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Fotografías Gentileza Prensa BAFICI
«Les tengo una buena y una mala” proliferaba el director del BAFICI, Javier Porta Fouz, atajándose con nerviosismo sobre la NO concurrencia de Waters e Isabel «la Coca” Sarli a las presentación de Fuego de Armando Bo. “La mala es que Isabel esta recién operada de la cadera y no va a poder venir, y la buena es que Waters se juntó con ella e hicieron un video que hoy va a ser exhibido como premier mundial”. «¡Oh mi dios!» pensé, tanta ilusión derribada de una bofetada simbólica por la maldita frase “les tengo una buena y una mala”, vociferé entre dientes y demostré mi disgusto a la parejita millenials que tenía al lado – me enojé con el mundo – pero el hecho de que iba a ver Fuego, de Bo, me tranquilizó y calmó mi cholulismo de querer ver al padre del trash y al ícono sexual de los 70. El corto realmente fue emocionante (Porta Fouz tenía razón) con un Waters amable y simpático entra a la casa de la Coca como quien va a ver una abuela que se quiere mucho; e Isabel, siempre diva, con su cabello negro enrulado y el rouge con un rojo intenso, lo recibe con una sonrisa espontánea y un spanglish más que digno.
La belleza y porte exuberante de Isabel embellecen una conversación en donde los dos parecerían viejos conocidos. “Vos hacías todo lo que te decía Armando no?”, le saca la ficha rápido Waters quien se muestra fan de la película de director argentino. “Con Divine nos inspiramos mucho en vos”, le dice el director de Pink Flamingos y la mira con un amor que pone la piel de gallina. Y acá hago un stop: Waters es grosísimo, pero verla a Isabel, con sus años y repensando la cantidad de películas que hizo, lo jugada que fue en su sumisión apoteótica por Armando y por un género combatido en Argentina, me resultó de una ternura y de una emoción que pocas veces sentí en un Festival. Tuve ganas de abrazarla, porque se atrevió no sólo a los desnudos, sino que puso a sus espaldas personajes pesados en donde era «carne de cañón» en un mundo de «machos» libidinosos. “¿Vos cantas Isabel?” le pregunta Waters haciendo hincapié en el latiguillo musical “Fuegooooooo” que pasan cuando Laura o sea ella, se empieza a calentar y entra en un viaje de ninfomanía psicodélico, a lo que ella le responde “JA, NOOO, yo nunca canté”.
El divertido Ping Pong sirvió como un excelente prólogo para la exhibición de una película que hoy es vista con humor. Termina el corto, y ya dispuestos a los créditos de apertura, un bullicio se genera en la sala. Waters baja las escalinatas del cine con una ovación. Ese hombre delgado, con un traje blanco y verde no podría ser otro, tenía que ser él; lloré, pero rápidamente me repuse, su stand up de presentación fue divertidísimo y siempre resaltando que estaba feliz de ver a Isabel Sarli. Las premisas fatalistas de “Una buena y una mala” ya habían quedado atrás, la emoción para los que creemos que el cine es nuestro segundo hogar, se habían trasformado en un momento único. Era viernes y las postrimerías de un fin de semana que me dejaría con resaca de ver cine, se avecinaba.