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Es el Día de Acción de Gracias, los Dover se dirigen a la casa de los Birch para celebrar. Todo se desenvuelve en un clima de armonía y paz. Los adultos toman, charlan, se ríen, y los más chicos salen a jugar. De repente, se desata el caos. Las hijas menores de ambos matrimonios salen de la casa a buscar un silbato y no regresan. Una camioneta estacionada cerca de la casa es el único indicio que sirve como punto de partida para la investigación sobre la desaparición de las niñas. A partir de allí, tensión, sufrimiento y una carrera contra el tiempo.
Esto es Prisoners, un dramático y desesperante thriller dirigido por el canadiense Denis Villeneuve (Incendies) que durante dos horas y media logra atarte a la butaca, incomodarte, impactarte y quitarte la respiración. Parece una exageración, pero créanme, no lo es.
Prisoners plantea una serie de temas muy complejos donde el espectador juega un papel importante, y donde las preguntas tales como ¿Qué harías en su lugar? ¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar en esa situación? son inevitables. Es que Prisoners no es solo un film sobre un secuestro, es un film sobre la fe, la violencia, los límites del ser humano y las decisiones extremas que pueden cambiar las vidas para siempre.
El inmenso Hugh Jackman se pone en la piel de Keller Dover, el padre de Anna, una de las niñas secuestradas. Hugh Jackman es quien, durante gran parte del film, lleva adelante el relato gracias a la aparición de otro personaje, Alex Jones, interpretado por un sólido Paul Dano.
Alex, un joven con el coeficiente intelectual de un chico de 10, es el principal sospechoso y Keller está convencido de que sabe dónde está su hija. Como la policía no tiene pruebas para retenerlo en prisión o siquiera acusarlo, Keller decide tomar una decisión extrema: hacer justicia por mano propia, llegando a límites insospechados, donde cualquier cosa es válida con tal de recuperar a su hija.
Cómo reacciona cada individuo ante una situación semejante también es un tema importante en el film, ya que no todos lo toman igual. Por ejemplo, el padre de Joy, la otra niña secuestrada. Terrence Howard se pone en la piel de Franklin Birch, un padre que no puede manejar la situación y actuar como Keller, sobre todo cuando no se sabe si el sospechoso es realmente culpable.
Maria Bello (Grace Dover) y Viola Davis (Nancy Birch) completan junto a los hijos mayores de cada matrimonio, el círculo familiar como las dos madres devastadas por la situación.
Sin embargo, en este film hay un personaje que será incluso más importante que Keller: el detective Loki, interpretado por un genial Jake Gyllenhaal. Él es quien lidera la búsqueda y sigue las pistas, ata los cabos para tratar de resolver el caso. Un caso que se presenta cada vez más complejo a medida que avanza la historia, con conexiones increíbles, pistas falsas, descubrimientos macabros, y demás.
La tensión que se genera durante los 153 minutos es inexplicable. Mientras escribo me acuerdo y me pongo nerviosa de nuevo. No solos los personajes se enfrentan a sus peores pesadillas sino que los espectadores, sobre todo quienes son padres, pueden fácilmente ponerse en sus zapatos. No hay manera de escaparle al sufrimiento y la angustia que la historia genera a cada momento.
Prisoners es un gran film de suspenso, intriga y misterio, con actuaciones magistrales de todo su elenco: no puedo olvidarme de Melissa Leo, quien brilla en el papel de Holly Jones, la madre de Alex. ¿De qué lado se pondrán? ¿A quién defenderán y a quién repudiarán? ¿Estarían dispuestos a todo en una situación así? Está abierto el debate. Solo queda ver y opinar.