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Tras dos entregas que tuvieron a los juegos en el centro de la trama, llegó Mockingjay Part 1, la primera parte de la tercera parte (¿qué lío no?) de la exitosa saga The Hunger Games.
Y es que sí, ya estamos acostumbrados a estas jugadas de las productoras, que fragmentan los libros finales de cada saga en dos films, con el único objetivo de ganar dinero. Nadie piensa en lo mejor para la franquicia, eso está claro, por lo que se obliga al espectador a tener que enfrentarse a estas películas de transición, que lo único que hacen es preparar el terreno para la verdadera acción, que en este caso llegará el año que viene.
En esta nueva película (dirigida nuevamente por Francis Lawrence) nos ubicamos ya en el Distrito 13, donde Katniss, Gale y los sobrevivientes del inexistente Distrito 12 encuentran refugio mientras se planea la esperada rebelión contra el Capitolio. Recordemos que en el final de Catching Fire, Katniss destruye la arena en la que se desarrollaban los juegos, y es rescatada (junto con Finnick y Beetee) por Plutarch Heavensbee. Allí se entera que el plan siempre fue mantenerla con vida porque ella es la única esperanza para destruir a Snow y compañía.
Pero claro, Peeta y Johanna cayeron en manos del Capitolio y allí les lavan el cerebro con el único objetivo de frenar cualquier avance de los “rebeldes”. La líder del Distrito 13, la presidenta Alma Coin, junto con Plutarch planean el ataque al Capitolio y necesitan que Katniss sea el emblema de la revolución. Solo ella puede convencer a los demás distritos de unirse contra el enemigo y es así que el film nos ubica en toda la preparación de la esperada batalla.
Si decimos que Mockingjay Part 1 es un film de transición es porque lo importante está por venir. En esta parte el foco de atención está en la estrategia/campaña mediática para vender a Katniss como el símbolo de la revolución, con las llamadas propos (que contienen un alto nivel de ironía y crítica hacia los medios y la manipulación política) y a su vez nos adentramos un poco más (aunque, francamente, a nadie le importa) en el triángulo Katniss-Peeta-Gale. Mientras el mundo se viene abajo, los ataques no paran y la gente sigue muriendo; hay tiempo para que Katniss se debata entre el amor por su amigo y el amor por Peeta, que no tiene idea de lo que pasa a su alrededor debido a todo lo que le han hecho en el Capitolio.
No es que el film sea malo o soporífero como muchos han afirmado, es simplemente un anticipo, y eso hace que no haya demasiado para rescatar o destacar. Las actuaciones siguen en la misma línea de los films anteriores: Jennifer Lawrence se carga el film al hombro, con un elenco de grandes actores que la rodean, entre los que destacan el fallecido Philip Seymour Hoffman, Julianne Moore (en el rol de Coin) y el siempre genial Woody Harrelson. A diferencia de las entregas anteriores, vemos más de Liam Hemsworth (que no desentona pero tampoco se luce) y menos de Josh Hutcherson.
Desarrollada casi enteramente en las profundidades del Distrito 13, la película se vuelve oscura, desoladora, y por momentos claustrofóbica. Sus puntos más altos se encuentran cuando se prende la cámara y comienza la guerra mediática contra el Capitolio. Por lo demás, es una primera parte buena, pero que no alcanza de ninguna manera el nivel de sus antecesoras. Ahora solo queda esperar, porque lo mejor, en teoría, está por venir.