Te recomendamos:
Cientos de capítulos narran la historia de un millonario publicista, con un pasado tormentoso, un presente aun más perturbador y un futuro que poco promete. Una serie que calza perfectamente en la descripción de “culebrón” , una novela llena de drama, engaños, mentiras y estrategias con una cuota, una gran cuota, de contexto social e histórico, que la transforman en una pieza imperdible.
Una historia que combina una mentalidad sexista, homofóbica y racista, con elegancia, buen beber y lujosidad. Donde el hombre blanco es dueño de su destino y al parecer del de los demás; dónde cualquier persona de diferente género, raza o religión esta condenada a una vida mediocre de la que sólo las marcas, y la ilusión del consumismo pueden salvar. Todo esto y más, envuelto bajo una gran nube de humo de Lucky Strike es Mad Men.
Pero Mad Men es sobre todo Moda. Con M mayúscula. Telas con texturas, lunares, cuadros, colores, minifaldas y peinados exuberantes. Una historia que no seria lo que es, si no vistiera como viste. Y no sólo por la belleza de los conjuntos que sus personajes lucen, sino por la capacidad que éstos conjuntos tienen de hablar por sí solos. Existe una fuerte coherencia entre lo que visten y lo que sienten, piensan o creen los protagonistas.
A medida que la personalidad evoluciona, evoluciona su placard. Pero nunca perdiendo su estilo particular. Porque aunque en los ‘70 las minifaldas hayan sido furor, nunca vamos a ver a Joan Harris dentro de una, y mucho menos a la elegante Betty Draper. La moda y las tendencias cambian con el transcurso de los años y los personajes se adaptan a ellas de una forma impecable.
Cada figura cuenta una historia y existe el atuendo perfecto para cada capítulo de la misma. Betty Draper representa el ideal de mujer de la época, una mujer casi no-humana, su personaje coquetea con los estereotipos, de a ratos es la mas fuerte, perfecta e inquebrantable y por momentos se la ve desdibujada y menospreciada. Sirve como la muñequita tierna de Don Draper, que viste en colores pasteles, que le quedan de lujo y también como una diosa despampanante que tiene el mundo a sus pies. Pero siempre con elegancia, nunca de corto y muy pocas veces de negro o con maquillaje marcado.
Su antítesis, Megan, es una mujer que pareciera tener todo bajo control, pero que por el contrario es mas sensible y débil de lo que se espera, su costado artístico y su look provocativo y transgresor la ubican como una sex symbol que los hombres de la serie admiran y las mujeres intentan copiar, ícono irrefutable de los años 70, una mujer con los ideales y la minifalda bien puesta. Siempre de botas, luciendo sus largas piernas cuando sale de casa, y pantalones para estar de entre casa. Símbolo liberador de la época, usa colores fuertes, como azul marino, negro, rojo, tonos brillantes que marcaron tendencia, y que subrayan los rasgos de la su personalidad. Megan es todo lo que Betty no es y viceversa, nada de lo que una use, será usado por la otra, ambas representan estilos de vida y de placard muy diferentes.
Dentro del mundillo publicitario de la serie, se destacan atuendos que marcan la figura femenina y trajes elegantes para los hombres que van del marrón pasando por el azul hasta el negro para reflejar el poder adquisitivo y el cargo que ocupan dentro de la agencia. Desde los empleados mas “creativos” como Stan Rizzo, siempre de marrón y barba prominente, hasta el estrafalario Roger Sterling y el elegante Don Draper, usando impecables trajes negros con elegantes sombreros, íconos de poder y masculinidad dentro de la serie.
En cuanto a las mujeres de la agencia, Joan Harris representa la voluptuosidad y la femineidad misma, marcando sus figuras, usando mucho rojo, siempre destacando su sensualidad y haciendo alusión al sueño de todo hombre de la época: Marilyn Monroe.
Pero si bien es cierto que todos los personajes muestran una evolución en cuanto a sus vestuarios a lo largo de la serie, ninguno lo hace como Peggy Olson. Peggy quien empieza siguiendo los pasos de Joan, copiando su estilo cincuentón, queriendo ser una secretaria y mujer perfecta, va a lo largo de toda la serie descubriendo su personalidad y junto con ella su estilo para vestirse. De polleras tubo y pelo recogido, a usar faldas rectas, pañuelos que simulen corbatas, trajes con corte masculino, hombreras y a llevar el pelo corto. Peggy en todo momento intenta sobrevivir profesionalmente en un mundo liderado por hombres sexistas y como dicen “Si no puedes contra ellos, úneteles”.
El personaje comienza a adoptar costumbres masculinas y lo mismo hace con su ropa, de repente Peggy toma bebidas fuertes, coquetea con mujeres, le cuesta encontrar al amor, usa sombreros y boinas, sobretodos con corte masculino, colores oscuros, estampados que hacen referencia a los trajes que los hombres usaban en la época y adopta una pisada fuerte que la convierte en una pieza esencial dentro de la agencia.
Cada elección de vestuario dentro de Mad Men ayuda a contar la historia y aporta ambiente. Es el claro ejemplo de que el vestuario y la moda construyen un discurso y enriquece la trama, quedará en el subconsciente de algunos y se hará más evidente para quienes puedan leer entre lineas.