The Drop: Tom Hardy se luce en un film intenso y atrapante

Marv y Bob son primos y juntos manejan un bar en Brooklyn, New York. En ese bar, que lleva el nombre de Marv, el primo Marv, no solo se sirven copas, también se recibe y entrega dinero de vez en cuando, ese dinero que no puede ir al banco y que pertenece a la mafia chechena (los verdaderos dueños del lugar). Un día, dos ladrones ingresan al recinto y roban cinco mil dólares, por lo que los primos se ven obligados a recuperarlo si no quieren pagar las consecuencias.

Este es el disparador que desatará una serie de problemas aún más grandes para los personajes de The Drop, un film oscuro, dramático, misterioso y perfectamente narrado, que está basado en el cuento Animal Rescue de Dennis Lehane (autor de algunos episodios de The Wire, y de novelas como Mystic River, Gone Baby Gone y Shutter Island, obras que han sido adaptadas con éxito al cine). El mismo Lehane se encargó de adaptar su cuento mientras que Michaël R. Roskam (Bullhead) se ocupó de la dirección.

The Drop es un thriller clásico sin demasiadas vueltas, conflicto claro, personajes fuertes y bien delineados. Su protagonista es Bob, interpretado por Tom Hardy, que sigue demostrando por qué es uno de los actores más interesantes que pueden encontrarse hoy en la industria. Su actuación como ese joven retraído, acomplejado pero con un lado cariñoso y preocupado por las personas que lo rodean, es tremenda, y se pone el film al hombro sin problemas. Lo acompañan el gran James Gandolfini (ésta fue una de sus últimas películas), la sueca Noomi Rapace (una gran actriz que se destaca a pesar de no tener un gran papel) y Matthias Schoenaerts.

Ambientada en la fría Brooklyn, en los últimos días del año, el film se las ingenia para desarrollar dos tramas: la policial/mafiosa por un lado y la más intimista, que vincula el personaje de Hardy y Rapace con un perro callejero. Todas las piezas del rompecabezas encajan hacia el final y hacen de The Drop un buen film, que gracias a un montaje inteligente, prepara lentamente el terreno para el gran desenlace, con una alta dosis de tensión y nerviosismo y algún que otro giro inesperado.