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#Gotham: el eterno retorno de lo nuevo

Por Luis García Fanlo

¿Qué se puede decir sobre Batman y su universo luego de 75 años de historietas, películas, series de televisión, novelas, remakes, marketing, fetiches, convenciones y demás? Y sin embargo Batman continúa siendo una inagotable fuente de ingresos para la industria cultural norteamericana, nunca pasa de moda. Por el contrario, ha recobrado más fama y visibilidad en estas últimas décadas, signadas por la inseguridad que asola a las grandes ciudades del mundo al punto que han aparecido émulos de Batman en la realidad cotidiana, actuando como justicieros y vigilantes nocturnos.

Batman está instalado en una zona de indiferenciación entre la ficción y la no-ficción y quizás por eso es verosímil su existencia tanto de un lado como del otro de la realidad social. Será por eso que hay algo del orden de la repetición en las innumerables versiones de la historia de Batman: la muerte de sus padres, la baticueva, la fortuna de los Wayne, el inquietante mayordomo Alfred, el Comisionado Gordon y por qué no también sus némesis, los supervillanos sin los cuales no sería otra cosa que un Charles Bronson jugando a la venganza con unos patanes de cuarta categoría.

Batman también se define por el Guasón, el Pingüino, Gatúbela, el Acertijo, la Hiedra Venenosa, Bane, y tantos otros que no tuvieron la misma fama y vigencia. También sobre estos supervillanos se han escrito historias cada vez más sofisticadas. Conocemos los avatares que los han llevado a convertirse en estas verdaderas amenazas para el orden ciudadano pero siempre ha sido desde la frialdad de los prontuarios policiales y penales, las historias clínicas psiquiátricas, lo poco que ellos mismos relatan de sí mismos, es decir desde la perspectiva de Batman.

En septiembre de 2013 las autoridades de la cadena de televisión FOX tomaron una decisión casi inédita en la volátil industria de las series de televisión encargando al guionista Bruno Heller (The Mentalist, Rome) que creara una serie sobre el universo Batman pero en la que éste no sea el protagonista. Las directivas de Kevin Reilly fueron claras: la historia debía ser independiente de las ya contadas cinematográficamente en todas las secuelas y debía centrarse en el compañero de Batman que esta vez no sería Robin sino James Gordon. También se aclaró que debía ser una especie de precuela pero recalcando que Batman no debía aparecer. Había llegado la hora de conocer de una vez por todas la historia de cómo James Gordon llegó a convertirse en el famoso Comisionado y, a la vez, de cómo los principales supervillanos habían llegado a ser quienes eran.

El título elegido para la serie fue Gotham (la ciudad sería un protagonista central de la serie) y el papel principal asignado a Benjamin McKenzie (The O.C.). La historia y no los personajes serían el concepto central de la serie o mejor dicho, la trama de relaciones entre los personajes signados por la gran urbe corrupta. La serie finalmente fue estrenada el 22 de septiembre de 2014 y en un primer momento solo confirmó ocho episodios para la primera temporada, aunque con grandes expectativas de tener una temporada completa. Un joven Bruce Wayne entraría en escena solo para marcar la presencia de la ausencia del superhéroe evitando que se perdiera el carácter de precuela transmedia con la franquicia de DC Comics.

El episodio piloto resultó interesante, ya que logró atraer la atención sobre el arco narrativo, la construcción del universo diegético, la reimaginación o reinvención de la biografía de Gordon y los supervillanos de un modo a mi juicio novedoso y original: todos nacieron con un nexo común entre ellos y ese nexo no es otro que Gordon y no Batman.

De modo que aquí tenemos un elemento extraño y que a la vez genera la posibilidad de reactualizar un juego enunciativo propio de toda narrativa de superhéroes y que se resume en la siguiente pregunta ¿Primero es el superhéroe o son los supervillanos? ¿El superhéroe es causa o efecto del supervillano? Aquí, en Gotham, el supervillano tiene una biografía previa que lo vincula con la institución policial, la mafia tradicional y ese joven detective de la policía que tiene que tomar decisiones éticas intachables pero de efectos inesperados y catastróficos. Algo del orden del destino, la providencia, el azar y la tragedia aparecen, por lo menos en el primer episodio, como los signos de tiempos que vendrán aún más terribles y oscuros. Y algo de nuestra época hay en aquello de que el bien engendre el mal. Veremos.

Es cierto que a muchos de los que vieron el episodio, les pareció que los personajes tienen deficiencias en cuanto a la construcción de sus perfiles psicológicos, pero hay que tener en cuenta la premisa de la serie, su concepto central, que parece estar enfocado en que no se nace supervillano sino que se hace y que ese hacerse encarnación del mal lleva tiempo, tanto como el necesario para convertir a un delincuente común y corriente en la maldad encarnada. Algo así como que nadie nace siendo Guasón, Pingüino, Gatúbela o Acertijo, y que en rigor cualquiera puede ser.

Lo mismo para el personaje de Gordon aunque a mí, en lo personal, me gustó mucho. Es más, me gusta el concepto de la serie que intenta desnaturalizar, desesencializar, desestereotipar, historizar algo tan difícil como los personajes de un comic. Apuesta fuerte para llegar a una audiencia diferente y distinta de los fans y fanáticos.

De eso se trata, de no ser un especialista para poder entender de qué se trata y de poner al especialista en el lugar de alguien que creía saber todas las respuestas y no sabe ninguna. Difícil desafío. Pero qué bien que alguien intente desafiar lo seguro (el eterno retorno de lo mismo) para intentar hacer historia con el eterno retorno de lo nuevo.

Luis García Fanlo

Luis E. García Fanlo (Buenos Aires, 1957) Doctor en Ciencias Sociales y Sociólogo (UBA). Investigador del Área de Estudios Culturales (IIGG-UBA). Investigador del Centro de Investigaciones en Mediatizaciones (UNR).