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El director Pascual Laugier se hizo conocido en el 2008 por su película Martyrs, una propuesta de violencia tanto física como psicológica que a pesar de estar dentro del denominado nuevo cine de terror francés, se encontraba lejos de títulos como Haute Tension o L’interiur. La polémica por su violencia y por su tono nihilista la convirtieron en un clásico de culto y una de las obras más difíciles de soportar, incluso para aquellos metidos en esta clase de trabajos.
Su nueva película lleva por título Pesadilla en el infierno y es en cierto sentido parecida a Martys. No solo cuenta con la violencia sádica y su tono por momentos desesperanzador sino que la historia se sitúa en los ojos de dos mujeres que deben afrontar situaciones una más humillante que la otra.
La trama es simple: Elizabeth lleva a sus dos hijas Vera y Beth a la casa de una tía que falleció. En su primera noche dentro son atacadas por dos hombres. Años después Beth se ha convertido en una escritora de terror famosa, tiene una familia modelo y parece haber superado lo que ocurrido. Esto hasta que recibe un llamado de su madre para que vuelva a la casa donde ocurrió todo este incidente y ayude a su hermana quien está viviendo situaciones extrañas.
Por la sinopsis pareciera una de fantasmas más pero Incident on a Ghostland, tal es su título original, tiene como referente a ese cine malsano de los setenta con esa obra cumbre de la tortura que es The Texas chainsaw massacre a la cabeza. O sea se trata de una película sobre el dolor físico, donde el miedo es real y las situaciones angustiantes. Algo de eso logra Laugier, más que nada llegando al final y a base de machacarnos con un sonido apabullante y una puesta en escena clara en los momentos más duros.
Pero el resto de la película es sólo una excusa para camuflar toda esta violencia, para que parezca inteligente y no la obra de un sádico que trata a los personajes femeninos como muñequitas frágiles. Sacado el velo nos encontramos con una más del montón, medio pavota y con graves problemas de montaje. Justamente una de las cosas más preocupantes de Pesadilla en el infierno son los problemas narrativos, aunque como hipótesis a Laugier seguramente no le interese eso. Para ser alguien que se hizo conocido por su sadismo, la película en muy contadas ocasiones logra su objetivo que es el de impactar. Esto parece una copia de la copia de la remake de La matanza de Texas. Tampoco ayudan sus personajes cuyo única funcionalidad es pasar por vejación tras vejación pero cuya relaciones entre ellos no es de por si atractiva de seguir.
Ocasionalmente se despegan algunas ideas interesantes; por ejemplo que esta clase de cine sirve de catarsis para sus realizadores quienes en el fondo no pueden ver sangre. E incluso hay algunas referencias a otros directores del género como Rob Zombie, pero ¿en serio Laugier caíste en ese truquito?
No se engañen, a pesar de su obvia vuelta de tuerca, Pesadilla en el infierno es una más, solo que es una de esas que no quiere aceptar su propia realidad, la del olvido. Valoración: Regular