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Podes ser anti o pro K, pero lo que no se puede negar es que en Argentina la letra K cambió de sentido a partir del 25 de mayo de 2003. “Néstor Kirchner, la película”, dirigida por Paula De Luque, es un fiel reflejo del cambio de época. Las reacciones y críticas ante la película varían según la mirada del proceso político. Es imposible abstraerse de ello. Al escribir sobre Néstor Kirchner jamás se puede ser neutral u objetivo. Marcó un hito en el proceso político y seguramente perdurará su legado.
“Esta película nace de un dolor compartido por millones”, inicia el film agradeciendo también a quienes enviaron sus grabaciones particulares compartidas con Néstor y que lamentablemente en la película son escasamente utilizadas. Anticipándose a las críticas, De Luque explicita su intención de realizar una película desde una posición no neutral. “Kichner entregó la vida por su causa. Esto es de una enorme dimensión heroica y poética”, dijo en una entrevista radial.
La película potencia aún más la apuesta oficial a la continuidad y radicalización del proceso en la participación juvenil. Por ello, resuena constantemente “que florezcan mil flores“. Aquel apotegma maoísta que Néstor reflotó. En el largometraje, cuya duración es de 100 minutos, se debate el sentido histórico que tomará el kirchnerismo.
En primera instancia, luego de recordar por medio de imágenes la represión de diciembre de 2001 y la muerte de Maxi y Darío en 2002, desde el relato audiovisual se rememora el desparpajo de Néstor y su vocación por la ruptura del protocolo, su vínculo directo con el “pueblo” y su desconfianza de la mediación. Se ahonda en el uso de las cartas y su respuesta a las necesidades escritas. Ejemplo de ello, Nolasco cuenta cómo recibió el violín enviado por Néstor -un instrumento del pianista Miguel Ángel Estrella– luego de que le acercara una misiva en un acto en Jujuy.
En síntesis, el film toma los ejes centrales de transformación – históricas banderas del progresismo y los movimientos sociales- como el punto final a las desmemoria, el juzgamiento a los responsables del plan sistemático de aniquilación y su revalorización histórica como generación; la renegociación de la deuda externa con los bonistas privados y el desendeudamiento con el FMI –ambos condicionamientos externos que ahogaban eternamente al Estado-; relaciones carnales con los procesos políticos latinoamericanos y ALCA al carajo en la cumbre de Mar del Plata en 2005; tensión extrema con el “campo” por la 125 y la democratización de la palabra a través de la ley de servicios de comunicación audiovisual. Faltaron la recuperación institucional de la Corte Suprema de Justicia, la nacionalización de las AFJP y la sanción del matrimonio igualitario.
En fin, si estas decisiones políticas te conmovieron, la película lo logrará también.
“Quisiera que me recuerden sin llorar
ni lamentarme
quisiera que me recuerden por haber hecho caminos
por haber marcado un rumbo”Poema de Joaquín Enrique Areta – detenido desaparecido con 22 años de edad por la última dictadura cívico militar –
Versión extendida en andresoliva.com.ar
Un homenaje político
Ante todo, Néstor Kirchner, la película, me pareció un homenaje. Con buena utilización de recursos fílmicos de época que le tiñen de nostalgia cada recuerdo y con detalles sublimes en la música tanto como en ciertas pinceladas de su Directora, Paula De Luque.
Kirchner será el apellido político que recordará una generación que se inició políticamente en Argentina después de la crisis de 2001. En el documental se ven esos rostros que se disputan con la emoción y las manos nerviosas de un hombre que sentía la política. Como miles que han pasado y vendrán en toda América. Pero con una diferencia, él llegó e hizo. Aquello en lo que creyó. Nunca fue fácil lograr aquello que uno sueña de joven, al menos con esa creencia crecemos. Creo crecíamos o crecían nuestros padres con esa culpa de hijos de inmigrantes humildes y diezmados por los Golpes Militares. Hoy algo de eso cambió, se siente. Y muchos creen que NK tuvo que ver en ese proceso.
Los líderes de los movimientos políticos están para eso, para demostrar que se puede. Para dejar en la historia aquello que está bien y lo que no, o al menos lo que se debía hacer en ese momento político según sus creencias. Lo importante es ver las convicciones en ellos, que las sostengan y se sostengan. No es fácil madurar políticamente en una democracia joven como las de Latinoamérica. Escuchar con atención los discursos que se reproducen es importante y hubiese preferido más anécdotas políticas como la que se le escucha decir a Aníbal Fernandez o la que cuenta Máximo del Bicentenario.
El Documental es un claro homenaje que tiene además como condimento central a Máximo Kirchner, hijo de Néstor. Rostro y postura que se presenta como conductor, al menos en la trama, mientras otros se apoyan que lo que busca posicionar esto es justamente la continuidad de su figura para fortalecerlo internamente en el Kirchnerismo. Historias mínimas que siempre se valoran de los Presidentes que saben mostrarse humanos, romper el protocolo y hasta lucir imperfecciones con las que la gente se encariña.
El militante será parte de una cita perfecta, muy cuidada, con su líder en un formato de lujo, que supera al concepto de propaganda. Quien no simpatice con su figura podrá buscar a la salida argumentos críticos que no son los que aparecen. No hay mirada total sino homenaje y esa es su función. La música y ciertas escenas conceptuales donde se ve la capacidad de De Luque serán disfrutadas por todos. Si se ve en detalle quizás aquellos inquietados e inquietos por la política vean la antropología de un movimiento que gobierna hace décadas Argentina y se lo entienda mejor, en todos sus aspectos.