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La irrupción de la llamada Internet 2.0, esa que nos permite interactuar en las redes sociales y subir o bajar contenidos de manera rápida y sencilla, hace tiempo que ha puesto en jaque a la televisión en su modalidad de emisión en grabado y broadcasting.
Me estoy refiriendo puntualmente a las series de televisión y a su clásico formato de emisión “la próxima semana, el mismo día, a la misma hora, y por el mismo canal” enmarcado en lo que suele llamarse el fin de la era de los medios masivos y la hegemonía del networking y la producción colaborativa en red. La experiencia de visionar una serie de televisión está en constante cambio y transformación y las productoras y canales de televisión navegan a dos aguas entre apoyar políticas represivas contra quienes bajan contenidos y los hacen circular en la Web y la generación de nuevas plataformas de negocios adaptadas a las nuevas realidades.
Una de las nuevas propuestas para ver series de televisión online y ‘legalmente’ es Netflix un sitio web a través del cual se pueden visionar series de TV pagando una suscripción mensual que actualmente cuenta con 33 millones de suscriptores en todo el mundo, nada mal pero al mismo tiempo demasiado poco para la inversión realizada. No es el caso analizar aquí las razones que motivan que los televidentes de series sigan prefiriendo la descarga o el visionado a través de sitios como Cuevana similar a Netflix pero gratuito, aunque conviene aclarar que la cuestión no pasa por el costo que hay que pagar sino por determinadas limitaciones que presenta el servicio pago.
Netflix , la industria vuelve a revolucionarse
De todas maneras los dueños de Netflix han doblado la apuesta y han decidido producir sus propias narrativas ficcionales en grabado a las que seguimos llamando “serie de televisión” solo porque todavía no existe un término (webseries es otra cosa) para darle a un producto audiovisual que no está hecho para ser emitido por un aparato de TV. Pero esta no es la única diferencia entre una serie de TV y estas series para ‘streaming’, ya que la otra gran novedad reside en que se pone a disposición de los suscriptores la totalidad de los episodios que componen una temporada para su visionado online, produciendo el fin de la clásica serialidad semanal.
El experimento Netflix se hizo realidad el 1 de febrero de 2013 con el estreno de los 13 episodios que componen la primera temporada de la serie “House of Cards” remake de famosa y exitosa serie británica del mismo nombre emitida en 1990. La nueva versión fue creada por Beau Willimon (The Ides of March), producida por el genial director de cine David Fincher (Alien 3, Seven,
The Game, Zodiac, y varios etc.) y protagonizada por Kevin Spacey; los 13 episodios fueron filmados durante 2012 y significaron una inversión de 100 millones de dólares, es decir, uno de los mayores presupuestos de la televisión norteamericana.
¿Y cómo ha sido el desempeño de audiencia de la serie? En principio digamos que hay varias respuestas posibles pero ninguna tendrá al tradicional rating como protagonista ya que aquí no hay ‘televidentes’ detrás de la pantalla que se puedan medir. La cantidad de nuevas suscripciones –método que también utilizan en la actualidad los canales de televisión que emiten por cable adicionalmente a la medición de audiencia tradicional- es en principio el principal indicador económico ya que se ha calculado que Netflix necesitará de al menos 520.000 nuevos suscriptores para compensar la inversión realizada en House of Cards.
Ahora bien ¿cuántos espectadores tiene la serie? Solo lo saben los que manejan Netflix y no es seguro que quieran hacer público el dato teniendo en cuenta los problemas que tienen las webseries emitidas por Youtube cuyo contador de reproducciones es público y por lo tanto sensible a interpretaciones que quedan fuera del control de los críticos y periodistas especializados.
De todas maneras, más allá del destino que tenga este intento puntual, la industria de las series necesariamente tendrá que encontrar nuevas modalidades de emisión que se adapten a los cambios culturales y tecnológicos si es que quiere sobrevivir al fin de la televisión como medio masivo tal como la conocimos en la segunda mitad del siglo XX.
House Of Cards, la serie que romperá las estructuras. Por Victoria Barberis.