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Es fácil enojarse con Un nuevo Camino. Se trata de una de esas comedias dramáticas indies norteamericanas que a pesar de sus buenas intenciones, es conservadora tanto en su puesta en escena como en su ideología. Es sentimentaloide, olvidable, políticamente correcta al punto de que algunas escenas se sienten forzadas, no tiene un atisbo de originalidad y encima ve con buenos ojos a la policía. Y aún así funciona.
Esta es la historia de una chica autista llamada Wendy (Dakota Fanning) que decide viajar, junto a su perro, hasta los estudios Paramount para entregar un guión que escribió sobre Star Trek. O sea es una película sobre el autodescubrimiento y también sobre la superación personal basada en el libro homónimo escrito por Michael Golamco, quien se encargó de adaptarla a la pantalla grande.
Uno de los motivos por los que Un buen camino funciona es por la elección de su actriz principal. Dakota Fanning tienen una larga trayectoria en el cine y ha interpretado grandes papeles. El espectador capaz la recuerde como la hija de Tom Cruise en la remake de La guerra de los mundos de Steven Spielberg. O como la víctima de un secuestro en Men on fire del gran Tony Scott. De niña genio a adolescente problemática en The Runaways, Fanning sigue siendo una actriz talentosa como lo demuestra acá.
Como si se tratara de un robot, Wendy sigue una serie de instrucciones a pie de letra, como por ejemplo no cruzar nunca una avenida. Cuando lo hace, el conflicto interno se ve perfectamente reflejado en la cara de Dakota, que sí, actúa como un robot y pareciera estar calculando como decir las palabras, pero es justamente a lo que llama su personaje.
Otro factor que hace funcionar a esta propuesta son las decisiones que toma Ben Lewin, un veterano director polaco con una extensa carrera en televisión y con un puñado de películas en su haber. En vez de caer en el golpe de bajo, las evita. No hay sadismo, ni regodeo en lo mal que lo puede llegar a pasar Wendy. Es un director que respeta, eso sí capaz demasiado, a la historia y a su personaje. Lo mismo se puede decir de la puesta en escena, que está más anclada en la narración, que en los truquitos visuales y vicios típicos del cine indie.
Un buen camino no es una película perfecta, pero si es una que entiende sus limitaciones y que es honesta consigo mismo y con el público. Sus meritos propios la convierten en una película lo suficientemente valiosa como para que el publico se divierta durante poco mas de noventa minutos con las tribulaciones de su simpático personaje principal. Valoración: Buena