Cine Música Visuales

Imágenes Paganas, un documental sobre Federico Moura

Por Majo Arrieta

Corrían los ’80 y en medio de un escenario de cambios en el país, Virus se consolidaba como grupo emblemático de la época. Su líder  y vocalista, Federico Moura, captaba la atención y admiración de sus pares y su público, al revolucionar con su personalidad y sus ideales la escena artística, musical y social de aquel entonces. Sin embargo, su temprana muerte, en medio del éxito que atravesaba, dejó un vacío sorpresivo y una ausencia importante para aquellos fanáticos que veían en su persona la representación del gusto por la vida.

Imágenes Paganas, el filme de  Sergio “Cucho” Costantino trae a colación la figura de este gran músico, para recordar y recrear la vitalidad de su paso por el mundo. Con el testimonio de sus familiares, amigos, conocidos y de la propia banda; junto a imágenes de archivo y recreaciones ficcionales para enlazar la historia, Costantino, fabrica un relato lleno de ritmo, color y música, que no hace más que honrar a un músico, una banda y una época del rock nacional.

Imágenes Paganas representa un momento de la música, una estética, una parte de la historia del país, y la importancia de La Plata como ciudad cuna de grandes artistas.

Este no es el primer rockumental de Costantino, desde hace tiempo, el director argentino es pionero en la creación de relatos de este tipo, y al igual que su trabajo sobre Miguel Abuelo, en este documental busca centrarse en la figura del artista a través de la construcción de los recuerdos de sus cercanos y de las imágenes de archivo que todavía perduran en el tiempo.

 ¿Por qué decidiste contar la historia de Federico Moura?

 Fueron varias razones las que me llevaron a filmar la historia de Federico Moura.

La primera tiene que ver con, creo yo, es uno de nuestros héroes musicales que ha cambiado, ha modificado, la música argentina, el rock nacional y creo que no había tenido un reconocimiento —por lo menos en una película—. Es un personaje que está bastante distraído, oculto, olvidado tal vez, y me parece que él fue muy importante en lo que fue la cultura rock y tenía una gran personalidad que me atraía mucho. Yo lo conozco, conozco su historia… Y otra de las cuestiones tiene que ver con el seguimiento mío de una carrera de hacer documentales de rock; básicamente esas dos cuestiones.

¿Cómo fue todo el proceso de rodaje, teniendo en cuenta que la película tiene una parte que es de archivo y otra que es ficcional?

La película siempre estuvo pensada para incluir una ficción en el medio, porque me parecía que Virus era un grupo una banda que siempre había propuesto algo más. Entonces, yo no quería hacer simplemente una película de archivos y de reportajes. Me parece que había que poner algo más y ese algo más que tenía Virus era para mí una cuestión estética, algo que tenía que ver con la sensibilidad, con la sensualidad y la sexualidad y todo el tiempo, cada vez que pensé en la peli —antes de que el proyecto se hiciera realidad— siempre pensé en poner este metamensaje que era la liberación de una persona sexualmente en los años ‘80. Como director siempre me gusta poner una pincelada más, la mano del director que siempre se anima a filmar más que un reportaje de una persona sentada hablando y poniendo archivos.

La película tiene muchos momentos de esta ficcionalización, de esta fanática, pero después, también tiene mucho detalle de gráfica, artísticos, que tienen que ver con Virus. La banda proponía una estética diferente; entonces, me parece que esto es una película que propone una estética diferente y que concuerda, va de la mano, con lo que proponía el grupo.

Con lo que hizo Virus, yo no podía hacer una película estéticamente vacía de contenido. Virus trajo acá una moda, que después no fue una moda sino que continuó. Todo un look nuevo, una manera de vestir, de pensar de peinarse, de usar, de maquillarse. Hasta en los shows ellos proponían una escenografía. Por eso, la película tenía que ir en consonancia con todo eso y bueno, a mí me dio la posibilidad de destacarme o mostrarme un poco como director, y qué era lo que a mí me proponía esa música.

 ¿Por qué crees que no se lo había documentado antes?

Acá el cine se había paralizado mucho en los años ‘80 – ‘90 siempre había mucho problema para filmar; y era casi como un milagro. Estos personajes como Federico, Miguel Abuelo tampoco hacía tanto tiempo que habían muerto y yo creo que tampoco es desidia de nadie. Hubo una parálisis, todos los directores de cine por lo general quieren hacer una película de ficción y triunfar y el documental es como el hermano menor de la ficción.

