Cine

Maldito retorno: Crítica de Cementerio de Animales

Por Germán Pérez

Una de las novelas más querídas y recordadas del gran Stephen King retorna a la pantalla grande. Sí, volvió: Cementerio de Animales.

Protagonizada por Jason Clarke, John Lithgow y Amy Seimetz esta nueva adaptación del famoso libro juega un poco con el intercambio de roles, manteniendo el espíritu de la novela y al mismo tiempo tomando nuevos senderos para ubicarse después en su carretera principal respetando su obra original.

Al mismo tiempo Cementerio de Animales es una de las tantas películas que sufre por numerosos trailers que revelan demasiado de su «nueva» historia; tenemos giros y tenemos sorpresas pero las de mayor impacto son reveladas mucho antes del esperado estreno. La película dirigida por Kevin Kölsch y Dennis Widmyer no sólo posee un nulo factor sorpresa sino que también se siente estática al ofrecernos cosas que vimos y sabemos que van a pasar sin arriesgarse, sin poner un toque distintivo que marque esa búsqueda de sorprender varias décadas después de lo que fue esa primera adaptación en el año 1989 y su secuela – muy poco querida, pero divertida – del año 1992.

Kölsch y Widmyer tratan de contar una historia de forma directa y en ese relato las situaciones suceden de forma rápida, tan rápida que el espectador no consigue disfrutar y formar parte del mundo trágico con resurrección que nos preparó King y le dio muchísimo más reconocimiento del que ya poseía. Vemos sangre, vemos muerte, vemos eventos macabros pero no lo podemos sentir como esa parte magnífica de la historia. Las situaciones escalan pero la nota se mantiene tenue a pesar de la tragedia absoluta.

Cementerio de Animales es una película tibia en sus circunstancias pero su error más grande es no tener la presencia absoluta del famoso cementerio indio; el poder de imagen de la obra de King, la razón de resurrección y tragedia, el basis de la historia de la caída de la familia Creed es inexistente. Tenemos cementerio de animales pero no el verdadero «cementerio de Animales» y con esto pregunto: ¿cuál es la razón para ver una historia sin de origen latente a la vista? La respuesta es tierra y paisaje, es sólo lo que vemos, tierra y paisaje…

En su favor la película se refugia en sólidas actuaciones que calzan como un guante a los actores y actrices en sus respectivos roles. Clarke y Seimetz funcionan como Louis y Rachel Creed, por otro lado Jeté Laurence es la verdadera revelación de la película personificando a Ellie Creed y dando una interpretación notable para lo que se le pide. El punto fuerte y casi obvio de todo este apartado actoral es John Lithgow; el querido actor es el que genera el verdadero interés como Jud Crandall, el solitario vecino (y abuelo postizo) de los Creed. Lithgow pone la simpatía, el misterio y la culpa en una interpretación clave para que Cementerio de Animales funcione, pero de nuevo, Kölsch y Widmyer se encargan de apurar demasiado las cosas y no se termina de disfrutar a fondo al gran John.

Cementerio de Animales utiliza el cambio a su favor, funciona en pequeños detalles pero la ejecución de sus dos directores imposibilita que la película sea memorable. Valoración: Regular.

Germán Pérez

Lector, escritor y cinéfilo. Pasa sus días en el gimnasio y viendo viejos y nuevos clásicos del cine. Fanático de Michael Mann.