pensar en The Wolf of Wall Street, no sólo por el ritmo del montaje sino porque estos personajes también se encuentran inmersos en un círculo de dinero, lujos y ambiciones que parece no tener fin y que a la larga termina llevándolos al descontrol y el caos.
Con la cuota “Phillips” de humor e incorrección política, y un enorme soundtrack detrás (quizás utilizado en exceso) donde destacan temas de Creedence Clearwater Revival, Neil Diamond, Pink Floyd y The Who, War Dogs se erige como un film entretenido y muy bien interpretado –Jonah Hill está brillante- pero algunas vueltas de tuerca previsibles y la presencia de ciertos lugares comunes hacen que el film no sea del todo deslumbrante.