La voluminosa novela El jilguero de Donna Tartt de gran éxito, ganadora del premio Pulitzer a la Ficción en el 2014, fue llevada a la pantalla por el prestigioso director John Crowley, autor de Brooklyn (2015), aquella nostálgica historia de amor que fue nominada a tres Oscar. El jilguero contó con un gran elenco para el numeroso reparto, entre los que se destacan Nicole Kidman, Sarah Paulson, Finn Wolfhaard (Strangers Things – It) y Ansel Elgort (Baby, el aprendiz del crimen – Divergente). A todo este equipo se sumó el guionista Peter Straughan (Al filo de la mentira – 2010) y la fotografía de Roger Deakins, cuyo currículum acredita un Oscar y 12 nominaciones de la misma estatuilla.
Pese a la conjugación de artistas de renombre, todos destacados en su especialidad, la adaptación del exitoso libro no cubrió las expectativas. El uso constante del flash back y el flash forward, los saltos permanentes entre el pasado que transcurre cuando el protagonista tiene trece años y el presente catorce años después, no beneficiaron al film al no haberse detenido lo suficiente en sucesos claves. Boris, un personaje muy atractivo, debió ser más desarrollado, los romances del protagonista apenas fueron esbozados. Hay muchas historias que se entremezclan y el film solo presenta algunas estampas de un gran fresco.
Lo que da origen a la novela es un atentado en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, en el cual el adolescente Theodore Decker (Oakes Fegley), llamado Theo, pierde a su madre. En medio de la confusión, un moribundo le entregará en custodia un óleo muy valioso de 1654 pintado por un artista holandés, Carel Fabritius (contemporáneo de Vermeer). Todos los prolegómenos y el ataque en sí que hubiesen creado suspenso, son obviados en el film, al igual que los entretelones de la amistad entre Theo y Tom Cable. De allí en más Theo pasa de los lujos de la familia Barbour en Park Avenue, padres de un compañero de clase que lo acogen, al apartado barrio en medio del desierto de Nevada cuando reaparece su padre alcohólico (Luke Wilson) con su nueva amante (Paulson). En el medio conocerá al anticuario Hobie (Jeffrey Wright), socio del agonizante en el museo, que le marcará su futuro profesional. En la aridez de Las Vegas trabará amistad con Boris, futuro compinche de correrías, secretos, vicios y peligros. Tendrá dos amores, uno duradero pero imposible con Pippa, una sobrina del anticuario, y el definitivo con Kitsey, hija de los Barbour. La valiosa tela que se encuentra en su poder desatará intrigas, chantajes, robos y asesinatos. Muchas temáticas (crecimiento, aventura, amistad, historia del arte) y situaciones (thriller, romance, desarraigo) que se presentan como parches.
El jilguero, cuenta con un gran despliegue en la producción, pero falló en el traspaso del texto al film, le falta magia, una narración que atrape la atención del espectador. Los materiales estaban dispuestos, lamentablemente no fueron bien aprovechados. Habrá que leer el libro para apreciar todo aquello que el film no supo captar: un relato que envuelva al lector, la intensidad del thriller, un tratamiento más profundo de algunos personajes. Valoración: Buena.