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Outlander, un viaje a lo inesperado

Por Victoria Barberis

Vamos a caer de nuevo en un viejo y pesado debate, pero si no comenzamos por ahí, es muy difícil describir Outlander, casi tanto como recomendarla. Hay algunos televidentes que sienten rechazo hacia alguna serie solo por el género al que pertenece o por sus protagonistas. Así, quien no se siente atraído particularmente por las historias sobre zombies pasa de ver una ficción que funciona en muchos otros niveles, como lo es The Walking Dead. Algo parecido sucede con la línea que divide las series entre contenidos para hombres o contenidos para mujeres. Outlander en particular, es definida por muchos de sus detractores como un producto enfocado en el público femenino, con elementos de novela y de romance que en apariencia, la vuelven poco apetecible para los hombres.

Pero no nos dejemos engañar por unos cuantos torsos desnudos, una protagonista femenina y un héroe de ensueño. La propuesta de Starz es mucho más que eso: es un drama intenso de aventuras y ciencia ficción que además se ocupa en tratar y destacar ciertos pasajes interesantes de la historia del Reino Unido. Está basada en la saga literaria que lleva el mismo nombre, escrita por la autora estadounidense Diana Gabaldón y que consiste en ocho libros donde se va narrando la inquietante historia de Claire Beauchamp.

Si bien es cierto que podemos contar algunos elementos que la clasificarían como una historia destinada a mujeres, no es menos cierto que esto no la encasilla: no estamos hablando de personajes construidos en torno a un estereotipo, ni de romances de esos que empalagan. Ante todo, estamos ante la historia de un viaje –o de muchos- y de cómo una mujer que ha pasado toda su vida dando una interminable recorrida por el mundo, se ve envuelta en una aventura impensada, buscando en adelante el equilibrio entre dos mundos.

Claire Beauchamp (Caitriona Balfe) pasó toda su infancia acompañando a su tío en recónditas misiones arqueológicas. De adulta, ya convertida en enfermera, le tocó asistir a soldados y civiles durante las crueles batallas de la Segunda Guerra Mundial. Así fue como esta valerosa mujer inglesa nunca tuvo por demasiado tiempo algo a lo que pudiera llamar hogar. En su espíritu valiente y nómade parece estar marcado el destino que la espera: viajar a donde nunca nadie ha viajado, entrar en contacto con el presente y con el pasado a la vez y desafiar todas las leyes del Universo.

Aunque lleva cinco años casada con Frank Randall (Tobias Menzies), los años de la Guerra y los vaivenes del espíritu han hecho que su relación se corroa en silencio, encontrando solamente en el sexo un punto en común que los una para dejar de fingir que todo es como alguna vez fue. Porque en el fondo, Claire sabe que su destino no está en la eternidad junto a Frank, que sin saber qué es lo que le depara la suerte, no esperan ni esperarán lo mismo de la vida. O al menos, ésas son las inquietudes que conviven en la mente de Claire. Frank es un apasionado por la historia y por el pasado, interesándose particularmente en la genealogía. Decide emprender junto a su esposa un viaje como reencuentro luego de los años de combate armado que los mantuvieron separados, y para descubrir cada detalle de sus antecesores.

En el pequeño pueblo escocés de Inverness y casi por azar, Claire abre una puerta a lo desconocido y despierta exactamente en el mismo sitio, pero en 1743. En ésos años, otros conflictos tenían lugar en aquellas tierras y allí es donde la novela toma elementos históricos para construir sus personajes. Poco después del levantamiento Jacobita y en los años de la rebelión, existió un hombre llamado George Mackenzie, que lideró al Clan Mackenzie en la Batalla de Falkirk. Los Mackenzie fueron una fuerza importante en la lucha por derrotar las fuerzas británicas durante el siglo XVIII, con la finalidad de devolver el trono a Jacobo II de Inglaterra y, con ello, a sus descendientes de la Casa de Estuardo.

El pasado que obsesionaba a su marido aparece crudo e inesperado frente ante los ojos de la protagonista y antes de que pueda avizorar el peligro, aparece su salvador y quien será un punto clave en la vida de Claire: el joven y apuesto Jamie Fraser (Sam Heughan), un soldado del Clan Mackenzie –ahora sí, el toque de novela romántica- quien despierta en la protagonista una suerte de curiosidad y la presenta al resto de los soldados escoceses que forman parte del Clan. Si bien al principio ella pasa de ser confundida con una prostituta, gracias a sus conocimientos de enfermería termina encajando como una sassenach (una forastera), pero una compañera medianamente respetable al fin.

El impensado viaje de la protagonista ha comenzado: aunque su inescrutable raciocinio busque otras respuestas, la conclusión en sencilla: ha viajado en el tiempo. No conforme con eso, se debatirá entre dos hombres y un sinfín de peligros. En este sentido, es admirable el trabajo visual de la serie, que es capaz de hacernos viajar en el tiempo a nosotros también, contando e imaginando sobre una base histórica real y una fantasía compleja que nos invita a ir descubriendo más. Los exteriores son tan magníficos como el encanto de Inverness y los múltiples verdes del paisaje escocés.

Esta producción británico-americana creada por Ronald D. Moore es una invitación a los sentidos y una gran aventura de fantasía. Aunque es cierto que por no escatimar en romances apasionados y en escenas de desnudos, esta obra puede ser confundida con un drama de poca monta pensado para mujeres que no quieren ser encasilladas en comedias al estilo de Sex and the City. Pero hay mucho más. La platea femenina, si quiere quedarse con algo, tendrá su compensación por el lado del soldado Fraser.

Por otro lado, más allá de ser de ésas series que se toman su tiempo para construir el relato (nada sucede a un ritmo vertiginoso, priorizando la estética de las escenas), aparece el elemento del relato en off, uno de los recursos más controversiales. En este caso, no se trata de una voz que describe hasta lo obvio, pero sí es cierto que puede llegar a ser agotador.

En el mundo de las series dramáticas poco puede ser clasificado como para hombres o para mujeres. Por suerte existe una enorme posibilidad de relatos para construir y recrear con calidad y efectividad. Después de todo, Outlander no es una serie para identificarse, sino que es solamente para disfrutar mucho y –con una cuota de curiosidad- aprender un poco.

Victoria Barberis

Es periodista de profesión y escritora de corazón. Es "seriéfila" y una aficionada a las sagas. Su pluma a veces es sarcástica, pero siempre divertida.