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Cuando comienza la temporada de estrenos, a menudo hacemos nuestras apuestas sobre las ideas que van a perdurar y las que no. A veces nos basta con conocer una pequeña parte de la trama para aventurarnos a adivinar qué series van a seguir en la parrilla y cuáles serán canceladas sin poder terminar una primera temporada.
The Blacklist nos relata cómo uno de los criminales más buscados del FBI se aparece en las oficinas generales de Washington D.C. para entregarse, sirviendo así a los intereses del Gobierno estadounidense y sobre todo, a sus propias ansias de venganza. Aparece además la figura de la agente novata que confía en sus instintos y con la que nuestro protagonista tiene una extraña obsesión.
Al comenzar a verla, nos pasó algo raro. El episodio piloto no nos dejó ninguna sensación. Ninguna; ni buena, ni mala. Ciertamente había momentos en los que la presencia de James Spader como la brillante mente criminal nos sacó algunas emociones, pero desde allí todo fue una línea recta. La serie de NBC es una de ésas cosas que van mejorando con el tiempo, que no se presenta con un primer capítulo que quita la respiración, sino que lentamente va construyendo la trama y mostrando a sus personajes, con su costado bueno y todos sus defectos.
Es por eso que ponemos en la balanza todas las razones que tenemos para darle una oportunidad y todas las que pesan del otro lado para dejar pasar esta serie.
Una de las más vistas: La serie creada por Jon Bokenkamp fue la primera de la temporada 2013-2014 renovada para una segunda entrega, siendo además una de las más vistas de ésta camada de producciones junto con Marvel’s Agents of SHIELD. Si bien nos habíamos hecho grandes expectativas con ambas -y siempre que las esperanzas son muy altas, terminamos decepcionándonos un poquito- le damos nuestro voto de confianza porque, al menos, no nos vamos a quedar con las ganas por un tiempo.
James Spader: Sin duda, de antemano sabíamos que el protagonista iba a robarse todas las escenas y que iba a ser el punto fuerte para atraer a los espectadores. Su personaje, Raymond «Red» Reddington, hace que todo gire a su alrededor, que todos los personajes se muevan de acuerdo a su antojo. Desde todas los puntos de vista, Spader es un verdadero master of puppets en esta producción.
Crecimiento sostenido: Uno de los elementos a favor de esta serie, es que se va haciendo más interesante conforme pasan los episodios. Es una cualidad inteligente, teniendo en cuenta que usualmente es al revés: se comienza poniendo el listón muy alto y luego es difícil mantener la misma calidad e intriga durante veinte episodios.
Arco argumental de fondo: Si bien no es para enloquecer, el arco argumental horizontal de la serie consigue atrapar y es suficiente para quedarse a esperar el próximo episodio. Es una trama general aceptable pero bien planteada, donde siempre queremos saber más sobre la obsesión de Red con la agente Elizabeth Keen y cómo se relaciona con eso el abanico de historias que van apareciendo.
Equilibrio: Entre la trama principal y las historias que se desarrollan en cada episodio, hay un buen equilibrio y un excelente desarrollo. Suma también el balance entre las escenas de acción, los momentos de intriga y el condimento indispensable que es la mente criminal de Red.
Lentitud: Si bien estamos convencidos de que The Blacklist va mejorando con el paso del tiempo y que va camino a convertirse en una trama atrapante, por momentos los diálogos y el paso de las escenas se hace muy lento. Así, de a ratos, tenemos la sensación de que estamos ante una historia súper aburrida.
Otra serie americana: Y sí. Es un riesgo que todas las producciones de las grandes networks tienden a correr. La estereotipación y los contenidos que ya están un poco vistos componen fórmulas que hacen a estos productos que nos ofrecen las cadenas estadounidenses. The Blacklist corre el riesgo de convertirse en otra serie americana, con el clásico argumento de fondo que se resuelve en la última temporada y un montón de episodios en el medio que hacen las veces de relleno, más el amado antihéroe que siempre sabe más que el pobre y perdido FBI.
La dupla principal: James Spader por sí solo siempre es un diez. El problema es la dupla con Elizabeth Keen (Megan Boone), que no tiene nada que aportar. Por momentos parece como si Boone no estuviera a la altura de las circunstancias. No funcionan juntos como un dúo con química natural, pero claro, les damos el beneficio de la duda hasta que el paso del tiempo aceite los engranajes.
Personajes secundarios mediocres: A los personajes secundarios no hay con qué salvarlos. Les falta bastante para estar a la altura de lo que NBC busca proponer, especialmente a Diego Klattenhoff como el Agente Especial Donald Ressler. Un poco mejor está Harry Lennix en el rol de Harold Cooper, pero hay una sensación de que estos roles están meramente de relleno. De todos el mejor es quizás Tom Keen, el marido de Elizabeth, interpretado por Ryan Eggold.
Olor a refrito: Eso sí; desde el primer episodio todo en The Blacklist nos recuerda a algo que ya hemos visto. Si bien partimos de la base de que las series enmarcadas en este tipo de temáticas siempre se parecen, más aún con la tendencia actual de mezclar al bueno con el malo y hacer del personaje principal un verdadero anti-héroe, hay que decir que nos recuerda bastante a temáticas del tipo The Following o The Mentalist, pero con un protagonista que está más bien inspirado en una suerte de Hannibal menos perverso.
http://www.youtube.com/watch?v=JGBIimq1I3A
Y vos ¿Sos de los que apuestan a The Blacklist?