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The Brink, cómo evitar la Tercera Guerra Mundial

Por Victoria Barberis

Siempre es un buen momento para reírnos de cosas serias. Parece que no, por aquella voz molesta y solemne que todos tenemos dentro, que nos dice que está mal hablar de ciertas cuestiones en tono burlón. Pero es cierto que así como no hay nada de malo en un poco de humor inocente -de ése que busca apelar a la risa mediante algunos gags marcados y risas enlatadas- tampoco tiene por qué escandalizarnos la sátira y la comedia en torno a sucesos revestidos de seriedad.

El humor irreverente, a menudo pretencioso, corre muchas veces con mayores riesgos. The Brink, una propuesta de la gigante HBO, claramente no ha sido diseñada para todo público. Y es verdad que una gran porción de los televidentes de series van a quedarse por fuera: a menudo nos perdemos de comedias como ésta, precisamente porque va hacia lo específico y se relaciona con un público muy acotado que es capaz de entender la temática que subyace en la historia, como también de identificarse con un estilo de comedia que busca salir de lo convencional. Tal vez sea de esas ideas que pueden reducirse a ser algo que amamos o algo que odiamos.

La concepción de The Brink aparece de la mano de dos corrientes fundamentales de estos últimos años en materia de televisión. Una de ellas es esa sensación de que el mundo cinematográfico ha virado hacia la pantalla chica, donde se visionan producciones costosísimas con todo el despliegue digno de Hollywood y con actores que nacieron en la pantalla grande.

Por otro lado, aparece ese pequeño género que se fue dejando ver más de la mano de propuestas como Veep (una comedia que también nació en HBO como una sátira de la Casa Blanca). El humor-drama político, que a la vez funciona como una suerte de crítica liviana a las clases dirigentes americanas, viene en alza hace un tiempo y HBO vuelve a tomar las riendas del asunto con otra producción que no ha escatimado en nada.

Tim Robbins interpreta al Secretario de Estado de Estados Unidos, Walter Larson (en una versión bastante bien satirizada del político estadounidense), mientras que Jack Black aparece en el rol de Alex Talbot, un agente de la CIA bajo rango que se verá envuelto en esta historia casi sin querer. Podremos ver además a Pablo Schreiber, dando vida a Zeke «Z-Pak» Tilson, un experto piloto de la Fuerza Naval con algunos inconvenientes con las drogas. Ellos estarán envueltos en la difícil misión de evitar que estalle una Tercera Guerra Mundial.

De la mano de Roberto y Kim Benabib, aparece esta sátira política que buscará mostrar en cada temporada diferentes crisis internacionales en distintas partes del mundo. Durante su primera entrega, el foco estará en una crisis geopolítica que se desarrolla en Pakistán. Aquí también hay mucho de ironía y la idea sabe cómo meterse en el peligroso terreno de bromear con la delicada situación de Oriente Medio, poniendo especial atención al rol de los Estados Unidos en esta clase de conflictos, puede resultar una movida comprometida. Sin embargo, el guion resuelve bastante bien en este aspecto, nuevamente, porque se trata de una comedia que caerá muy bien en aquellos que sepan interpretarla.

Entre sus virtudes, The Brink hace alarde de una producción que nos deja perplejos, que casi parece exceder las necesidades de una serie con episodios de veinte minutos. Sin duda, las interpretaciones son brillantes (no podíamos esperar menos) y aunque en los primeros episodios pareciera que cuesta seguir el hilo del asunto, en adelante podremos ver cómo los personajes se ensamblan y la historia fluye gracias a ellos, sin demasiada presión.

Pero claro que cuando nos acercamos a este tipo de propuestas, pensamos en una comedia en el sentido convencional y quizás las risas y los remates sean un poco más difíciles de encontrar, como si el guion no quisiera marcarnos nada, como si aquello que es o debe ser gracioso no estuviera dictado desde los creadores de la serie, si no que aquí, cada espectador es libre de acoger esta historia como mejor le parezca.

Se esperaría que esta temática asociada a estos nombres (especialmente al de Jack Black), diera como resultado una comedia hilarante, o al menos algo que de gusto sentase a ver por un par de episodios. En un primer momento, el resultado no está a la altura de lo esperado, y esto no tiene tanto que ver con el tipo de humor que caracteriza a esta serie, sino que más bien tiene que ver con que durante los primeros episodios cuesta un poco tomarle la mano a la historia. Aunque por suerte, hacia el final del primer episodio se nos invita a seguir pidiendo más.

Victoria Barberis

Es periodista de profesión y escritora de corazón. Es "seriéfila" y una aficionada a las sagas. Su pluma a veces es sarcástica, pero siempre divertida.