Te recomendamos:
127 Horas es la notable película del director de «Slumdog Millionaire», Danny Boyle y su guionista Simon Beaufoy, que vuelven a juntarse para conjurar esta terrible historia. Basada en un hecho verídico y el libro Between A Rock and A Hard Place, el film relata como el alpinista Aron Ralston trata de sobrevivir tras caer dentro de un solitario cañón de Utah quedando inmovilizado con su brazo atrapado entre una roca y la pared. Aron sabe que no va a ser rescatado por la remota ubicación de su paradero y porque cometió el error de no avisar a donde iba a escalar.
El film es un homenaje al estilo cinematográfico de Boyle y la humanidad que lleva bajo su manga para que podamos revivir las 127 horas que Ralston sufrió incluso una vez terminada la dura experiencia, mostrando a un James Franco, encargado de ponerse en la piel del alpinista, todavía aturdido, conmovido y emocionado por el final.
Boyle y Beaufoy están fascinados por la reacción de Aron (Franco) en su difícil situación. Es autosuficiente, con todo tipo de cosas en la mochila que podría ayudar, aunque nada de eso termina sirviendo. Pero él no entra en pánico. Incluso mantiene su diario día a día grabándose con la cámara mientras se las rebusca para poder sacar su brazo y se asegura de hidratarse en el medio de los auto-rescates. Pero en los sueños, los flashbacks y las alucinaciones, Aron recuerda a la chica (Clemence Poesy) con la que no se comprometió, los errores que cometió con sus padres y otros que se reflejan en lo que le ha sucedido. Es un lobo solitario, tratando de sobrevivir mediante sus escasos recursos. Y nadie sabe dónde está o que se encuentra perdido.
Suena agonizante, y lo es. Hay una atmósfera de desesperación y soledad en gran parte de la película. Sin embargo, en las manos de Boyle, la pesadilla se convierte en un reconocimiento a la valentía de Ralston sin ponerlo en el rol de héroe.
Mediante la cámara, el director con una gran imaginación visual y narrativa nos lleva a cada lugar que rodea a Aron y a los recovecos de una mente desesperada, mediante un puñado de escenas satíricas que exponen los mayores miedos del protagonista que simplemente se cansó de esperar a morir y decidió vivir.
Franco muestra una disposición sin límites al interpretar a un autentico Raltson, con un espíritu y valentía admirable, metiéndose la película al bolsillo. Y el hecho de que James nos da una actuación que, a demás de ser digna al Oscar, pareciera tan fácil de interpretar, hay que preguntarse lo que este moderno actor no puede hacer.
Danny Boyle (Trainspotting, La Playa) vuelve a arriesgarse con un género distinto y nos trae un film de casi dos horas desesperante, que causa sed y claustrofobia, pero que no nos permite dejar de ver como 127 Horas se convierte en el éxito de la superación.