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Inútiles explicaciones para la masacre de Denver

Por Maxi Monti

Pudo ocurrir que Bane, el oscuro antagonista del héroe en Batman: The Dark Knight Rises, resultara ser la fuente de inspiración para que James Holmes abriera fuego en aquel complejo de cines de Aurora, en las afueras de Denver, Colorado. Porque Bane, cerca del final de la película, ejecuta una matanza pública en un estadio de fútbol con armas y explosivos disfrazado con la característica máscara “que le cubre la nariz y la boca y a través de la cual inhala un medicamento que le otorga sus poderes”, en palabras de Tom Hardy, el actor que lo encarna en la cinta.

También pudo ocurrir, uniendo cabos, que Holmes hubiera emulado el caso de la tercera edición de Batman: The Dark Knight Return de DC Comics, en que el Guasón mata con gas al público en el estudio de un programa nocturno de TV. En la misma historieta, un hombre abre fuego en un cine de películas pornográficas luego de ser despedido de su trabajo.

Ciertamente, los asesinatos masivos no son exclusividad de Batman, pero sería necio negar la magnitud de la coincidencia: a días de la tragedia, una parte de la prensa resolvió antes que la policía que el autor de los ataques tendría como propósito imitar de alguna manera al malévolo antihéroe de la película.

La agencia AP México, el diario El Mundo de Madrid, La Nación de Buenos Aires y The Washington Examiner de Washington DC, por ejemplo, señalan otros paralelos entre el tiroteo de Colorado y las películas e historietas de la saga del superhéroe. Por empezar, Bruce Wayne terminó convertido en Batman luego de presenciar el asesinato de sus padres a la salida del teatro.

Es verdad que las coincidencias descubiertas guardan su distancia con las proporciones del temible supervillano, pero bien pueden ser datos menores. Es innegable que Holmes entró al cine vestido de negro con una máscara de humo (ya que utilizó una bomba de humo durante el ataque) y un chaleco antibalas en símil referencia a Bane. La verdad es que, al momento de ser arrestado, Holmes dijo a la policía: “Yo soy Batman». No tenía capa, de cualquier manera.

Pero la coincidencia más evidente, o más trillada, es el uso de armas por parte de Bane y su seudo admirador. Porque Holmes usó un escopeta, un revólver y una bomba de gas; y Bane, armado hasta los dientes, planeaba hacer estallar Ciudad Gótica con una bomba nuclear. Una referencia anecdótica sobre el mayor incidente con armas de fuego perpetrado por civiles en Estados Unidos desde la masacre de Virginia Tech en 2007, en la que murieron 33 personas.

El país con mayor número de armas de fuego en manos de civiles (hoy casi 300 millones) y en el que son vendidas cuatro millones y medio cada año, boga por una explicación de lo que pasó en Denver. Episodios de la misma naturaleza abrieron en el pasado un amplio debate sobre las leyes de posesión de armas en Estados Unidos, especialmente el de abril de 1999, en el que los adolescentes Eric Harris y Dylan Klebold entraron a la escuela de Columbine, situada en el mismo estado de Colorado, y dispararon indiscriminadamente antes de suicidarse.

De acuerdo a Brady Campaign Against Gun Violence, uno de los principales grupos que apelan por un mayor control sobre la venta de estos instrumentos, casi 100 mil personas resultan heridas por armas de fuego cada año en el país, más de 30 mil mueren y cada día, en promedio, hay 270 víctimas. Desde el 11 de septiembre de 2001, 238 ciudadanos del país murieron en ataques terroristas en el mundo, mientras en el mismo período fueron cometidos 150 mil homicidios en territorio estadounidense, según datos del Consejo de Relaciones Internacionales.

La tragedia de Columbine inspiró al cineasta estadounidense Michael Moore a rodar el aclamado documental Bowling for Columbine, que reflexiona acerca de la naturaleza de la violencia en Estados Unidos, la venta de armas y la llamada «Teoría del miedo».

La película señala, además, que el común de las tragedias del país fue el acceso libre de los responsables a armas de fuego incluyendo algunas muy sofisticadas como los rifles de asalto para los que Harris y Klebold compraron balas en Wal-Mart. De la misma manera, podrían haber elegido cibertiendas como Amazon o BulkAmmo.com, que acostumbran a lanzar ofertas y subastas de balas o cascos blindados de fuerzas especiales.

James Holmes frente al juez - Colorado, USA (Getty Images)

El dilema de Estados Unidos reside en la famosa Segunda Enmienda de la Constitución nacional que recoge el derecho a poseer armas. Literalmente dice: «Siendo una milicia bien preparada necesaria para la seguridad de un estado libre, el derecho del Pueblo a tener y portar armas no será vulnerado”.

Los defensores del derecho a poseer armas esgrimen también la Novena Enmienda. Ésta declara que ninguna ley puede violar derechos de los ciudadanos previamente reconocidos, es decir, como el derecho a poseer armas existía antes que la Enmienda (y antes de la independencia de Estados Unidos), no puede ser conculcado.

http://youtu.be/jDcg_NlNtFc

En la matanza de Aurora, Holmes contaba con armas compradas legalmente dos meses antes de la tragedia en locales de dos cadenas nacionales, informaron funcionarios federales a The Washington Post, y según el jefe de policía de la localidad, Dan Oates, fueron encontrados explosivos muy sofisticados y de gran peligrosidad en el departamento del joven, lo que motivó evacuar cinco edificios de los alrededores.

La portada de The Hollywood Reporter

En una recordada escena de Bowling for Columbine, Moore entrevista a Marilyn Manson, acusado por políticos y medios del momento por mover a los jóvenes a través de su música a perpetrar la masacre. Luego de que Manson señalara que el día de los asesinatos el Presidente Clinton había ordenado bombardear Kosovo, Moore preguntó:

– Si pudieras decirle algo a los chicos de Columbine, ¿qué les dirías?
– No les diría una sola palabra, escucharía lo que ellos tienen que decir, y eso es lo que nadie hizo.

Maxi Monti

Periodista, 24 años. Intransigente por momentos pero buen tipo en general. Escritor de servilletas, cantante de bañera, revolucionario de oficina. Independiente en el sentido más ambiguo de la palabra.