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Todo lo que hizo que la primera parte The Hangover fuera un éxito inesperado, en esta tercera y última entrega ha desaparecido. Ese humor desenfrenado y sinvergüenza, la estructura de pick-up-the-pieces después de la resaca, no existe. El film da lástima, porque por más que a Todd Phillips, su director, se le haya criticado por haber hecho una segunda parte, que resulto una copia burda de la primera, siempre se puede darle un giro usando la misma fórmula, esa que robaron descaradamente de “Dude, dónde está mi auto?”.
¿Qué pasó ayer?: NADA, absolutamente, nada. Acá no hay resaca, no hay algo perdido que se deba encontrar, más que la dignidad de sus personajes y los actores que hasta parece que ni ellos disfrutan de la película. ¿Por qué habríamos de hacerlo nosotros? La manada de lobos es aburrida, aún con la rareza e inmadurez que caracteriza a Alan (Zack Galifianakis), quién fue el gran descubrimiento del primer capítulo. Las risas son sacadas con tira buzón y como si no fuera suficiente, el aburrimiento se transforma en irritación con cada aparición del señor Chow (Kan Jeong). Honestamente, me alegra que él tenga una carrera sólida gracias a estas películas, pero suficiente es suficiente! Esto es algo que Hollywood nunca va a aprender.
Empezar una nueva aventura (o desaventura) desde la escena final que llega con los créditos, que por más que sea algo desagradable, cumple con la formula absurda de la primera y saca carcajadas sin esfuerzo, hubiese sido mucho mejor que su trama actual.
Phil (Bradley Cooper), Stu (Ed Helms) y Doug (Justin Bartha) quieren internar a su emocional y volátil amigo Alan (Zack Gajskjhdshhdgs) en una clínica de rehabilitación para que madure de una vez por todas. En pleno viaje, el criminal Marshall (John Goodman), explica de forma rápida y torpe como es que él está involucrado desde la primera película con sus drogas y porqué ahora está detrás de Chow, quien recientemente ha escapado de la cárcel de Bangkok. Mientras Marshall retiene a Doug, el resto de la manada debe buscar a Chow y cambiar vida por vida.
Dejenme decirles, y perdón si se sienten ofendidos, pero ¿Qué pasó ayer? 3 existe solo para ver qué tan estúpido es el público como para pagar para ver la película. A eso se reduce todo: recaudación en la taquilla. No existe una sola idea inteligente o una escena que valga por sí misma. Ni siquiera vale pagar por ver a Bradley, que es lo único que ESTÁ bueno en la película.
Tenemos a tres actores que son muy buenos en sus elementos. Algunos mejores que otros, y es molesto ver como Ed Helms y Zack Galifianakis, capos actuales de la comedia por dos pesos, no pueden lograr una escena memorable para esta película. Culpemos a Todd Phillips, su avaricia y la de los productores. Hollywood debería aprender de sus propias frases: “Lo que sucede en Las Vegas, se queda en Las Vegas”. Allá, perdida en algún agujero del desierto, quedó enterrada la gracia de la primera resaca (The Hangover 2009).