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No todos saben lo que pasa cuando se meten a un recital donde aparecen tres tipos en el escenario que te hipnotizan, te vuelan la cabeza. Uno toca la batería, otro toca un bajo de dos cuerdas, y otro toca dos saxos a la vez. Yeah, come on a little closer by the front of the stage. A ver, vamos de nuevo: ¿Bajo con slide, saxofón y batería? ¿Y la guitarra? What the fuck is that? Eso mismo se preguntaron muchos músicos durante la década de los ’90. Justamente en esa época, y con esa formación, nace Morphine: una de las bandas de culto estadounidense más original e inclasificable. “Hacemos low rock. Fuck rock, en realidad así lo llamamos” decían cuando les pedían definirse. Podrían haber usado cualquier otro instrumento, mezclar cualquier otro género y les hubiese salido igual de genial.
Si bien podemos investigar de que se trata todo esto, cuando queremos saber en serio sobre Morphine no vamos a poder agarrar una Rolling Stone y simplemente leer una historia que nos cuente cómo era pasar una noche con la banda y, especialmente, con Mark Sandman. No podemos leer una biografía de 500 páginas y pretender saber todo sobre ellos. Tras 15 años de la muerte de Sandman, cuya voz y dos cuerdas en bajo eran la parte integral del sonido Morphine, la música del grupo ha revisitado continuamente el material archivado, que perdura tanto en los fans y los músicos que ayudaron a crearlo y revivirlo. Son canciones maravillosas que conectan increíblemente a las personas con el pasado y las mantienen en camino hacia el futuro mientras ellos rinden homenaje a los seres que han perdido.
De alguna manera, Vapors Of Morphine es un gran acto de amistad que intenta reencarnar el sonido distintivo que producía Morphine. Se abstiene de la fórmula predeterminada del rock a través de un bajo de dos cuerdas (Jeremy Lyons), saxo barítono enchufado a través de un pedal de octava con amplificador Fender (Dana Colley) y Jerome Deupree en batería. Dana toca el saxo barítono a través de todas las clases de guitarra, tanto acústica como la electrónica. Jeremy le agrega el calor latente del Delta blues, que perfeccionó durante una década tocando más en las calles y en los clubes de New Orleans.
Dana y Jerome, los miembros sobrevivientes de Morphine, grabaron nuevos temas que actualizan y empujan un estilo de música, explorando los tonos azules del oeste de África, la psicodelia, el noise rock y los ritmos electrónicos. Tuvimos la oportunidad de charlar con Dana vía mail y en persona con motivo de su llegada a la Argentina. Nos comentó sobre la evolución, legado y el futuro del trío, abriendo la posibilidad de un pronto regreso despidiéndonos con un inesperado «See you next year». Que así sea.
Cambiaron dos veces el nombre de la banda, ¿cómo y cuándo se te ocurrió la idea de darle un giro a la vida de Morphine?
D.C. – El giro que mencionas se dio por evolución. El final de la banda se produjo, como todos saben, en 1999. Nos volvimos a casa para crear música en el estudio casero de Mark: el Hi-N-Dry en Cambridge, MA. Eso se convirtió en Twinemen. Luego esas mismas grabaciones nos empujaron para tocar las canciones en vivo. Además tuvimos la ayuda de muchos bajistas. Nos aferramos a Hi-N-Dry hasta 2008. En 2009, para el 10 º aniversario de la muerte de Mark, nos invitaron a tocar en el Nel Nome Del Rock en Palestina. Esa vez sentí que era el momento de escuchar nuevamente el sonido del trío. Así es como nace Members Of Morphine. Ahora somos Vapors Of Morphine because mostly the name fits. Hemos evolucionado hasta convertirse en nosotros mismos. Reencarnamos el sonido de Morphine pero con un tratamiento a lo Vapors.
¿Cómo fue la experiencia de volver a estar y tocar en el mismo lugar donde Sandman murió?
