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¿Una nueva de The Grudge? ¿Era necesario? ¿Aporta algo interesante?
Allá a a finales de los noventa, principios del 2000 un director japonés irrumpió en el cine con una peliculita para la televisión que luego pasaría al formato de cine. Takashi Shimizu dio muestras de cómo generar miedo a base de una historia simple, contada de forma no cronológica y explotando cada espacio, muchas veces a la luz del dia y con gente alrededor, para lograr este efecto. Ju-On se llamó y en sus dos formatos fueron un éxito.
Sam Raimi, productor de Ghosthouse junto a su amigo desde tiempos de Evil dead, Robert Taper, en encargaron de la remake. ¿Para qué traer esa maldición hacia los Estados Unidos si lo mejor era quedarse en el país donde transcurre? La versión americana de Ju-On paso a llamarse, lógicamente, The grudge y fue dirigida por Shimizu y protagonizada por Sarah Michelle Gellar y Bill Pullman. Esa primera versión, era una remake de la primera película para cine y fue un exitazo en una época en que la moda por el j-horror (por lo general remakes americanas de títulos orientales) estaba explotando, algo similar de lo que pasaba con el extremismo francés que también estaba dando que hablar. Habría que pensar si ese éxito no fue un síntoma de lo que pasaba en Estados unidos en aquel entonces, recordemos que salieran post 11/9 y había una paranoia a respecto.
The grudge funcionaba en una época en donde no era fácil conseguir las versiones originales. No se trata de una mala adaptación. El problema es que pierde el impacto si se compara a la anterior y también que dio pie a dos secuelas que son pésimas. No solo las americanas, la saga Ju-On, cuenta con once películas, entre spinn offs, versus y reboots, y tampoco corre con mejor suerte. ¿Por qué tantas? Porque su historia se instaló en la cabeza de muchos, y aunque ya no aparezcan sus personajes principales, la forma de crear miedo sigue funcionando.
Entonces a las preguntas del primer párrafo, la respuesta seria que no, no era necesario y que lo que aporta no es interesante. Esto no quiere decir que se merezca el ataque que está recibiendo de todos lados, ataques que parecen no recordar lo que eran sus secuelas, tanto americanas como orientales. Esta nueva The grudge es inofensiva para el género.
La historia pasa de Japón a Estados Unidos, como si se tratara de pasarse una pelota. Ya no pertenece a un solo país, sino que se vuelve internacional. En una entrevista su director Nicolas Pesce dijo que le gustaría ver la maldición en distintas partes del mundo. Algo llamativo, ya que el terror se expande y no conoce límites.
A partir de ahí es lo mismo de siempre. Sigue con la misma estructura narrativa y los mismos sustos. Esta estructura que suele ser el acierto de esta saga, acá por momentos le juega en contra ya que atenta contra el ritmo y hace que se estanque la acción principal. Por otro lado las subtramas son lo más conseguido y eclipsan a la principal que pierde por culpa de la actriz principal Andrea Riseborough (protagonista de Mandy y Oblivion entre otras) que no puede darle nada a un personaje que de por si es el menos interesante de la película. Lo contrario ocurre con su compañero Demien Bichir, que le da patetismo a un personaje rodeado por la religión, y que es el único inteligente.
Es dentro de las dos subtramas en donde está el punto fuerte y en donde se tenía que enfocar el guion escrito por el mismo director. Tanto John Cho, como Lin Shaye son actores mucho más profesionales Riseborough y logran dotarles de algo más a sus personajes. Sobrevuela sobre ellos una especie de tristeza ya que son malas personas, simplemente entraron a la casa equivocada. En esas dos subtramas el cruce entre colores naranjas y negros se intensifica creando un clima de terror que termina de manera trágica y hasta maliciosa. Acá no hay finales felices pareciera querer decir Pesce, no importa que tan optimista es un personaje, o que resuelvan un conflicto, todos están condenados.
Siendo esta película la primera aventura de Pesce en el mainstream (sus anteriores trabajos son las indies The eyes of my mother y Piercing) tuvo que sufrir que haya tenido poca injerencia en varias cuestiones cinematográficas. Hay sustos que no tienen coherencia dentro de la historia y que salen de la nada para mantener atento al espectador, errores de montaje, situaciones que no llevan a nada. Es lógico pero a la vez injusto para un director como Pesce que sabe crear un clima. Ojala la próxima tenga mejor suerte.Valoracion: 70