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El género dramático de asesinos, asesinatos e investigaciones criminales es uno de los más prolíficos en la historia de las series de televisión. Pero uno de los rasgos característicos de la época actual es que ya no solo se trata del clásico procedimental (un crimen con detectives, abogados o forenses estables y un asesino y una víctima nuevas por episodio) sino de series cuya trama consiste en desentrañar un único asesinato o una serie de ellos pero como parte de una única e indivisible historia.
Puede ser que toda la serie, en todas las temporadas que le sea posible emitir, esté dedicada a esa única historia criminal o como está ocurriendo desde hace unos años que se dedique una temporada completa para luego, en la temporada siguiente, cambiar de historia y protagonistas. True Detective, Fargo, The Killing, The Missing son buenos ejemplos de este formato al que acaban de bautizar con la clasificación de Limited Series o series limitadas, acotadas o antológicas.
Otro elemento novedoso, o quizás no tanto, es que la industria televisiva norteamericana y en menor medida británica, se dedica cada vez más frecuentemente a producir remakes o reimaginaciones de series danesas, noruegas, israelíes, suecas e incluso francesas, como ha sido el caso (siempre hablando del género criminal) con The Killing, Fortitude o la genial Wallander. En todos los casos hay distintas variantes estructurales que suelen ser las más utilizadas para componer la historia: desde el punto de vista del detective o del asesino, o desde el punto de vista de uno o más sospechosos, o desde la perspectiva de un investigador independiente – un periodista por ejemplo-, o de los familiares de la víctima.
Y una vez que los productores de la serie han elegido el estilo narrativo y la función protagónica y antagónica dentro del relato, quién relata, cómo relata, quien conoce los misterios y las mentiras que toda investigación de asesinato saca a la luz –tenga o no tenga que ver con el crimen que hay que dilucidar- todo parece reducirse a una buena elección de los actores y actrices que encarnarán a los personajes protagónicos y secundarios.
Secrets and Lies es una serie de televisión australiana, cuyos seis únicos episodios se emitieron entre marzo y abril de 2014 y ya en febrero de ese mismo año (es decir, antes de su estreno) se acordó con la cadena de televisión norteamericana ABC la realización de una remake previa adaptación del guión y la historia manteniendo el mismo título pero con una temporada de diez episodios. Para la versión norteamericana se eligió como creadora y showrunner a Barbie Kligman (The Vampire Diaries, Private Practice, CSI New York) en tanto Tracey Robertson y Nathan Mayfield, los responsables de la versión australiana, serían los productores ejecutivos. Para los protagónicos fueron elegidos Matthew Ryan Phillippe (Damages), Juliette L. Lewis (The Firm, Wayward Pines), Katherine Dee Strickland (Private Practice, Bloodline), Natalie Martinez (Under the Dome), y Dan Fogler.
La serie narra la historia del crimen de un niño pequeño desde la perspectiva del principal sospechoso, Ben Crawford (Matthew Ryan Phillipe) un pintor de paredes de clase media, casado con una exitosa mujer de negocios y con dos hijas menores de edad, que es quien encuentra el cuerpo sin vida de Tom. A partir de ese momento Ben se convierte en la obsesión de la extraña detective Andrea Cornell (Juliette Lewis) entablándose entre ellos el clásico enfrentamiento entre quien quiere probar su inocencia y quien quiere condenarlo implacablemente por el crimen.
Como decía, lo principal en estas series son los personajes, su composición, en particular el del sospechoso y del detective y el juego que se establece entre ambos, también la trama aunque en este tipo de historias está bastante estructurada: saldrán a la luz secretos y mentiras que finalmente no tendrán nada que ver con la resolución del crimen, el pueblo chico se convertirá en un infierno grande, y el asesino será revelado al último momento sin que sea relevante esa revelación. Todo está en la pareja protagónica que, a la vez, es antagónica y que en algún momento, más allá de los enfrentamientos y confrontaciones harán causa común. Y ahí es donde la serie falla porque las actuaciones son estereotipadas, demasiado pegadas al manual de actuación del pobre tipo desesperado porque todos lo miran como un asesino, y la brutal y casi sádica detective que parece vivir dentro de la estación de policía.
La serie es lenta y tediosa, con unos actores que parece que trabajan por obligación, sin convencimiento, imaginación y concepto, por el salario, no hay variantes. Las audiencias no han sido buenas y las críticas tampoco. Habrá que ver si hay algo escondido bajo la manga de los creadores y guionistas para que estos excelentes actores den algo más de sí mismos y la serie se haga más atractiva, pero en estos días de velocidad y escasa paciencia para administrar el uso del tiempo de ocio nadie puede darse el lujo de arrancar una serie recién en el cuarto o quinto episodio.
A veces no se entiende bien cómo es que una cadena de televisión como ABC arriesga tanto con tan poco, pero lo que si se va a entender es que la audiencia le sea esquiva y finalmente termine abandonándola. No todos los días se puede hacer The Missing o The Killing y en general, una vez que series como éstas han aparecido, lo mejor sería dejar el género en paz por un tiempo prudencial porque también es cierto que cualquier cosa que viene a continuación parece opaca.
Más cerca de la telenovela latinoamericana que del drama policíaco norteamericano estos secretos y mentiras parece que tienen las patas muy cortas y una vida difícilmente larga y próspera en el mundo de la series de televisión.