Cada vez me gusta más el cine indie argentino. Sigo para adelante con la competencia argentina y no paro de sopredenderme de los jugados e inventivos que están los directores. Fin de siglo de Lucio Castro me pareció una genialidad y una parábola acerca del amor, en Margen de Error de Liliana Paolinelli, me gustó que la directora se metiera con la screwball comedy. Aquí mi breve impresión por estas dos películas de amor queer.
Fin de siglo
Expectativa/realidad. Lucio Castro modela una historia de amor a su antojo y nos hace jugar y descubrir nuestra propia aventura. Ocho (Juan Barberini) viaja a Barcelona de turista, se pasea por la ciudad y su departamento moderno de Airbnb, la soledad lo coteja hasta las playas catalanas en donde filirtea con Javi (Ramón Pujol). Ocho lo mira, lo seduce, pero no es hasta la segunda escena que comienza el amor explícito entre los treintañeros.
Ocho le da un beso a Javi, y en ese instante, de amor fugaz por el país ibérico, es en donde el tiempo y el espacio comienza desdoblarse. Javi está casado y le cuenta, trago de por medio, que el es un permitido de una relación abierta, una charla post escena amatoria, llevaría a una despedida y una frase que funciona como el efecto mariposa “Siento que te conozco de otro lado”, y la historia se abre para encontrar a Ocho y a Javi en los noventa.
Castro, pasea a los personajes por el laberinto del amor, de la ruptura y la pérdida.Como una Joel y Clementine en Eterno resplandor de una mente sin recuerdo de Gondry. El destino como un hilo rojo y las vastas posibilidades de finales o comienzos. Hay química entre Ocho y Javi, y Castro usa este gancho para mostrarlos intensos y apasionados. Incluso celebro que no haya alterado el contexto de época (los personajes están iguales en el pasado y en el presente) y en los saltos temporales, porque a decir verdad uno no sabe si lo que vio es una historia de amor que crece con los años o es la fantasía de un enamoramiento de verano. Una novedosa propuesta dentro de la competencia.
Margen de error
Liliana Paolinelli, cuenta la historia de Iris (Susana Pampin), una cincuentona bioquímica, que está en pareja hace veinte años con Jackie (Eva Bianco impecable), pero ese mundo de amor cotidiano se verá alterado por la llegada de Maia, hija de una amiga de Iris, que viene a estudiar a Buenos Aires desde el interior. Paolinelli abre la comedia con una fiesta sorpresa a Iris por su cumpleaños, ese universo femenino muestra a un grupo de amigas que bailan y cantan alocadamente el tema “Corazón Contento” de Palito Ortega.
En esa primera escena hay felicidad, jolgorio, pero durante la película esa calma comenzara a teñirse de duda. Maia le confiesa a Iris que esta enamorada de una “mujer mayor” y desde esa confesión, la fantasía comienza a rondar en la cabeza de Iris, quien se ve fuertemente atraída por la muchacha. Como en Carol de Todd Haynes, pero en clave de comedia desopilante, la directora muestra el rollo de una mujer madura con una jovencita.
El equívoco, llevara a Iris a transitar por la cornisa del amor. Pampin actriz fetiche de Martin Rejman, funciona bien para la comedia, su histrionismo exacerbado le da fuerza física al género. Y aunque la patraña del “margen de error” por momentos se presente repetitiva, la comedia de enredos funciona y se vuelve nostálgica.