Cine

Loco a través del agua: crítica de Rocketman

Por Santiago González

Después del éxito descomunal (no tanto por parte de la crítica especializada) de Bohemian Rhapsody era el turno de otro de los popes de la música de tener su biopic: Hablamos de Elton John, contemporáneo de Mercury y cía. durante la década de los setenta y ochenta.

Rocketman, tal es el título, la dirigió Dexter Fletcher al mismo tiempo que Bryan Singer filmaba la biografía de Freddie Mercury. Como Singer fue despedido del proyecto por su comportamiento irresponsable Fletcher se encargo de terminar el film de Queen. De todas formas bohemian quedaba más como un trabajo del director de Los sospechosos de siempre ya que viendo los resultados finales se nota que el corazón de Fletcher estaba en la historia del pianista británico.

Rocketman es inmensamente superior a Bohemian Rhapsody en casi todo. Tal vez haya sido por los problemas que hubo detrás de escena que aquella película se convirtió en un mamarracho desde el montaje hasta la narración despareja y que solo zafaba debido a la importancia de Queen en el imaginario popular. En esta biografía de Elton John se nota un cuidado importante sobre varios aspectos.

Fletcher se toma su tiempo para construir a su personaje principal y el contexto en el que creció, sobre todo la relación con sus dos padres (interpretados por Steven Mackintosh y una irreconocible Bryce Dallas Howard). También se toma su tiempo para desarrollar la larga amistad que aún sigue teniendo con el letrista Bernie Taupin – interpretado por Jamie Bell – esta misma amistad es uno de los puntos fuertes de esta película. Entre ambos se dan los momentos más conseguidos, debido a la química entre los dos actores.

Y hablando de su protagonista Taron Egerton no tendrá una larga carrera cinematográfica – de hecho sus primeros trabajos datan del 2012 – pero sí es, por ahora, el único actor capaz de interpretar a Sir Elton John. No solo tiene una voz similar, sino que físicamente es parecido, a diferencia de Rami Malek y su enano Freddie Mercury. Es en esa imitación – que bien podría acusársele de cosplayer – que Egerton logra sus mejores picos de actuación al punto de poder mantener una sola escena con su presencia y sus gestos exagerados. Y aunque entendible que se le acuse de imitación, lo cierto es que funciona ya que el material pedía que sea ese el registro actoral y no otro.

Lo que si no funciona son algunas secuencias musicales que demuestran la poca experiencia de Fletcher en este campo. Muy pocas logran la fuerza que si tienen otras escenas y para variar la falta de timing, en un intento de filmar planos secuencias a lo La La Land  le juega en contra y termina afeando algunas secuencias, como la de Saturday night’s alright for Fighting donde la cámara no sabe para dónde moverse. Fletcher quiere jugar a ser Baz Lurhman (director de Moulin Rouge, entre otras películas) pero le falta; tal vez en un par de años y varias películas de medio logre hacer un gran musical pero acá es un borrador. En ese sentido en Bohemian Rhapsody si estaban mejor realizadas estas secuencias, o por lo menos pegaban con el ritmo de las canciones, aunque esa idea no se sabe a quién le corresponde.

Con sus pros y sus contras Rocketman es valiosa como acercamiento a la vida de un cantante que vivió al límite y vivió para contarlo. A su vez es un paso adelante para los musicales y para todos aquellos que buscan que ese género muerto vuelva a disfrutarse en pantalla grande, con las biopics descubrieron el camino y es por acá. Calificación: Buena.

Santiago González

Estudiante de Artes Combinadas de la UBA y Crítica en el UNA. Le gusta escribir y ver películas la mayor parte del tiempo. Es fanático del cine de terror.