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Fotos: Festivales GCBA
Ver a Nanni Moretti fue realmente una hazaña. Estuvimos dos horas apostados en el Village Recoleta ilusionándonos con ver al director, al menos desde lejos. La lejana y triste anécdota del BAFICI 18, que nos dejó pagando por ver a Peter Bogdanovich, opacaba un tanto la fantasía de poder escuchar al director. Pero nuestra persistencia, sumada al trabajo colaborativo en equipo –la espera promovió conversaciones de cine apasionantes- nos depositó en la sala 7.
El radiopasillo, folklore de todo festival, posicionaba a Moretti como hombre de pocos amigos y un tanto cascarrabias. La fama de la terca impulsividad que bien expone – y amamos- de sus películas convirtió a los concurrentes a la charla en espectadores temerosos: ¿Será Moretti un cabrón irremediable?, ¿Se le podrá preguntar libremente o a la mínima molestia se levantará e se irá?. El hielo lo rompió Javier Porta Fouz, director del BAFICI, quien con una sonrisa solemne pidió encarecidamente preguntas específicas y no autobiográficas. A la cuarta pregunta, Moretti comenzó a desplegar el encanto – sin dejar de ser un cabrón por supuesto- y explicitar con un profundo agrado, sus vivencias como director, actor y espectador: “Mis emociones como espectador influyeron en mi mirada como director”, fanático del cine de los 60 – Pasolini, Bellochio, Fellini, etc.- Moretti remarcó en varios ocasiones que lo que más le gustaba de esa cinematografía era que mostraban de manera realista la premisa de una sociedad que rechazaba la herencia que había recibido.
Con respecto al cine de hoy, se mostró atraído por el cine de Larraín y de Keneth Lonergan – Manchester by the sea– y les aconsejó a las nuevas generaciones que sean cinéfilos, que vean “incluso las películas malas” porque de ellas uno aprende sobre lo que no se debe hacer. Preciso y usando las palabras justas, Nanni se mostró proclive a la idea: “Siempre sé lo que no quiero hacer”. Con voz firme y fuerte Moretti se siente atraído por el público , se le nota, pero por momentos no deja de mostrar fastidio ante algunas de las preguntas. ¿Qué es ser comunista?, preguntó una jovencita y el con una mueca de desenfado responde “Parecen periodistas italianos”.
Esquivando las consultas acerca del aspecto “políticos” de su filmografía, la charla se centró en las cuestiones meramente cinematográficas. Habló de la rigurosidad y la preparación de su primera película y que ahora se siente más cercano a los actores y a la improvisación. El realizador de Soy un autárquico, Aprile, Caro Diario, Habemus Papa y Mía Madre, entre otras tantas contó algunas anécdotas, siendo la más graciosa la proveniente de la trama anticipatoria de Habemus Papa. En el film, del 2011, Moretti habla de la reunión del Conclave para la elección del nuevo Papa, todo en clave de humor, el humor de Moretti, por supuesto. La película recibió críticas de la iglesia católica: “Todos me criticaron y cuando Ratzinger dirimió el discurso fue otro a él le decían revolucionario”. Terminó la charla y Moretti, derribando toda pose de “cabrón” se paró para saludarnos, estrechó un abrazo simbólico y sonrió. Nos había hecho felices.
Dato fundamental: No todo está perdido, Moretti todavía está en suelo argentino y estará en el cierre de la proyección de sus películas. Aquí puedes ver todos los horarios.
Misión Nanni cumplida, ahora a seguir mirando películas.