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«Seven seconds», tragedias instantáneas

Por María Rosa Beltramo

Un auto atraviesa a velocidad normal un camino solitario que parte en dos mitades blancas el paisaje nevado. El conductor mira alternativamente la senda desolada y la pantalla de su celular; llama una y otra vez, preocupado. Del otro lado llega, al fin, un mensaje tranquilizador, pero justo cuando cede la tensión un ruido sordo, breve e inequívoco marca el fin de la normalidad. Aunque parezca mentira en esas soledades, el vehículo acaba de chocar. La cámara, a la altura del paragolpe, muestra las huellas del impacto y un mínimo rastro de sangre. Así comienza Seven Seconds (SS), un thriller bien contado en diez capítulos, con un punto de partida módico: un estúpido accidente.

Hay, sin embargo, muchas formas de enredar la historia y de transformar un problema doloroso pero sencillo en un camino sin salida. Sobre todo si el automovilista es un policía recién llegado a la ciudad de New Jersey; si su inesperada víctima es un niño/adolescente afroamericano y si en lugar de convocar urgente a la ambulancia opta por llamar a sus compañeros.

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Seven Seconds salió de la pluma de Veena Sud, quién adaptó el guión de la película rusa The Major (2013), escrita y dirigida por Yuri Bykov. La canadiense  es, a esta altura, una experta en recrear éxitos. Como productora, se hizo cargo de la versión norteamericana de la serie danesa The Killing  y consiguió el milagro de modificar levemente la narración y los escenarios sin afectar la calidad del original.

Lo que cuenta ahora cobra mayor interés a medida que avanza el relato. SS no tiene un elenco espectacular -sus actores son buenos, pero apenas conocidos- ni invirtieron millones en su promoción, pero posee el encanto indiscutido de las cosas bien hechas. Sus personajes crecen con la acción, se transforman, conquistan y cuando el espectador cree adivinar hacia dónde se dirigen, aparecen por el otro lado.

El peso de la historia recae sobre la actriz inglesa Clare Hope Ashitey a quien le tocó interpretar a KJ Harper, una fiscal brillante que ahoga su inteligencia en litros de whisky y a la que le designan como compañero a Michael Mosley, quien se propuso y logró sacarle tantas aristas a su Joe Rinaldi que pasó de investigador segundón a protagonista estrella.

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El detective parece un tipo simple y sin muchas luces pero es, en realidad, astuto, tenaz e incorruptible en un ámbito donde  la mayoría camina al borde del precipicio. El elenco tiene también a un prometedor David Lyons como el sargento Mike Diangelo, la cabeza visible de un cuarteto de policías al que él pretende liderar, proteger y justificar mientras juega a dos bandas en la vereda de la ley y del delito.

Veena Sud lleva con maestría la involución del policía Peter Jablonsky –papel que cubre Beau Knapp– desde su llegada al destacamento de Jersey, el choque que le cambia la vida y su sometimiento al grupo encabezado por Diangelo. SS no se agota en el conflicto que disparó el accidente.

Vigilantes, desesperados, buscando respuestas que no llegan están los padres del adolescente muertoRegina King y Rusell Hornsby, como Latrice e Isaiah Butler, una familia que también se transforma de capítulo en capítulo y enriquece un planteo que parecía elemental y gana en complejidad no para oscurecer la trama sino para nutrirla. Los Butler son la excusa para  añadirle a una trama meramente policial, cuestionamientos sobre la diversidad, el valor de la religión y los bolsones de discriminación en una sociedad que a veces parecería haber superado esa etapa evolutiva.

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Y si el espectador quiere tomarse un respiro de la tensión dramática, también podrá reírse de un detalle que no se sabe si es un homenaje no declarado a uno de los mejores directores contemporáneos de cine o una forma casera de encarar una ausencia. En las buenas enciclopedias de cine del siglo XXI el lector podrá confirmar que American Sniper (2012- Clint Eastwood), una película que recaudó casi 548 millones de dólares, tiene una escena donde un bebé, el hijo del protagonista, fue suplantado por un burdo muñeco. Se sabe que en la jornada asignada para la filmación de esa escena, uno de los niños tenía fiebre y el suplente no llegó a tiempo. Es increíble que a la hora de la edición, el director no haya eliminado la imagen de Bradley Cooper aferrando al muñeco.

En Seven Seconds, Peter y Marie Jablonsky comparten su existencia con un precioso bebé que despliega su encanto de recién nacido de los brazos de su madre a la del orgulloso padre, pero después, tal como lo hizo el gran Clint, el niño cede su lugar a un tieso sustituto. El detalle, difícil de entender, no afecta sin embargo un muy buen trabajo que se encuentra en la plataforma de Netflix.

 

María Rosa Beltramo

Periodista, trabajo en Cadena 3 y escribo un blog que se llama "Maravillas de este siglo".