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Con 112 minutos de duración Venom se siente eterna y asemeja a una auténtica prisión en cines; la película de Fleischer quiere agradar tanto al público que utiliza todo chiste ultra utilizado para que el espectador se ría de pavadas absurdas y haya un aplauso – bien seco – en una sala presa de una diversión fantasma… y la risa nunca llega.
Venom cuenta con un guión escrito por cuatro guionistas – sí, cuatro! – los cuales expresan en un guión obsoleto una cierta similitud de «cómo pasé mis maravillosas vacaciones de verano» de nivel escuela primaria. Scott Rosenberg, Jeff Pinkner, Kelly Marcel y Will Beall no tienen perdón tras trabajo entre hojas que vemos en Venom, una auténtica experiencia que hace sangrar los ojos de lo pésima que está escrita esta película.
Otro pecado imperdonables es la estupidez que circula en la película. Fleischer deja las cosas por sentadas y no termina de dar una resolución a nada, tenemos a un personaje carismático como Brock (completamente opuesto a su personificación de comics) y todo gira en torno a él, no importa lo que le suceda a ese «mundo» en que funciona esta película, las muertes, las acciones de personajes secundarios y resoluciones, todo queda en la nada para centrar todo en un punto de vista desinteresado y bochornoso.
En Venom no queda afuera el trending comiquero de créditos extras. Uno de ellos posibilita una señal de esperanza hacia un futuro incierto presentando a un personaje amado en el mundo del comic y personificado por un GRAN actor, pero todo esto después de ver este pésimo proyecto – maldecido por años de vaivenes – no despierta interés. Es una pena…
Venom es sin dudas una impensada decepción en lo que va del año; tenemos el talento, tenemos el estudio y tenemos por fin a un personaje que se muestra en todo su – incorrecto – esplendor, no obstante por una pésima ejecución la nueva incrusión del simbiote en la pantalla grandese posiciona en lo peor del año. Valoración: Mala.