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Killer Women, atada a los estereotipos

Por Luis García Fanlo

“Suspender toda relación directa entre producción de arte y producción de efectos sobre un público determinado… hacer ver lo que no se ve y visible lo invisible, producir disenso: reconfigurar la experiencia común de lo sensible, redefinir lo que es visible y enunciable, lo que se puede decir y qué sujetos son capaces de decirlo, producir ficciones. La ficción no es la creación de un mundo imaginario opuesto al mundo real” Jacques Ranciere

Entre 2005 y 2008 se emitió en la televisión argentina la exitosa serie Mujeres Asesinas producida por Pol-Ka y basada en la novela del mismo nombre de la escritora Marisa Grinstein, fueron cuatro temporadas y 78 episodios de un procedimental de cuidada calidad ética y estética que supo obtener el Premio Martín Fierro el máximo galardón de la televisión argentina. Cada episodio narraba la historia de un homicidio real cometido por una mujer en la Argentina.

El 7 de enero de 2014 la cadena norteamericana de televisión ABC emitió el estreno de Killer Women, una adaptación de la serie realizada por Hannah Shakespeare, producida por la actriz colombiana Sofía Vergara y protagonizada por Tricia Helfer (Battlestar Galactica).

Digo adaptada porque en rigor, la serie norteamericana está narrada desde el punto de vista de la agente Molly Parker (única Ranger de Texas del sexo femenino) y no desde la perspectiva de la mujer asesina como era el caso de Mujeres Asesinas.

El episodio piloto fue dirigido por Lawrence Trilling a quien conocemos por su trabajo en tres grandes series protagonizadas por mujeres: Felicity, Alias y la genial Damages. Las primeras críticas recibidas no fueron nada halagüeñas (como muestra un magro 49/100 otorgado por el conocido sitio Metacritic que recopila los comentarios de periodistas y fans).

http://www.youtube.com/watch?v=hLdPeUeA2KU

Una serie protagonizada por una mujer, escrita y dirigida por mujeres, que dramatiza homicidios ejecutados por mujeres, evidentemente produce todo tipo de movimientos en el machista mundo de las series de televisión y genera gran polémica en particular cuando la protagonista no es otra que la espectacular Tricia Helfer, una actriz cuya belleza le juega en contra.

La cuestión es que más allá de la estética estereotipada de los famosos Rangers (como olvidar a Chuck Norris protagonizando Walker: Texas Ranger) y de los ganaderos terratenientes del sur chicano de los Estados Unidos (Dallas e incluso The Bridge), independientemente del viable de género de las historias de súper-policías que pueden ellos dos solos contra todo un cartel mexicano de la droga que en rigor se vuelve inverosímil social (sobre gustos no hay nada escrito), el principal problema que tiene la serie es haberse propuesto para dar un mensaje sobre la feminidad (no me animaría a decir feminismo) que puede y debe tener el mismo lugar que los hombres no importa lo rudo que el trabajo pueda ser.

Y aquí la serie falla, porque la protagonista que todo lo puede, que se lleva a todo hombre por delante, que parece una mujer decidida, independiente y arriesgada termina suplicándole a un personaje masculino, agente de la DEA, con el cual tiene relaciones sexuales, que la ayude: sin el apoyo del amante colapsa como heroína.

Digámoslo sin dar vueltas: el personaje no encaja con Tricia Helfer a quien todos seguimos recordando por Six la sensual, terriblemente despiadada, inteligente y soberbia Cylon (inteligencia artificial alien) de Battlestar Galactica que sabía cómo poner a sus pies a todo hombre disponible en la galaxia y, a la vez, ser la feminidad elevada a la enésima potencia.

De modo que en mi opinión era más feminista Six (precisamente porque los guionistas de BG no querían dar ningún mensaje de género, para utilizar una mala expresión muy de moda) que Molly, una de las dos únicas mujeres Rangers y trompetista en un conjunto excluyentemente varonil.

Pero hay algo más. Cuando estoy mirando una serie, en particular un episodio piloto, de solo cuarenta minutos y detengo varias veces el video porque se me hace eterno el visionado es que hay algo en la historia misma que no funciona. Quizá sea que me acuerdo de las Mujeres Asesinas argentas en las que la protagonista era precisamente la asesina y su historia y en eso residía su capacidad transgresora de las relaciones de poder hombre/mujer al mismo tiempo que nos mostraba diversas variantes de la opresión femenina.

No había una protagonista mujer que asumiera necesariamente el rol de heroína sino decenas de mujeres anónimas, infames como diría Foucault, cuya única singularidad reside en que salen de la oscuridad porque rompen la ley. Y esta fórmula tenía una ventaja que no tiene Killer Women: no hay protagonista que saque las conclusiones y nos cuente la moraleja sino que cada espectador tenía que elaborar su propia interpretación, tomar partido, pensar y reaccionar por sí mismo.

Pronóstico reservado para Killer Women, en la medida en que no logre romper con la matriz melodramática que la atrapa, captura y sujeta a los estereotipos de una representación basados en la opción binaria entre hombre y mujer cuando lo que está en juego es una relación social de poder entre hombres y mujeres.

Luis García Fanlo

Luis E. García Fanlo (Buenos Aires, 1957) Doctor en Ciencias Sociales y Sociólogo (UBA). Investigador del Área de Estudios Culturales (IIGG-UBA). Investigador del Centro de Investigaciones en Mediatizaciones (UNR).