Joel es la mejor película de Carlos Sorin –Historias Mínimas, Días de pesca, El caminos de San Diego– y una sorpresa para el cine argentino en el periodo de clausura. Cuando recién comienza a asomarse los estrenos del año, Sorin da un puntapié y le pega al ángulo y filma una película cuya primera hora es impecable. Pero el director argentino tiene un “az” en la manga que le juega a favor toda la película y es Joel, el protagonista, un hallazgo azaroso, del director, que no sólo hizo que la película sea homónimo – se iba a llamar José pero usaron el nombre verdadero del niño-si no que permite que el relato sea creíble y emotivo.
A decir, Cecilia (Victoria Almeida) y Diego (Diego Gentile) son una pareja de treinta y pico que reciben el llamado del Juzgado para darles la tutela de un niño. Cecilia – Almeida es una actriz infernal- corre por un camino de nieve, en algún lugar paraje del sur argentino, se la ve agitada y llama con ansiedad a Diego que está trabajando con unos hombres en el bosque. Lo mira con emoción pero también con miedo, desde allí Sorin nos introduce en una película en donde el espectador se conecta con los sentimientos más íntimos de la pareja, esa noche se llena de emoción y de inquietudes “Como nos verá él” plantea la mujer, y Sorin llena de intriga una película en donde las miradas y los silencios son el eje narrativo. Diego y Cecilia le preparan la “piecita” con un amor y las mariposas en el estómago se convierte en una celebración cinéfila.
Hay algo interesante y es que la “prerotota” legal acerca de la custodia del niño es descripta con un suspiro, el director elige hacer una narración taxonómica, rápida, pero en cambio se adelanta y se toma su tiempo para meter la cámara en ese “encuentro” de la nueva familia. “Joel saludá” le dice la cuidadora y ese túnel lleno de paradoja y desconocimiento es mostrado con alegría. Joel despeinado, con una sonrisa tímida, saluda a Cecilia y a Diego quienes lo miran con una ternura que aún hoy a la distancia y, ya en mi proceso de escritura, me conmueve.
Esa “primera” vez en donde padres e hijo se conocen, se prolonga en ese recorrido por la casa, por el barrio y por ese paraje nevado que es construido poéticamente. El nene se pasa, pocas veces he visto este nivel actoral en una película nacional, y eso es mérito de Sorin. Joel comienza a adaptarse a esa nueva vida.
Pero un nuevo rollo comienza cuando Joel va al colegio, “Pueblo chico infierno grande”, dicen. La segunda parte presa de un conflicto interesante no alcanza para supera ese primera hora en donde uno mira embobado a Joel relacionarse con miradas, apenas con suspiros, con sus papas adoptivos. Con actuaciones brillantes, Joel de Sorin es una película que resulta inspiradora. Valoración: Muy Buena