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Qué haría usted si en su trabajo la gerencia le ofrece la posibilidad de cobrar un bono considerable de dinero a cambio de la “cabeza” de un compañero de trabajo. O sea, todos cobramos un plus pero uno de nosotros debe abandonar la casa, y si en vez de ser la persona que cobra el plus, fuese la despedida.
Este soliloquio es la premisa básica de Dos días, una noche (Deux jours, une nuit) película de los hermanos Dardenne – las películas anteriores de la dupla como El hijo o El niño no han logrado conmoverme en lo más mínimo- que explora la crisis europea como pocas películas lo han hecho.
La canibalización laboral y las reglas de un juego macabro – ¿dejarías sin trabajo a un compañero por un plus de mil euros?- proporcionan el puntapié para filmar una película casi en tiempo real en donde la protagonista, Sandra – interpretada por la genial actriz francesa Marion Cotillard– recorre desesperadamente la cuidad de Seraing en Bélgica para convencer a sus compañeros de que voten en la reunión de personal para que ella pueda conservar su trabajo. Es la “nominada” para ser despedida a cambio del “premio” erario para el resto del staff. Sólo tiene dos días y una noche – el fin de semana- para lograr viento a favor.
La carrera exasperada de esta mujer – Cotillard debería haber ganado el Oscar por esta actuación- por no quedar sin trabajo trasforma el drama en suspenso; el “rescate a último minuto” aggiornado genera una presión que traspasa la pantalla: el espectador suda con el cuerpo nervioso de Sandra, cada paso, cada ruego genera una tensión magnificada por la actuación impecable de los otros, los compañeros de trabajo.
Sandra tiene alrededor de treinta años, un marido y dos hijos, pertenece a la clase media baja – la pareja trabaja pero no llegan a fin de mes- , es depresiva y por ello está en la cuerda floja.
Los hermanos Dardenne – realmente con esta película sí me convencieron- con sus planos largos, sus primerísimos planos intensos, sus formas de adueñarse de la sensibilidad de la protagonista con cada imagen y palabra denotada, resignifican una película que va más allá de la búsqueda de tensión.
La problemática contemporánea relacionada con la pérdida de trabajo, le dan sentido y compasión a un metraje que muestra a la protagonista con la soga en el cuello: ¿Logrará Sandra convencer a sus compañeros?. Hay que ver Dos días, una noche, quizás una de las mejores películas del año.