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En el extraño mercado de Hollywood, muchas veces grandes maestros del cine pasan desapercibidos para el público medio. Este es el caso del guionista irlandés Martin McDonagh, director de la excelente “Escondidos en Brujas”, su primera película como director, en donde dos sicarios se encuentran de vacaciones en Bélgica, y ambos han sido contratados para matarse. Un director para tener en cuenta de ahora en adelante.
McDonagh en su comedia trastornada, Sie7e Psicópatas, se arriesga satirizar las convenciones del cine, la misoginia y la violencia con filosos diálogos, observaciones inteligentes y personajes memorables. Sin plagiar a Tarantino, Scorsese, los hermanos Coen o al mismo Guy Richie en sus mejores épocas, McDonagh vanagloria a la comedia negra y el cine noir, haciendo una poderosa declaración por la violencia y la clase de cine que admira.
Colin Farrell interpreta a Marty, un guionista irlandés, alcohólico, en plena crisis, que debe escribir el guión de su película y todo lo que ha conseguido es el título: Siete Psicópatas. Su mejor amigo Billy (Sam Rockwell) trata de ayudar, con las formas más extremas y bizarras, a que las ideas de Marty fluyan para obtener los psicópatas que necesita su historia. Billy, además de ser un actor con mal carácter se dedica a robar perros y cobrar las recompensas junto a su amigo Hans (Christopher Walken). La mala suerte les llega a los tres personajes cuando secuestran a Bonnie, el Shih Tzu del mafioso Charlie Costello (Woody Harrelson), quien ama al perro más que cualquier otra cosa en su vida.
Mientras la violencia y los chorros de sangre fluyen, Marty, el único inocente de la historia, va encontrando de a poco sus siete psicópatas y escribiendo el cine dentro del cine, hasta un punto en que es difícil diferenciar los personajes de la película que vemos, con la historia que el personaje de Farrell escribe. McDonagh de forma muy elocuente omite marcar la diferencia, pero todo es parte del juego que entretiene y divierte al espectador.
El guión de la película se burla todo el tiempo de sí misma y del género. Desde su brillante epílogo con Michael Pitt y Michael Stuhlbarg (compañeros en Boardwalk Empire), hasta la elegante mención de Walken sobre el guión que, según su visión, no dibuja cómo corresponde a los personajes femeninos. Pero esta falencia, su director, la equilibra con el desfile de excelentes actores que interpretan a personajes muy elaborados psíquicamente, que terminan siendo queridos por su humanidad, aunque sus actos carezcan de coherencia y estabilidad alguna.
Walken nunca ha sido más divertido y excéntrico, en una entrega consistentemente cómica, que observandolo desde otro punto de vista se asemeja a otra versión del Sombrerero Loco. Farrell es el hombre recto perfecto y pocas veces ha disfrutado tanto de su papel. Harrelson y Rockwell están muy por encima de todos, de una manera que funciona muy bien para toda la trama. En esta comedia oscura hay lugar para un sinfín de cameos importantes: Harry Dean Stanton. Olga Kurylenko, Abbie Cornish, Kevin Corrigan, Gabourey Sidibe (Preciosa), Zeljko Ivanek; el más significativo y delirantes de todos, es el de Tom Waits como uno de los Siete Psicópatas, que cuenta su historia, totalmente salida del compás, y al mejor estilo de Dexter, cargando y acariciando todo el tiempo a un conejo blanco.
Sie7e Psicópatas se adentra en la lucha del escritor entre el deseo de crear algo significativo y espiritual, indagando en los más oscuros impulsos, de forma bastante ingeniosa. Como espectador, Michael McDonagh nos hará preguntar de si hay algo de su propia experiencia al escribir su guión. Nunca lo sabremos y tampoco importa, porque Sie7e Psicópatas es uno de esos pocos films violentos que vale la pena recordar.