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Entre la gran oferta de películas que existe actualmente, las provenientes de Hollywood o las independientes siempre existe alguna que pasa desapercibida, ya sea porque recibe poca publicidad o nunca se llega a estrenar en el cine. En este caso “Plegarias para Bobby” no solo es una historia conmovedora, sino que además trata un tema que al día de hoy es incomprendido por ciertos sectores religiosos de la sociedad y es la homosexualidad.
Plegarias para Bobby está basada en una novela biográfica de Leroy Aarons que narra hechos reales ocurridos a mediados de la década del setenta. El protagonista Bobby Griffith, interpretado por Ryan Kelley, es un joven gay que se suicida a causa de la intolerancia religiosa de su madre, Mary – Sigourney Weaver– y de la sociedad que lo rodea.
La interpretación de Sigourney Weaver es magnífica, la cual le valió una nominación a mejor actriz principal en los Globos de Oro y los Screen Actors Guild. También la película obtuvo dos nominaciones en categoría de mejor película, una en los premios GLAAD 2010 y otra también en los Globos de Oro.
Una invitación a comprender ese mundo que padecen quienes son acallados. Entender un poco más los sentimientos que apuñalan los corazones discriminados. Más allá de aceptación que hoy comienza a difundirse, deberíamos pensar en la tolerancia. Nadie debe morir nunca más por falta de comprensión.
Bobby es un joven norteamericano que se cría en el seno de una familia perteneciente a la Iglesia Presbiteriana. Cuando le confiesa a su hermano mayor su homosexualidad su vida cambia completamente cuando su madre Mary, destacada por ser una cristiana devota y conservadora, se entera y se propone a “curarlo”.
Mientras que su Padre y hermanos comienzan a aceptar su homosexualidad, su madre se empeña día a día mediante visitas a un psiquiatra e incentivando la oración junto a actividades de su Iglesia a que Bobby pueda cambiar. Él en la desesperación de complacer a su madre accede a todo lo que ella le impone, siendo en vano, deprimiéndose aún más al saber que a pesar de todo lo que haga la Iglesia condena la homosexualidad.
Bobby decide marcharse a vivir con su prima, allí conoce en un bar gay a David quien terminaría siendo su novio. A pesar de alejarse de su familia, su depresión aumenta con el transcurso del tiempo al saber que nunca iba a poder ser aceptado por su madre, que es lo único que él deseaba. Los sentimientos de odio hacia él mismo lo llevaron a tomar la decisión de quitarse la vida saltando a la autopista desde un puente.
Mary al enterarse de la muerte de su hijo comienza a cuestionarse a si misma su religión y la interpretación que tiene de la Biblia. Esto la lleva a encontrar respuestas y apoyo en la comunidad de Padres, Familiares y Amigos de Lesbianas y Gays (PFLAG).
Allí descubre que Bobby siempre había sido diferente desde la concepción y que no había nada malo con él realmente. Debido a eso, ella se convierte en una defensora de los derechos homosexuales, incitando a las personas a pensar antes de defender la homofobia tomando como ejemplo la historia de Bobby.
Esta película es recomendable para aquellos que por desconocimiento consideran que la homosexualidad es un problema social o una enfermedad que debe ser curada, como Mary creía en un principio. Actualmente vivimos en una sociedad que de a poco va aceptando que esto no es así, haciéndole valer la igualdad de derechos (a través de la aprobación de la ley de matrimonio igualitario, por ejemplo).
Aún nos queda mucho camino por recorrer, esperemos que la historia de Bobby se difunda y que muchos jóvenes como él puedan expresar su elección sin que ninguna religión o sector social los discrimine.