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Luego de una invasión de hormigas alienígenas llamadas “Formics”, nuestra especie temió por su supervivencia y comenzó un programa de selección y entrenamiento para los jóvenes más dotados, con la esperanza de encontrar al indicado, quien pudiera destruir al enemigo en un futuro. Cincuenta años después de muchas decepciones y sin haber encontrado al elegido, el Coronel Graff (Harrison Ford) cree que Ender Wiggin (Asa Butterfield) tiene lo necesario para salvar a La Tierra.
Todo indica que Graff no se ha equivocado, sin embargo queda la duda de si Ender podrá soportar el peso de sus tareas como líder estratega en una futura confrontación. A medida que los entrenamientos de simuladores avanzan y consolidan su personalidad, Ender va encontrando un equipo en el cuál apoyarse, convirtiéndolo en líder y consiguiendo pasar a la prueba final: demostrar que puede destruir al enemigo.
Para ese entonces, con una primera hora muy entretenida de CGI y nada menos que se pudiese esperar de una película de ciencia ficción, a Ender’s Game, film dirigido por Gavin Hood (Tsotsi, X-Men Origin:.Wolverine) le tomó mucho tiempo contar que no era una película más del montón del genero. Resulta que esta no era una historia más sobre el “elegido”.
Si resulta ser entretenida para algunos es gracias al cast de adolescentes que Hood elige para luchar el día de mañana, y por qué no las adaptaciones de lo siguientes libros de Orson Scott Card. Como protagonista, Asa Butterfield, cumple todas las promesas que nos hizo en la pantalla grande desde La Invención de Hugo Cabret (Martin Scorsese, 2012), opacando al mismísimo Harrison Ford y justificando porqué Sir Ben Kingsley sonó tan asombrado sobre la generación joven de actores durante su discurso en los BAFTA.
Butterfield, es tanto el elegido como el indicado para los roles, pero mientras cumple con su misión, su intensa performance, a aquellos que no leyeron los libros en los que se basa el film, puede sugerirles que quizás existe un lado oscuro para el futuro de Ender. Puede que sí, puede que no, pero el fuerte de la historia, lo que la hacía diferente al resto de su género, queda ensombrecido por un relato torpe.
Las dudas sobre las capacidades emocionales de Ender, son aquellas que le generan conflictos internos y externos sobre la ética del genocidio defensivo (igual que en nuestro presente…) entre otros agravantes, que el film no se molesta en profundizar o adaptar el material original para generar alguna que otra expectativa sobre el futuro de Ender. Aquí yace otra historia arruinada por Hollywood, una industria que se demuestra incapacitada para venderle a su público algo más que no sea buenos efectos y acción.