Cine

La herencia de la saga: Crítica de Star Wars, The Rise of Skywalker

Por Germán Pérez

J.J. Abrams (Lost, Super 8, Cloverfield) encuentra la tarea de remendar los restos de una saga herida por las decisiones corporativas y el accionar un director enclenque  – Rian Johnson – para lo que se necesitaba; Abrams demuestra correspondencia entre la pasión del fandom y realizar un trabajo sin traicionar las bases ni a él mismo no obstante, si bien The Rise of Skywalker es un paso adelante de lo que fue The Last Jedi en el 2017, los errores están a simple vista y ese poderoso final que tanto se esperaba queda en un tono bajo.

Daisy Ridley, John Boyega y Oscar Isaac regresan como el trío principal de la nueva trilogía; cada uno de ellos tienen su momento a destacar (en especial Ridley, que por obvias razones el nuevo capítulo de la saga cae en sus pies), sin embargo, la química entre estos actores se ve distante en todo momento a pesar de que compartan pantalla. Este fin de trilogía muestra realmente que no se trata de encontrar amistad o un lugar en el mundo, sino de descubrimiento personal. Richard E. Grant, Keri Russell, Naomi Ackie son nuevos nombres – de reconocidos talentos – que se añaden a este universo de forma correcta.

De todas formas el encargado de elevar la situación es Adam Driver interpretando nuevamente a Kylo Ren/Ben Solo. Driver se distancia de aquel «malcriado» que vimos en The Force Awakens (2015) y deja ver un lado maduro puro cuyo desarrollo en esta trilogía es digno de mención. Driver es el que más se benefició tras la explosión de esta nueva trilogía y lo demuestra en cada oportunidad; como Kylo, atrae el conflicto pero como Ben las situaciones se elevan llevando al espectador a disfrutar de las mejores escenas que The Rise of Skywalker.

Pero las fallas en The Rise of Skywalker se presentan en cantidades alarmantes. Un guión pobre y el uso extremo de deus ex machina imposibilitan que este «último» capítulo sea una experiencia a la altura de las circunstancias. Además «La Fuerza» se adapta a la conveniencia, todo llega por un fin, y la inserción de un cierto «teletransporte de materia» destruye misticismos y arruina la capacidad de demostrar innovación en las bases, sacado por la pura idea de una «galera intergalactica».

El inminente retorno de Palpatine (Ian McDiarmid) sucede de modo directo y sin vueltas. La satisfacción por el regreso del personaje de McDiarmid se consigue aunque la autoridad se pierda por la busqueda de «la salida fácil» que tanto Terrio y Abrams, en guión, dan. Con tantas opciones al alcance el evitar lo arriesgado seduce más y en Star Wars es un error fatal.

141 minutos que buscaban concluir de manera monumental consiguen un final tibio y pasajero; la llamada de hordas de fanáticos es fuerte y clara, pero hay que reconocer cuando el viaje llega a su fin y a Star Wars le llegó el turno. Hay un futuro claro y optimista en la saga y el mismo gira en torno a las spin-off, las pequeñas historias de galaxias, los héroes anónimos que merodean por el espacio pueden lograr conseguir nuevamente las viejas glorias… sólo es cuestión de buscar en el universo. Valoración: Buena.

 

Germán Pérez

Lector, escritor y cinéfilo. Pasa sus días en el gimnasio y viendo viejos y nuevos clásicos del cine. Fanático de Michael Mann.