Yo descubrí el documental en la televisión, empecé haciendo documentales y me di cuenta de que es un género genial para contar historias y que también se pueden ir poniendo cosas de ficción. Creo que las cosas tienen un tiempo de reparación histórica y que desde el Instituto de Cine —hace cinco, seis años— se empezó a trabajar activamente en otorgar subsidios y fomentar el cine; eso también nos ayudó, hubo un conjunto de cosas y yo me animé a la música. Hacer un documental y, ¡¿encima de música?!

Ahora tal vez que ya hay varios, sea un poquito más normal, hace siete o diez años cuando yo empecé a generar estas ideas y hacer cosas era un poquito más raro, porque  aparte también SADAIC es muy caro, para pagar cada tema, los presupuestos son muy chicos y SADAIC es muy caro, entonces no es compatible. Y ahí está un poco la mano mía como productor de convencer a los dueños o herederos, en este caso, de llegar a un acuerdo económico porque yo no puedo pagar lo que me pide SADAIC por película, por tema, porque es cinco veces más de la plata que tengo. No puedo ni filmar, pero si ellos están de acuerdo hacemos un acuerdo por tanto dinero que en simbólico porque lo que importa es la película, ellos no ganan plata con la finalidad de las películas. Pero hay cosas que SADAIC tiene que rever en el tema de los costos de las canciones —en el caso de las películas musicales— porque nunca son compatibles.

¿Qué opinas de este espacio nuevo que ocupan los rockumentales y de la importancia cinematográfica que están teniendo?

A mi me parece genial. Es un tiempo de maduración, donde yo me siento partícipe  de toda esta movida y creo que el cine, la música, el arte en sí, es la cara de un país, de las cosas que exportan sin documentos sin  pasaje en avión; es la música, las películas, una obra de arte, un libro y está bueno mostrar eso nuestro. No solamente que vos estás en otra parte del mundo y te aparezca en la televisión el caos, la inflación, las cosas malas que pasan; porque eso es lo que se transmite siempre afuera, no se transmite algo bueno, por el mismo morbo de la gente que quiere ver, no sé, piquetes y problemas, problemas con la policía, con la droga y con esto y lo otro. A mí, me parece importante contar —a nosotros mismos primeros y al mundo— que somos capaces de hacer cosas bellas, como hacer bien las canciones que hablan bien de nosotros, como hacer lindas películas que también hablan bien de nosotros, mostrar esa cara del país. Yo soy una persona que tiene esta mirada, y no soy de meter la cabeza en el agujero y hacer que no pasa nada. Sí pasa de todo, pero también pasan cosas copadas y prefiero estar de ese lado. Ser feliz y documentar música y estar de humor y la paso bien. La verdad que también tiene que ver con eso, con pasarla bien.

 De la vida de Federico, ¿qué acontecimientos crees que impacta más y como hiciste para representarlos?

No se que aspecto porque la verdad que la película cuenta el desarrollo musical de Federico. A mí, particularmente lo que más me parece que se destacó en la banda es su gran personalidad. Era una persona con mucho carácter.

Musicalmente, ¿hubo algo más que te costo enlazar con la parte ficcional?

No, porque las canciones fluyen, te gustan, están retratadas a modo de videoclip y la parte que no es videoclip muchas veces es la misma imagen de Federico cantando. Tal vez lo que más me costó —si se quiere poner en esos términos— fue armar el cuentito, los diálogos de las personas. Uno, cuando edita puede ser auténtico o no, vos le sumas un punto o una coma a una palabra, o a una frase y te cambia el sentido de la oración; entonces tuve que tener mucho cuidado con eso, para que tampoco sea un bodrio de una persona hablando, y que para explicar una situación esté media hora.

Entonces, tal vez lo más laborioso, fue armar este cuentito entre todos los personajes que hablan, los hermanos, los músicos, la madre, los sobrinos; eso sí lleva como mucho tiempo, mucha dedicación y vas cambiando de opinión y primero lo editas de una manera y después de otra. Me llevó un año de edición y está la cosa del arte gráfico que, cada ves que trabajábamos sobre la imagen, primero había que generar la idea, aplicarla, ver si gusta la idea y una vez que queda —cuando la generas—  son cuatro horas que te piden las máquinas para realizar ese efecto; entonces esa parte era también bastante tediosa.

Majo Arrieta

Periodista y Lic. en Comunicación Social. Apasionada de las artes en todas sus formas, de la vida al aire libre. Por momentos fotógrafa, por momentos escritora. Un híbrido con muchísimas aristas para conocer y leer.