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Teniendo en cuenta lo mucho que significó Steve Jobs para el mundo, merecía algo mucho mejor que esto. La película protagonizada por Ashton Kutcher, quien interpreta al fundador de Apple, no es clara en cuanto a si decide glorificarlo por sus logros o condenarlo por su carácter megalomaníaco. Una cosa es segura: Steve nunca habría dejado de trabajar en el guión hasta que estuviera perfecto y contara su vida de forma muy muy diferente, para evitar ser una biopic común y corriente como el resto.
Mientras más creemos conocer a Steve, peor nos cae, pero no nos podría importar menos porque si bien Kutcher logra un trabajo digno en su interpretación y con los minutos le creemos cada vez más, la película carece de un encanto que tenía Mark Zuckerberg (Jesse Eisenberg) en Red Social que nos intrigue en saber cómo sigue. El guión de (y perdón por la comparación pero es inevitable) Aaron Sorking (quien está trabajando en otra adaptación de Jobs) era irresistible y convincente por los qué y los cómo de la historia. Jobs decide contar cosas que terminan por ser irrelevantes y pasa muy por alto otras que podrían haber funcionado mejor.
Kutcher desaparece en el personaje y logra expresar su temperamento y la determinación que tiene por las cosas que quiere, pero Jobs cambió el mundo en tantas formas y aún así el guión de Matt Whiteley no se molesta en ahondar en la psicología de Jobs para explicar qué lo llevaba a ser así, o porque fue tan mercurial e indiferente en cuanto a la relación con las mujeres y principalmente con su primer hija.
Los personajes secundarios tampoco son muy bien aprovechados, sobre todo el del co-fundador de Apple, Steve ‘Woz’ Wozniak, interpretado por el siempre cómico Josh Gad, quien aporta mucha calidad y sensibilidad al film que lo termina por desperdiciar, así como al resto de los personajes que van apareciendo y que sufren del carácter de Jobs en primeros planos y en silencio.
Siempre es un reto transmitir qué es lo que conlleva ser un icono cultural. Veinte años fue lo que se necesitó para que el concepto de una computadora personal pasara a ser de un objeto que generaba curiosidad a una necesidad. Jobs peca por creer que tan solo el hombre y el nombre es necesario para basarse en él durante toda la película. Lo es, pero dado lo importante que fue Steve para las últimas generaciones, tal personaje merecía una película más incisiva. En cambio, el film brinda la teoría de que sin Steve Jobs al mando de Apple nunca podría haber evolucionado y llegar a ser la gran compañía que es hoy, sin entrar en detalles de su revolución e innovación.
Puede que no todas las vidas (muchas veces aburridas) de genios como Steve Jobs merezcan ser retratadas en el cine, pero lo justo y cierto es que debería haber sido retratado con menor superficialidad, mayor grandeza y magnetismo. En otras palabras, Steve no habría dudado en mandar a reescribir varias veces el retrato de su historia, no solo para lograr una película mejor, sino algo que marque la diferencia, como lo hizo su carrera.