Espectaculos

El poder del viento y la creatividad en Fuerza Bruta Wayra

Por Maribel Díaz Romero

Fotos de Carlos Cortez (ver perfil), Daniel Cáceres (ver perfil)
y compartidas por Radio Orfeo 98.5 FM en Facebook

Hay experiencias que no se repiten. Que se dan una sola vez, porque las siguientes no serán las mismas. Que se dan en un lugar en el que siempre quisimos estar. Un lugar en el que la razón le da piedra libre a los sentidos. Dejarse llevar es la única opción.

Cualquier adjetivo es poco para describir lo que vivimos en el Wayra Tour 2012, uno se da cuenta que toda la energía de Fuerza Bruta estuvo allí. La singular compañía teatral presenta desde Junio de 2011 su nuevo espectáculo en el marco de la gira internacional y simplemente nos quedamos sin palabras pero llenos de sensaciones.

Un evento totalmente distinto. La vorágine y adrenalina se conjugaron para hacernos parte del mismo, sin importar nuestra ubicación, en un viaje visual y sonoro absolutamente irreal, fantástico, hipnótico. Donde las luces, la escenografía, la tecnología, la música (que va desde la electrónica hasta los sonidos más instrumentales) y los efectos especiales nos llevan a otro mundo.

Fuerza Bruta es una experiencia diseñada para poder vivirla de dos maneras totalmente diferentes. Paralelismo constante. En la libertad del campo podemos formar parte de un show que va directo al cuerpo, convirtiéndonos en protagonistas. O bien, podemos sentarnos en nuestra butaca y disfrutar de un viaje irreal en primera clase. Podemos ver un mar de espectadores sumergidos en el show, apareciendo y desapareciendo en una paleta de texturas indescifrables.

Al inicio se apagan las luces. Todo comienza con un grito unísono, casi ancestral, un llamado frenético al Wayra, al viento. Potentes tambores latiendo al ritmo del viento: ese mismo es el que resume a Fuerza Bruta. Es la fuerza natural que moviliza. “Correr como el viento” suelen decir, sin limites. Así, nos encontramos con el primer momento: el corredor, o como preferimos llamarlo, Runner. Éste domina gran parte del show, incansable, tenaz, un “homo argentus” típico al que le han metido palos en la rueda desde que nació y aun sigue caminando; atravesando muros, esquivando obstáculos, corriendo contra el viento. Corriendo en el viento.

Cada momento del espectáculo produce sensaciones permanentes. Somos testigos del gran escenario de la vida. Y tal como en la vida, nos encontramos con fuerzas encontradas, sutiles coincidencias y dicotomías: ropa y semi-desnudez. Suavidad y frenesí. Complicidad y enfrentamiento. Llega el turno del Mylar, la pileta transparente. Suaves movimientos y las cómplices miradas de muchachas a través del agua con una furia brutal casi primigenia; como si quisieran atravesar a nuestro mundo, el del espectador.

http://youtu.be/7lB_3wQ88eQ

Por encima de todos, aparece La Murga; la energía se contagia en la gente. Los actores se mezclan con el público en una danza, rompiendo cajas en las cabezas de algún despistado, pasando por debajo de la lluvia que, de agua, se transforma en lluvia de papeles, luz y color. Sin saber bien por qué, el espectador se engancha de esta alegría espontanea, sin diálogos ni argumentos. Por qué sí.

La fiesta finaliza con La Burbuja. Sí, ¡la burbuja! Esa gran carpa que encierra a unos y excluye a otros. Nos invade una enorme incertidumbre de saber qué pasa afuera para los que estamos adentro y viceversa. Son pocos los elegidos que se enteran cuando aparecen los extractores (no tienen nombre pero éste les queda muy bien) vestidos como algún extraño personaje de historieta vintage; como en aquellas películas futuristas de los 80′s. Sujetos que se sumergen en lo profundo de aquella burbuja buscando algún voluntario (y audaz) espectador que sea cómplice en su expedición al otro lado de la capa circular. Oh, no. Se acerca el final. Vuelve el grito ancestral, vuelve el llamado al viento.

El pasado, el presente y el futuro se encendieron en una noche llena de libertad y de potencia explosiva. Un ritual único, que se escapa y se ubica cada vez más lejos de todas las convenciones. Nos atrapó. Nos acercó a una emoción bruta, que entendimos sin pensar demasiado. Mientras tanto, el viento seguirá soplando en otro lado.

Staff: La cocina a la vista de todos. por Lu Molina

Definitivamente Fuerza Bruta Wayra Tour no podría funcionar sin 3 factores: el público, los actores y el staff. Normalmente el trabajo de la verdadera mano de obra no es visto en escena, no vemos a las personas que mueven las grúas, ni a los que dirigen la maquinaria que hace que disfrutemos del espectáculo en escena. Aquí todos somos parte del show. El staff realiza las tareas más humanas y más arriesgadas de una puesta que sería imposible sin ellos. Corren máquinas, personas, sillas, sogas, camas y hasta piletas flotantes. Son los encargados de crear un mundo irreal, de hacerte sentir uno más de este show.

Son más de 50 artistas que hacen vibrar cada célula de tu cuerpo al ritmo del más primitivo de los latidos. Paredes blandas como la tela, personas que caminan por el techo, o incluso en paralelo con el piso. Estar dentro de una burbuja de aire, o ser eyectado fuera de la misma; cambiarle el color a la transparencia y generar con la luz un viaje por el mar. Que lluevan papelitos mientras una mujer vuela por los aires o que las sillas de una cinta en movimiento no caigan. Todo esto sucede gracias al entrenamiento, la constancia y el compromiso de todas estas personas.

Lo que diferencia a este espectáculo (entre tantas cosas) de cualquier otro es, sin duda, la necesidad de no ocultar aspectos técnicos, la transparencia que busca el juego con el espectador al tener rampas y escaleras frente a todos. Correr, hacerse señas, y gritarse entre ellos es lo que hace de Fuerza Bruta el show de cada uno de los espectadores, no sólo del equipo. En palabras de ellos mismos «FuerzaBruta no sirve para nada. Es«.

Fotos de Carlos Cortez (ver perfil), Daniel Cáceres (ver perfil)
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Maribel Díaz Romero

Periodista digital. Microblogger. Versátil. Amante del rock, y sus variantes, pero con un corazón que late con synthpop. Escribe sobre lo que le gusta con mucha pasión. Para ella, la única forma de escapar de las miserias de la vida son la música, las películas, los libros y los gatos.