D.C. – Sería un eufemismo decir que fue emocional. Para entender plenamente tendrías que imaginarte a una ciudad a unos 100 kilómetros fuera de Roma, situada en una pequeña montaña bajo el Templo de Fortuna rodeada de pinos. Es un lugar a donde regreso cada vez que puedo. He tocado en el mismo escenario junto a mis dos hijos -los cuales Mark nunca pudo conocer- abrazándome durante el set. Estábamos rodeados de muchos amigos y la gente de Palestrina, que se han convertido en nuestra familia. Fue una celebración increíble.
Morphine tiene seguidores muy variados, incondicionales y ocasionales. Atraídos por esa capacidad de la banda, la de fusionar el blues y elementos del jazz con el rock. ¿Por qué crees que ustedes lograron hacerse populares en su momento?
D.C. – Podría ser que nuestra música consiguió oírse en un momento en que la gente realmente estaba hambrienta de nuevos sonidos. Una combinación de hechos históricos contribuyeron a esa necesidad: la creación del CD, la tecnología y las mejoras en el acceso a los estudios de grabación. A principios de los ’90, las grabaciones comenzaron a ser más accesibles. Una banda como Morphine podía hacer discos de forma relativamente barata. Si bien no había prisa para hacer las cosas en CD, los catálogos viejos estaban volando de las estanterías porque la gente quería versiones limpias de los viejos LP. Morphine tenía grabaciones y salió en CD durante el apogeo de esa movida. We got swept into a lot of inboxes! Radios de universidad, periodistas musicales, exportación, etc. El sonido de allí realmente se destacó, especialmente teniendo en cuenta la década de los ‘90.
Fueron una banda inclasificable durante esa década. Con el paso de los años, ¿cómo crees que el legado de Morphine se ha mantenido y ampliado?
D.C. – Nos sentimos muy afortunados de haber encontrado la manera de mantener nuestro legado al vivir en ella. Music is a legacy. We are conduits of legacy. Cada nota que sale de mi saxofón habla del legado de alguien que nunca conocí. Lo compré usado a ese instrumento. A song is a touchstone. Todos recordamos dónde estábamos cuando escuchaste la historia por primera vez. Seguimos contando la historia porque hay algunos que no la han escuchado antes y hay otros que nunca la olvidarán.
Han editado discos con una gran calidad, pero que no se han oído hablar de ellos hasta ahora. ¿Fue muy difícil romper con el nombre de Morphine?
D.C. – Un nombre es un significante. El sonido es la definición. Cada proyecto debe ser el significado de acuerdo a lo que es atribuible a la banda. If you have more than one dog you don’t give them the same name. Esto no significa que lo ames menos o los trates de forma diferente. Si estoy trabajando en un proyecto en el que creo, entonces es el mismo proceso que te mencioné.
Tras 15 años de la muerte de Mark, ¿qué nos podés contar acerca de su talento musical y también acerca de su personalidad? ¿Cuál es la anécdota que más recuerdes?
D.C. – Es difícil mencionar un solo aspecto. Parece como si siempre estuviésemos contando y reviviendo las historias. A Mark le encantaba tocar, le encantaba viajar. Era muy feliz al llegar a una nueva ciudad o país. Y si él no sabía la lengua, lo cual era raro porque sabía español, portugués, francés, le pedía a nuestro conductor que le enseñe algunas frases para decir durante el show. Él siempre quiso conectarse con la audiencia. Tenía una old school view acerca de su público y se dirigió a ellos, por lo general, en su propio idioma.
Hace poco vi el documental Cure for Pain. Es increíble cómo el dolor y el sufrimiento pueden transformarse en un arte tan grandioso. ¿Qué sentiste cuando lo viste?
D.C. – Sinceramente, creo que maldije demasiado a los cineastas por hacerme llorar. De hecho, estaban conmigo en la misma habitación.